jueves. 02.05.2024

Malos tiempos si no hacemos nada

Su sentido patrimonial del país está indeleblemente unido a su forma de ser y de comportarse. Y tampoco ellos se detienen ante nada para recuperarlo si las urnas deciden que gobiernen otros

Con mucho tiempo de retraso, me he visto de una sentada la serie House of Cards. Los Underwood son un peligro para la democracia. La manipulación que hacen de las instituciones y el uso que hacen de las personas para llegar a la Casa Blanca es alucinante. Lo peor de todo es la razón que les mueve, el sentimiento de que aquello les pertenece, de forma que cualquier cosa que haya que hacer por mantenerlo es necesaria y está justificada. No hay límites con tal de llegar al poder y retenerlo.

PP y VOX son los partidos de las tierras heredadas, los cortijos, los señoritos, el servicio doméstico y el esto es mio, que me viene de familia

Las motivaciones de Frank y Claire Underwood me recuerdan a las de las derechas españolas. España es suya, siempre lo ha sido, y cualquier gobierno distinto al suyo en cualquier ámbito es una anomalía que no se puede consentir. Lo de menos es que la participación democrática de la ciudadanía en elecciones libres entre iguales sea quien ponga y quien quite. Lo trascendental para ellos es la propiedad, inherente a su posición ideológica. Su sentido patrimonial del país está indeleblemente unido a su forma de ser y de comportarse. Y tampoco ellos se detienen ante nada para recuperarlo si las urnas deciden que gobiernen otros. Ahora deslegitiman el triunfo ajeno y socavan el funcionamiento institucional con falsedades, distorsionando la realidad, mintiendo, manipulando al electorado. Pero hasta hace no mucho tiempo también alentaban golpes de estado.

PP y VOX son los partidos de las tierras heredadas, los cortijos, los señoritos, el servicio doméstico y el esto es mio, que me viene de familia. La condescendencia con la que hacen política, su falta de creencia en el desarrollo social libre y democrático, la interpretación sesgada que hacen de las normas, la soberbia con la que tratan a la gente, son sus señas de identidad en un sistema de convivencia que aceptan como mal menor con tal de mantener feudos y haciendas. Las derechas solamente entienden España si todos damos por supuesto que es suya, y que los que no estamos con ellos vivimos de prestado. Alientan el enfrentamiento y fomentan la división como fórmula de imponer un orden que no es justo, ni solidario ni tolerante. Que no acepta al diferente, que castiga la disidencia y que se basa en la caridad. Todo sin más soporte intelectual que la testosterona y los apellidos.

El 23 de julio nos jugamos mucho, muchísimo. Si ganan las elecciones, la revancha de franquistas y fascistas por haber estado alejados del gobierno de España desde 2018 será cruda y dolorosa. Llevan años jaleando a los suyos con el clamor de la venganza, poniendo en solfa los avances sociales de la legislatura, prometiendo su derogación sistemática y anticipando el retroceso en libertades fundamentales. Las derechas no tienen otra perspectiva que conservar el mando a toda costa, gobernando solamente para las clases privilegiadas, con la cortedad de miras, los rancios valores y los arcaicos principios que están en su histórico y pobre bagaje político. Por mucho que adapten su marketing a los tiempos, su discurso es el de toda la vida: ellos y lo suyo, que es España. Desmontando lo que haya que desmontar hasta que todo se parezca a lo que fue siempre.

No nos dejemos. No aceptemos un compromiso que solamente es con ellos mismos. No es el momento de que vuelvan porque no se lo merecen. No podemos permitirnos ni un paso atrás, que es el único futuro que la derecha sabe dar. Si el 24 de julio  de este año, y de los próximos cuatro, queremos libertad, justicia, igualdad y vivir en paz, no dejemos que ganen.

Malos tiempos si no hacemos nada
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