Llorar por encima de nuestras posibilidades
La mirada perdida, derramando lágrimas, seguramente aprovechaba la ausencia de clientes para “soltar presión” y digerir la mala noticia o el recuerdo que tenía que superar.
La mirada perdida, derramando lágrimas, seguramente aprovechaba la ausencia de clientes para “soltar presión” y digerir la mala noticia o el recuerdo que tenía que superar.
Los motes se pueden generar en cualquier momento. Por ejemplo: iba Luis de caza y uno de sus perros le mordió la pierna. Fue Luis y le mató. Y lo contó. A partir de ahí fue Luis el “Mataperros” para siempre.
Me dio por pensar en la “okupación”. En este caso de asiento y poltrona. Una vez que se asienta uno/a se disfruta de una especie de posesión. Ficticia, desde luego.
Declaramos que desde ese momento éramos república independiente, sin discursos, ni desfiles ni referéndum ni nada. Eso sí, con lazos de hermandad inquebrantable con la madre patria
Sentía que en la línea que es la vida cuando se va alguien importante, sobre todo si se va antes de “cuando nosotros tenemos previsto”, es como que esa línea se empieza a inclinar hacia abajo, poco a poco, camino del final
El malo es constante en el empeño, tenaz, su objetivo es ambicioso; si es necesario se le puede intentar poner freno. El tonto, por contra, es peligroso. Nunca sabes por dónde va salir ni como llega.
Portugueses sagaces, recientemente, han añadido una estructura fiscal que hace muy atractivo instalar allí cuerpo, mente y haberes… Mirando hacia el Oeste.
En estos tiempos que corren es muy polémico decir que quizá no todos podemos opinar de todo y sobre todo. O que los que han de opinar por nosotros deben tener conocimientos contrastados y que no sea solo una servidumbre política.
Aquel reloj que colgaba de la pared y que lo mismo marcaba bien la hora me hizo pensar en tanta tecnología que nos rodea
El lobo cuando entra en contacto con un rebaño hace el gran destrozo. Lo saben en los pueblos. Y los de las aldeas saben defenderse y como controlar esas poblaciones; solo que ya no se puede. Hay que proteger al lobo de todo mal.
Me temo que ahora vivimos, simplemente, en tiempos de notoriedad. La vida en esta parte del mundo, con excepciones, es simplona y predecible. Hasta superficial.
Este verano aproveché para mirar a las caras de las personas igual que ellos me miraban. Y, afortunadamente, conseguí no sacar ninguna conclusión.
Los pueblos que se vuelven, por su prosperidad, perezosos y débiles son literalmente apisonados por los nuevos que llegan con toda la fuerza y ganas de conquista: de los mercados y economías en estos tiempos.
Y así andamos metiendo mano al termostato del aire acondicionado, arden los mejores paisajes de España pero no hacemos (no hacen) nada para trabajar el monte en los meses frescos, los escaparates que tanta vida dan a las ciudades que se apaguen, la fruta está cara...
Con la inflación, con las sequías, con los impuestos, los precios se parecen cada vez más a los de los Españoles en el Mundo que les ha ido bien (que son los que salen en la tele).
Con tanto aire acondicionado como se pone en las casas la gente no se entera de lo que es el verano de verdad; no se escucha a las cigarras ni a las chicharras, no se busca la sombra, se lee muy poco y no se respetan las horas de siesta.
Ha llegado un momento en que se plantea uno el verdadero sentido de ciertos viajes. Ya no hay descubrimiento, no hay rincones secretos en la mayoría de lugares.
La paz y la tranquilidad por la que uno trabaja individualmente cada día se puede desmoronar en cualquier momento por una tragedia sobrevenida o porque un megalómano ponga el mundo patas arriba de vez en cuando.
En unos de esos lugares algunos días una “brass band” ensaya, interpreta, juega y versiona. Se apartan para soplar con fuerza el metal, pero su sonido llega lejos y se funde con los últimos calores de la tarde. El Sol, que se batía en retirada, se demora y aguanta hasta derrumbarse detrás de los oteros.
Se han movido piezas en el tablero de ajedrez y se empieza a notar una mirada, que viene del norte, que nos pasa por encima y se fija más al sur de nosotros buscando acuerdos de mutua conveniencia
Miguel Induráin no lloraba en el pódium y ganó 5 Tours de Francia seguidos. Y ganados de verdad, sin tomar cosas raras. Tampoco lloró Neil Armstrong al pisar la Luna y eso que aquello de ver la Tierra en la distancia y el estar allí casi sin gravedad poniendo la bandera de su país debió ser bastante impresionante. Y lo mismo con muchos otros ejemplos que podríamos enumerar; había una cierta contención en pro, como les digo, de la solemnidad.
Recuerdo que eran particularmente apasionados hablando de la OTAN (en contra), la misma a la que hubiera deseado pertenecer Ucrania estos días, de las centrales nucleares (en contra) de las que compramos energía eléctrica para España, de la Unión Soviética (a favor) y que poco tiempo después desapareció por no tener nada que ofrecer a los que estaban dentro.
Lo malo de votar así, de esta forma tan desapasionada, es que el votante está decepcionado desde el primer momento; no se siente representado y las políticas que se adoptan las rechaza
Caben otras actitudes que pretenden desafiar el paso del tiempo y que son muy respetables, como los famosos viajes a Turquía volviendo con un pañuelo en la cabeza e injertos que habrán de crecer. También visitas “al taller“ para hacerse retoques que en muchos casos destruyen una belleza que se ha ido consolidando con los años. Cuántas veces la gente se ha arrepentido de los apaños que se han hecho.
Qué caro le está saliendo a Ucrania no estar en los “clubs”. Y eso que desde 2018 ya estaban de acuerdo “los de los clubs” en que Ucrania acabaría llegando a ser miembro. La tardanza en la toma de decisiones de los unos ha sido el impulso de otro para lanzarse a invadir y anexionar.