sábado. 27.04.2024

Carlos Díez del Corral es un torrelaveguense afincado en Madrid a quien desde muy joven le atrajo el mundo de la literatura. Sin embargo, hasta que se dedicó en cuerpo y alma al bello arte de la escritura pasó por la Armada, dio clases de tenis y estudió Periodismo y Psicología. El amplio abanico de conocimientos que abarca gracias a la dedicación a estas doctrinas hace que Díez del Corral haya acumulado tal saber durante tantos años que en solo una década ha publicado 28 libros. Su último trabajo, ‘Doctor Pdowsky’, nos trae una serie de relatos cortos con cierto tono sarcástico (predominante en toda su obra) que engancha desde el principio.

Para conocer más sobre la obra, Carlos descuelga su teléfono desde Madrid y nos explica detalladamente qué le ha llevado a escribir su libro.

- Usted ha escrito 28 libros en diez años, una auténtica proeza. ¿Por qué publicó su primer libro a los 60 años? ¿Los ha escrito todos en la última década o ha rescatado viejos manuscritos para algunos de estos libros?

Menos cuatro o cinco historias lo he escrito todo en los últimos diez años, porque yo escribo todos los días y con el tipo de libro que yo hago, que se pueden llamar relatos breves pero al mismo tiempo son aforismos, sueños y poesías, he escrito prácticamente más del 90% en los últimos diez años.

- En su obra destaca el relato corto. ¿Por qué ese afán por este género?

No es un afán y se le podría llamar hasta cierto punto incapacidad para hacer otra cosa. No es exactamente una incapacidad porque, para escribir una novela, necesitas un tema personal que hayas vivido. A mí me sale escribir relatos cortos. De hecho, hay muchas ideas y personajes que, de una situación concreta, lo alargo y al final hace que tenga gracia, porque lo que yo pretendo es la ironía, el sarcasmo.

- A la hora de escribir, ¿se nutre de la actualidad para ser reflejo de lo que sucede diariamente en la sociedad o por el contrario se aleja de ella y se ofrece como vía de escape del mundo real?

Yo hago un poco lo que me sale pero no suele tener nada que ver con la realidad social o política. Sí que traslado algunas cosas de esta zona de Madrid donde yo vivo. Soy una persona que vive sola y como casi todos los días fuera, paseo por el barrio y me relaciono socialmente. Algunas anécdotas las amplío y hago un relato y me da pie sobre lo que sea: el señor que le ha dado por hacerse el cojo, y así es como comienzo un relato.

- Humanitariamente, la crisis migratoria de Ceuta ha mostrado la mejor y la peor cara del ser humano. ¿Qué lectura hace de esto?

Yo siempre trato de razonar. Lo que está claro es que no es ninguna invasión, porque una invasión es lo que hizo Francia con España o de alguna manera lo que hicimos nosotros en América. Una cosa es tener una forma de ver las cosas y otra es ser gilipollas. Esto ha sido porque España tiene un contencioso muy activo con Marruecos, que está muy apoyado por Estados Unidos. A mí me parece mal que los señores de Vox actúen como si fueran las tropas napoleónicas.

- Usted obtuvo el título de periodista al presentar su tesis sobre Franz Kafka. ¿Qué podemos encontrar de este autor en su obra?

Yo me he leído varios libros de biografías interpretadas o interpretables de Kafka. Yo creo que mi obra tiene algo y al mismo tiempo no tiene demasiado de Kafka. Hay algo de él, pero en la ironía, el humor que yo empleo puede recordar a Kafka desde cierto punto de vista. Hay algún autor por ahí que viene a decir que Kafka era un cachondo. Yo creo que era una persona muy problematizada por su padre y que más que nada porque no tiene demasiado que ver con la crisis europea.

- ¿Quién es el Doctor Pdowsky?

Posiblemente sea yo. La imagen ideal de Pdowsky sería una mezcla de dos personajes que fueron reales. Uno era el Doctor Livingstone, que era inglés y se marchó a África, no lo encontraron hasta que llegó Henry Morton Stanley.

A mí me gusta mucho desmitificar. No soy nada mitómano. De alguno sí, porque, por ejemplo, me gusta mucho la física y estoy muy pendiente de la teoría de la relatividad y de la física cuántica. O en general de algunos escritores como Kafka. Pero eso es un vicio. Desmitificar es una palabra que entiende todo el mundo. Entonces, el Doctor Pdwosky es un explorador desmitificado que hasta droga a una serpiente. Es un personaje inventado por mí con el objetivo de hacer gracia.

- El capítulo ‘04:10 AM’ comienza con usted sentado en un banco del parque. ¿Es así como empiezan los procesos creativos de sus novelas?

