jueves. 25.04.2024

MAR de fondo

En ese circo en el que tienen convertida la política española la desgracia de políticos que nos han tocado en suerte, el otro día un señor con la mochila cargada de ruindad y algún cadáver todavía caliente en el armario, ha dado un triple salto mortal hacia atrás, y, como siempre, ha caído de pie. Miguel Ángel Rodríguez, el amanuense de la presidenta de Madrid con la que se aplica en las artes que ya puso en práctica cuando sacó a Aznar del polvo de Castilla y lo convirtió en el peor presidente de la democracia, ha tenido la valentía de meterle un empujón a una periodista cuando estaba haciendo su trabajo. Sin despeinarse, con el mismo aplomo con el que mentía desde la sala de prensa de La Moncloa, y con la misma seguridad con la que conducía borracho aquella vez en la que terminó acabando detenido.

El zarandeo de Miguel Ángel Rodríguez a Andrea Ropero es indecente y escandaloso

El zarandeo de Miguel Ángel Rodríguez a Andrea Ropero es indecente y escandaloso. Ponerle la mano encima a cualquiera es la reacción cobarde de los que no tienen argumentos, ni honra. Pero es que, además, en el caso del director de gabinete de Ayuso trasluce una manera de entender las relaciones con su entorno de actividad política impúdica y absolutamente inmoral. Rodríguez emplea la violencia para plasmar el desacuerdo con la labor de los profesionales que se ocupan de las cosas de su jefa, que es el que nos permite a los ciudadanos saber lo que hacen y lo que piensan nuestros representantes públicos. La embestida de MAR a Ropero lo es a la libertad de información, y por lo tanto a la democracia misma. Estoy seguro de que a él esto le importa un pito, porque forma parte de esa derecha terrateniente que entiende la gestión de la convivencia como si fuera la de un cortijo en el que ellos mandan mientras cazan y fuman puros viendo los toros y los demás les recogen la mierda de los caballos y comen las sobras. 

Miguel Ángel Rodríguez es un pocero que se mueve cómodamente en las turbias aguas de las cloacas, malmetiendo, inventando, retorciendo, falseando. Quizá sea también capaz de hacer discursos, pero lo que mejor se le da es verter veneno alrededor de sus clientes, a veces con la inteligencia justa para hacerlo ellos mismos, o sabedores de que esa estrategia es tan vil y miserable que no se atreven. Los que le pagan los sueldos le saben experto en enfangar como quien oye llover, y ahora en golpear a los periodistas, y esa es una capacidad que a pocos les resulta, empleadores y empleado, con tan buenos resultados. Hay políticos que solo están a gusto rebozándose en el lodo, como los cochinos cuando tienen calor.

La prensa cumple un papel fundamental en los regímenes democráticos

La prensa cumple un papel fundamental en los regímenes democráticos. Ayuda a los ciudadanos a conocer la realidad que les circunda, y a partir de ahí, a formarse opinión y tomar decisiones. Ambas, informar y decidir, precisan de plena libertad para que sean elementos justos y eficientes de la voluntad social colectiva. En ese contexto, que es el que refrenda la calidad de las sociedades modernas, lo de Miguel Ángel Rodríguez es puro matonismo de polígono al servicio de la represión informativa y a los informadores que siguen una línea de comunicación y pensamiento que ni es la que le conviene ni puede controlar de otro modo. Inaceptable y absolutamente repudiable, y aunque le vaya al pelo al personaje, ni debe olvidarse ni dejar de denunciarse. MAR es de los que sobran en la vida pública, y Andrea Ropero de las que hacen falta.

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