viernes. 26.04.2024

Curas del medievo (una experiencia personal)

He tenido un problema con un cura párroco. Para situarnos, diré que apostaté de la fe católica en 2003. Unos meses después de enviar mi petición, que tuvo que dar algunas vueltas para ser tenida en cuenta, una carta del canciller del obispado de Santander la hacía oficial.

A todos los efectos, pues, no profeso religión alguna. Ni siquiera siguiendo ese artificio ideológico que usa una parte de la Iglesia para negar cualquier resultado práctico a la renuncia, porque Dios es tan poderoso que, existiendo sin ninguna duda, me acogerá en su seno por su infinita misericordia, haya hecho yo lo que haya hecho respecto de querer formar parte de su rebaño.

También diré que no tengo ningún problema en reconocer el derecho de cualquiera a practicar cualquier fe siempre que ello no interfiera en modo alguno en el desarrollo cotidiano del resto. Defiendo con la misma vehemencia ese ejercicio espiritual libre, voluntario y personal que el laicismo del Estado y la obligada neutralidad religiosa de la administración. Por otro lado, además, el catolicismo no me es ni ajeno ni desconocido.

Estudié en un colegio religioso, mi abuelo ayudaba en misa, y hasta que puede hacerme el distraído, lo acompañaba al culto de los domingos junto con mis hermanos. Tengo dos biblias en mi casa, y un Nuevo Testamento. Incluso hice una lectura el día de mi primera comunión, del Libro del Deuteronomio. Vamos, como cualquier español de mi generación y de las anteriores.

A todos los efectos, pues, no profeso religión alguna

El caso es que hace unas semanas se me ocurrió pedir a la parroquia en la que me bautizaron (no diré cuál es porque en mi ánimo no está hacer leña de un árbol caído) un certificado de su inscripción para tener constancia de que, efectivamente, se hizo lo que había que hacer y se anotó mi apostasía.

Y eso ha sido un problema. No ya porque la Iglesia no disponga de canales digitales para estas cosas. Al fin y al cabo, se siguen clavando los avisos de matrimonio en las puertas de las iglesias y las limosnas se dan en efectivo metiendo monedas en cajones de madera. No.

El problema han sido el cura y su actitud, nada cristiana en términos de caridad, por cierto. Tanto me ha molestado lo sucedido que he dirigido una queja al señor obispo, porque tampoco he sido capaz de encontrar un procedimiento que permita reclamar cuando no te tratan como es debido. Porque también ellos tienen ejemplos de mala praxis, por supuesto, que debieran poder denunciarse.

Escribí al cura de la parroquia, que me explicó cómo poder recibir la partida por correo. Le indiqué a dónde podía enviarla pero se me ocurrió ser transparente con mi situación en la Iglesia, como lo he sido aquí más arriba, y la razón de pedirla. Y no fue buena idea. Tan mala idea que me ha acusado de mentir por reclamarle una respuesta que no ha llegado y de ser injusto con su parroquia por elevar el asunto al obispado.

Tan mala idea que en su último correo me advierte de que no va a volver a atenderme, que cualquier trámite necesita autorización superior (paradójicamente, al principio, antes de compartir con él lo de mi renuncia la autorización no hacía falta) y que deberé acudir en persona a cumplirlo. Tan mala idea que la vez que traté de hablar con él por teléfono me colgó sin miramiento alguno.

A fecha de hoy, ni el cura responde a mis requerimientos ni tengo el certificado literal de mi bautismo. Sigo esperando respuesta del obispo. 

La Iglesia es una comunidad de personas en la que no falta de nada, como en cualquier otro grupo social, con también una gran variedad de comportamientos. El plus de rectitud de sus miembros a la hora de relacionarse con quienes no lo son deriva de ellos mismos, de los valores que predican y que exigen.

A fecha de hoy, ni el cura responde a mis requerimientos ni tengo el certificado literal de mi bautismo

No es comprensible que cuando quien proclama que el respeto al prójimo, la humildad, la sencillez, la honestidad o la responsabilidad son los principios que deben guiar el trato con los demás, se aparte de ellos cuando no te alineas con sus razones o simplemente le llevas la contraria.

Como ha hecho el maleducado cura de mi conflicto, que con su actitud parece más del medievo que de los tiempos modernos. Me niego a que este señor se crea que sus posiciones valen más que las mías porque nos separe la comunión en una fe. Me niego a dar por bueno su desprecio y su prepotencia. Me niego a que mi petición quede al albur de su juicio moral. Formar o no formar parte de la Iglesia es una opción legítima que yo ejercí en un sentido negativo.

Tratarme con absoluto respeto es una obligación que él tiene y que no admite discusión, porque "todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas (Mateo 7,12)".

Curas del medievo (una experiencia personal)
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