Yo puedo decir que, en general, estos relatos breves comienzan a lo mejor por una anécdota. Además, hay un dicho con el que estoy de acuerdo con muchos autores que dicen que un señor tiene tan mala suerte que pone un circo y le crecen los enanos. Yo eso no lo sé, porque no tengo ni enanos ni circo, lo que sí tengo es mi experiencia, que me permite ponerme a escribir con gran facilidad sobre lo que tú quieras, me da igual.

Doctor PdowskyDoctor Pdowsky

 

- En ‘Arizónicas’ menciona a Jiddu Krishnamurti. ¿Le sirve como referente vital o literario?

Ten en cuenta eso de “miren, no han sido educados para estar solos. ¿Alguna vez han ido a pasear solos? Es muy importante pasear solo, sentarse debajo de un árbol”, etc. Cuando yo ya era capitán de la Marina, hubo una pequeña comuna india que se instaló en un chalet cerca de mi casa. No sé si recuerdas a un maestro espiritual indio que se llama Hans Ji Maharaj. Empecé a frecuentarlo porque me interesaban los temas espirituales y estaba estudiando Periodismo entonces. Iba a las charlas que daba esa gente, algunas de las cuales decían cosas muy interesantes. Desde entonces empecé a sentirme atraído por la espiritualidad oriental y a Krishnamurti le pongo en el libro y tengo otros autores que hablan de él. Me sigue pareciendo muy interesante.

- En cada uno de sus relatos hay un protagonista, un escenario y una historia distinta. Estos personajes, ¿son un alter ego de usted?

Yo creo que en ocasiones efectivamente sí, me pongo yo en esa situación y en otras no. No tiene absolutamente nada que ver conmigo, son diferentes. Un señor que empieza a hacer locuras en un restaurante. Pero me gusta imaginármelo y en ese sentido no tiene nada que ver conmigo. Además, yo escribo casi siempre en primera persona, porque me resulta más fácil, aunque tengo relatos que están escritos en tercera persona, pero me resulta más fácil escribir desde mi perspectiva, no por sentimiento, sino por la pura gramática.

- En ‘Exigencias’ se dirige a Luisa Fernanda, una mujer. ¿Es su esposa y escribirla le sirve para sentirla más cerca?

En absoluto. Solo una vez, cuando se murió el perro de mi hijo, a él le afectó mucho, entonces sí le escribí. Luisa Fernanda, de hecho, no era mi mujer, no se llamaba así ni tiene nada que ver con mi mujer, que es francesa. Simplemente escribí este capítulo porque, para mí, el matrimonio se presta a este tipo de cachondeo. Resulta que tengo una amiga de bachillerato que ahora vive en Valladolid y cuando lea esto se va a reír o igual se cabrea. Esta señora me localizó porque íbamos juntos al bachillerato al Instituto Marqués de Santillana. Éramos compañeros de clase, pero no teníamos nada que ver, ya te digo, la puse porque me gustan los nombres compuestos de hombres y mujeres.

- En ‘Expresiones’ usted se define como un ser ultra sensible al que la vida le marca el camino, pero que a la vez siente el impulso de hacer lo que le marca su carácter. ¿Esto es lo qué le ha hecho pasar de la Armada al Periodismo y luego a la Psicología, para más tarde a dar clases de tenis y finalmente publicar sus libros?

Pues posiblemente. Mira, yo entré en la Armada porque tenía una gran vocación marina. Mi padre había sido marino, estuvo en el bando nacional, pero se retiró de ella después de la guerra. Y luego, como había hecho una ingeniería de dos o tres años en Bélgica, pues fue durante muchos años el director del servicio eléctrico de Sniace. Vivíamos en los chalets de Sniace, el número 5 fue mi casa durante 25 años. Yo, ya te digo, me metí en la Marina por ciertos valores pero no tenía una vocación acendrada, sin que esto quiera decir que considere bien a mis compañeros y a la Marina.

Me gustaba mucho más escribir, igual podía haber hecho Periodismo, a lo mejor o Filosofía y Letras, fue probablemente porque en el instituto gané en aquella época dos flores naturales en el Instituto Marqués de Santillana, cuando estaba en tercero y en quinto. Una vez, en la emisora de radio de Torrelavega, quedé primero en narraciones con un relato corto. Otra vez segundo en poesía, con una obra que se llamaba ‘La noria’.

- ¿Qué nos puede avanzar de su próxima publicación?

La tengo prácticamente terminada. De momento la estoy mandando a la editorial. Ten en cuenta que durante estos diez, ya casi once años, escribo casi todos los días, y como son narraciones de dos o tres folios, pues tenía una gran cantidad de papeles. Entonces sigue un poco la pauta de este libro, quizá un poco más serio esta vez. Estos van a seguir siendo relatos cortos. Estoy planteando un conjunto de mis poesías que están dispersas y luego ya a ver si me meto con una novela, de la cual ya tengo cuarenta páginas escritas. No es fácil hacer varias cosas al mismo tiempo.

"Una cosa es tener una forma de ver las cosas y otra es ser gilipollas"
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