martes. 23.04.2024

Cambios, recambios y otras piezas

Han caído dos portavoces y una vicesecretaria general, esos cargos esenciales en toda estrategia de distracción para que el bueno del líder tenga el culo a salvo cuando caen chuzos de punta. La directora de comunicación también, pero como no era más que una asalariada, de ella no se habla

En el PSOE están de reparaciones. Se les ha ocurrido, así de repente, que o limpian la maquinaria, le cambian algunas piezas y le ponen grasa, o no les aguanta el tinglado hasta las generales del año que viene. Esto es lo que pasa por ir tirando con lo puesto sin echarle un vistazo de cuando en cuando al tejido, la altura de los bajos y a lo que se va llevando, que al final se corre el riesgo de vestir como tu abuelo y en estropeado, y no tener nada moderno que ponerte cuando te invitan a una boda. Como los partidos políticos viven en un mundo paralelo de fantasía y ensoñaciones, cuando la realidad de un batacazo que se escucha hasta en la luna les pone de pie en la tierra tienen que echar a correr para ponerse al día jubilando ocurrencias, rebuscando en los trasteros y sacando a los micrófonos voces remasterizadas. El mediopelismo no es una opción cuando te juegas el futuro. 

Entre pitos y flautas, han caído dos portavoces y una vicesecretaria general, esos cargos esenciales en toda estrategia de distracción para que el bueno del líder tenga el culo a salvo cuando caen chuzos de punta. La directora de comunicación también, pero como no era más que una asalariada, de ella no se habla. El servicio siempre está en segundo plano. Sánchez se ha palpado la ropa, vistos los resultados en Andalucía y los datos horneados del CIS, y ha cambiado camisas y pantalones de otros para poder mantener los suyos. Así es la vida de los partidos. Arriba del todo, los vientos huracanados se llevan por delante a los de los costados, que por muy largo que tengan el título en las tarjetas de visita sólo son compañeros de viaje coyunturales a los que se puede dejar tirados en una gasolinera.

Las organizaciones partidistas son un enorme zoco de posibilidades para colocaciones, recolocaciones y acomodos

Y para el recambio en la política siempre se encuentran piezas. Las organizaciones partidistas son un enorme zoco de posibilidades para colocaciones, recolocaciones y acomodos. Se deben favores, se han de cumplir promesas y se tienen que acallar bocas, así que también siempre hay un roto para un descosido. El sistema funciona como el de encontrar un cubierto en un cajón de la cocina: basta con meter la mano y revolver un poco para sacar un cuchillo o un tenedor, incluso aunque tengan el tamaño de los de postre. En el objetivo de cargar el muerto al que se va, porque quiere o porque se le invita, nunca hay permuta imposible. Únicamente el líder es imprescindible, el resto son contingentes. Y un poco lilas por dejarse llevar y traer, y usarse para pagar los platos rotos de todo el grupo, pero de lo suyo gastan. La gestión de filias primero y desafectos después es muy personal. 

El secretario general del PSOE sale seco de la tormenta, y caen justos por pecadores. Es verdad que Sicilia y Héctor Gómez habían sido en su momento los tenedores de postre que salieron del cajón, y que Lastra estaba de capa caída desde que la sentaron en otra fila del Congreso para hacer hueco a los experimentos. También es verdad que Patxi López es un animal político desaprovechado, que la ministra de Hacienda tiene una lengua suelta muy oportuna para el combate dialéctico con la derecha, y que la nueva portavoz del partido parece sutil y enérgica a un mismo tiempo como para hacer más creíble el discurso electoral. Y por supuesto, que a Iceta había que compensarle por cambiar de ministerio en su momento, dicen que por imposición de los republicanos catalanes, que no le soportan, y hacerse cargo de los jirones perennes en que tienen los poderes públicos a la cultura en este país. Sopesando las calidades de entrantes y salientes, cualquiera diría que los socialistas han mejorado. Sánchez seguro que si, que ni él ni sus actuales más íntimos pierden un ápice de terreno y valoración, aunque la fiesta vaya por dentro. 

Las elecciones del 23 están a la vuelta de la esquina, y cualquier remiendo es poco para que al PSOE no le pasen por encima las derechas falangistas. Son malos tiempos para la lírica, y no estoy yo muy seguro de que mejoren sólo con estética. Si estos retoques se quedan en darse un poco de colorete para tapar las arrugas del tiempo y el mal vivir, valdrán de tanto como lo fueron los parches anteriores. Ya se sabe aquello de que aunque la mona se vista de seda...
 

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