Bendita paciencia
La inacción complaciente es el caldo del cultivo del desastre social. Y precisamente de esa cándida actitud se aprovechan los malnacidos que tienen algo que ver en la ecuación
La inacción complaciente es el caldo del cultivo del desastre social. Y precisamente de esa cándida actitud se aprovechan los malnacidos que tienen algo que ver en la ecuación
Elucubrar que una incómoda espera al sol o al frío para comprar un décimo de lotería de doña Manolita te puede arreglar el futuro es el clavo ardiendo de los pobres
El color de nuestro tiempo, después de años de avance cívico y de crecimiento social, no se ha perdido en las brumas en blanco y negro y el olor a pólvora que siempre acompañan a las derechas
Su sentido patrimonial del país está indeleblemente unido a su forma de ser y de comportarse. Y tampoco ellos se detienen ante nada para recuperarlo si las urnas deciden que gobiernen otros
La historia nos tiene demostrado que solamente cuando nos hemos ocupado de nosotros mismos con vehemencia hemos llegado a donde debíamos
La rapiña del trabajo creativo de los demás es tan frecuente y tan descarada que ha pasado a ser normal darla por hecho y sólo tener miedo a que suceda, sin más remedio que resignarse
Una hostia colectiva de la progresía que dice mucho de las malas campañas, de los malos compañeros de aventuras y de la mala suerte de empezar nada en medio de una pelea
La autocrítica por no haber elegido a los mejores es poderosamente sana a la hora de quedarse en paz con uno mismo. Rectificar es de sabios, y evitar el sufrimiento colectivo de soportar mediocres e inútiles también es muy loable en términos de solidaridad y convivencia
El emprendimiento en el ocio audiovisual no es negocio para los pequeños y los independientes, que no pueden aspirar no ya a vivir de su talento, sino siquiera a financiarlo a pequeña escala sin pasar apuros incluso en su economía personal
Los que defraudan son unos cabrones con pintas en el lomo que, encima de no pagar, se quejan porque los servicios públicos que se sostienen con esos ingresos, y que usan a tope porque "faltaría más", no tienen la calidad suficiente.
Nos vamos a la mierda sin remedio alguno, esa mierda intelectual y cultural en la que ya rezonga toda esta gentuza que tiene el odio por bandera.
Es año electoral, muy electoral, y eso en términos emocionales es una fatalidad enorme.
El karma es la sacarina en el café después de comer de los que están a dieta pero se han metido un lechazo entre pecho y espalda.
Han caído dos portavoces y una vicesecretaria general, esos cargos esenciales en toda estrategia de distracción para que el bueno del líder tenga el culo a salvo cuando caen chuzos de punta. La directora de comunicación también, pero como no era más que una asalariada, de ella no se habla
Gema Igual no tiene perspectiva, ni visión ni programa. Dirige Santander como si fuera un pueblo de 3.000 habitantes de los que es amiga de todos.
Irrelevancias aparte, el espionaje al presidente Sánchez y a alguno de sus ministros, por mucha normalidad que hayan querido darle al relato contándonoslo con la misma serenidad de espíritu que cuando nos desvelan las cifras del paro, es de una gravedad inusitada e incuestionable
La política suele ser el más fiel reflejo de la miseria que nos rodea, unas veces porque elegimos a los peores, y las otras porque los mejores se transforman en unos mierdas.
El esfuerzo del gobierno por convencernos de que este no parar del precio de la electricidad es solamente flor de un día, y que en nada lo van a bajar, sin decir quién ni cómo, no cuela.
Nos tuvimos que acostumbrar al teletrabajo a la fuerza. En 2019 ya éramos un país laboral vanguardia (desde luego) pero no tanto, y la posibilidad de que la gente trabajara en casa (o en un bar, que mientras se trabaje el sitio es lo de menos) apenas se apuntaba en los libros blancos esos que sirven para gastar presupuesto en pensar y dejar los pensamientos por escrito por si acaso, y en la imaginación de los más modernos, que son los que viajan, y a los que, por cierto, nunca preguntan para hacer los libros blancos.
No me fío de las cosas electrónicas ni de los procedimientos automáticos, ni consigo imaginarme con una perspectiva positiva el resultado de cualquier acción técnica.
Reclamar es un esfuerzo ímprobo que acaba invariablemente chocando con el muro de la burocracia de los mil escritos, las dos mil instancias y casi siempre el silencio final, que es al tiempo lo que a nosotros nos desincentiva para protestar y a ellos les motiva para seguirnos mintiendo.
La clase política en España no suele estar nunca a la altura. Son bestias de mira corta que se preocupan mucho por lo suyo y por lo de los suyos, y poco por los demás y por lo de los demás.
El concepto de ciudad de Gema Igual es cortoplacista y reducido, como de pueblo, sin más ambición que la de sobrevivir, y sus capacidades para gobernar una capital de comunidad autónoma de 175.000 habitantes igual de limitadas
Todo fue real, aunque cuando todo pasó, la gente siguió riendo y saliendo y juntándose como si nunca hubiera pasado nada.