sábado. 30.09.2023
La opinión de
Víctor Javier Cavia

Víctor Javier Cavia

Bendita paciencia

La inacción complaciente es el caldo del cultivo del desastre social. Y precisamente de esa cándida actitud se aprovechan los malnacidos que tienen algo que ver en la ecuación

Colas, paciencia e ilusión

Elucubrar que una incómoda espera al sol o al frío para comprar un décimo de lotería de doña Manolita te puede arreglar el futuro es el clavo ardiendo de los pobres

Les paramos (de momento)

El color de nuestro tiempo, después de años de avance cívico y de crecimiento social, no se ha perdido en las brumas en blanco y negro y el olor a pólvora que siempre acompañan a las derechas

Malos tiempos si no hacemos nada

Su sentido patrimonial del país está indeleblemente unido a su forma de ser y de comportarse. Y tampoco ellos se detienen ante nada para recuperarlo si las urnas deciden que gobiernen otros

Este MADO ya no

La historia nos tiene demostrado que solamente cuando nos hemos ocupado de nosotros mismos con vehemencia hemos llegado a donde debíamos

Son ladrones, sin discusión

La rapiña del trabajo creativo de los demás es tan frecuente y tan descarada que ha pasado a ser normal darla por hecho y sólo tener miedo a que suceda, sin más remedio que resignarse

Hemos perdido

Una hostia colectiva de la progresía que dice mucho de las malas campañas, de los malos compañeros de aventuras y de la mala suerte de empezar nada en medio de una pelea

Vale todo menos lo mismo

La autocrítica por no haber elegido a los mejores es poderosamente sana a la hora de quedarse en paz con uno mismo. Rectificar es de sabios, y evitar el sufrimiento colectivo de soportar mediocres e inútiles también es muy loable en términos de solidaridad y convivencia

Arte, negocio y pobreza

El emprendimiento en el ocio audiovisual no es negocio para los pequeños y los independientes, que no pueden aspirar no ya a vivir de su talento, sino siquiera a financiarlo a pequeña escala sin pasar apuros incluso en su economía personal

Sale gratis, caballero

Los que defraudan son unos cabrones con pintas en el lomo que, encima de no pagar, se quejan porque los servicios públicos que se sostienen con esos ingresos, y que usan a tope porque "faltaría más", no tienen la calidad suficiente.

Tanta miseria, y tantos miserables...

Nos vamos a la mierda sin remedio alguno, esa mierda intelectual y cultural en la que ya rezonga toda esta gentuza que tiene el odio por bandera.

El año del conejo

Es año electoral, muy electoral, y eso en términos emocionales es una fatalidad enorme.

La ley del karma

El karma es la sacarina en el café después de comer de los que están a dieta pero se han metido un lechazo entre pecho y espalda.

Cambios, recambios y otras piezas

Han caído dos portavoces y una vicesecretaria general, esos cargos esenciales en toda estrategia de distracción para que el bueno del líder tenga el culo a salvo cuando caen chuzos de punta. La directora de comunicación también, pero como no era más que una asalariada, de ella no se habla

Santander al final del túnel

Gema Igual no tiene perspectiva, ni visión ni programa. Dirige Santander como si fuera un pueblo de 3.000 habitantes de los que es amiga de todos.

Espía, que algo queda

Irrelevancias aparte, el espionaje al presidente Sánchez y a alguno de sus ministros, por mucha normalidad que hayan querido darle al relato contándonoslo con la misma serenidad de espíritu que cuando nos desvelan las cifras del paro, es de una gravedad inusitada e incuestionable

MAR de fondo

En ese circo en el que tienen convertida la política española la desgracia de políticos que nos han tocado en suerte, el otro día un...

Felipe

Como somos un país cainita y de mirada corta, para insultar a Felipe González todavía usan aquello de la X de los GAL y la cal de sus muertos

No va bien la cosa

La política suele ser el más fiel reflejo de la miseria que nos rodea, unas veces porque elegimos a los peores, y las otras porque los mejores se transforman en unos mierdas.

España, camisa blanca...

España es un circo permanente, incapaz de salir del lodazal cotidiano de la sinsustancia y la vacuidad, donde triunfa de tal manera lo banal y lo innecesario que podríamos darnos por absolutamente prescindibles y desaparecer del mapa de un día para otro sin que casi nadie se diera cuenta

Electrizante...

El esfuerzo del gobierno por convencernos de que este no parar del precio de la electricidad es solamente flor de un día, y que en nada lo van a bajar, sin decir quién ni cómo, no cuela.

Volver, con la frente marchita...

Nos tuvimos que acostumbrar al teletrabajo a la fuerza. En 2019 ya éramos un país laboral vanguardia (desde luego) pero no tanto, y la posibilidad de que la gente trabajara en casa (o en un bar, que mientras se trabaje el sitio es lo de menos) apenas se apuntaba en los libros blancos esos que sirven para gastar presupuesto en pensar y dejar los pensamientos por escrito por si acaso, y en la imaginación de los más modernos, que son los que viajan, y a los que, por cierto, nunca preguntan para hacer los libros blancos.

Pánico tecnológico

No me fío de las cosas electrónicas ni de los procedimientos automáticos, ni consigo imaginarme con una perspectiva positiva el resultado de cualquier acción técnica.

Don Juan Carlos

Abrir en canal a la gente es deporte nacional casi subvencionado, hasta que la víctima se muere, y entonces vuelven los desgarros y las pasiones, que aquí somos de enterrar muy bien, como decía Rubalcaba.

Los consumidores estamos perdidos...

Reclamar es un esfuerzo ímprobo que acaba invariablemente chocando con el muro de la burocracia de los mil escritos, las dos mil instancias y casi siempre el silencio final, que es al tiempo lo que a nosotros nos desincentiva para protestar y a ellos les motiva para seguirnos mintiendo.

Qué hijos de puta…

La clase política en España no suele estar nunca a la altura. Son bestias de mira corta que se preocupan mucho por lo suyo y por lo de los suyos, y poco por los demás y por lo de los demás.

El secreto de la alcaldesa

El concepto de ciudad de Gema Igual es cortoplacista y reducido, como de pueblo, sin más ambición que la de sobrevivir, y sus capacidades para gobernar una capital de comunidad autónoma de 175.000 habitantes igual de limitadas

¿2020?

Todo fue real, aunque cuando todo pasó, la gente siguió riendo y saliendo y juntándose como si nunca hubiera pasado nada.