viernes. 26.04.2024

La historia de Marcos Rodríguez Pantoja, el 'niño lobo', ha sido llevada al cine en forma de ficción y de documental. Con siete años vivía con un cabrero en una cueva, pero cuando el hombre murió, se quedó solo y aislado de la sociedad. Fue entonces cuando empezó la estrecha relación con los lobos, que lo adoptaron y cuidaron durante más de una década. Ahora, con 75 años, recuerda su vida, cómo sobrevivió gracias a los lobos y a su ingenio en la cueva, cómo la Guardia Civil le devolvió a la sociedad y cómo fue su adaptación a un mundo que no conocía. El próximo sábado, 28 de agosto, estará en el Teatro Principal de Reinosa para hablar de su experiencia, pero antes concede una entrevista a eldiariocantabria.es para abordar la relación del ser humano con la naturaleza, el camino que llevamos y la situación del lobo en la actualidad.

Con los años que ha vivido con los lobos, y las décadas que ya ha estado en sociedad, ¿cree que el ser humano necesita mejorar su relación con los animales y el medio ambiente?

Sí, totalmente. Las personas humanas no saben lo que se hacen ni saben lo que tienen. La naturaleza es lo más bonito del mundo entero, nadie sabe lo que es. Te lo da todo, no te cobra nada, pero en un momento dado te puede matar. El día que desaparezca la naturaleza creo que desaparecerá el mundo. La naturaleza es lo que se come todo lo malo que el hombre está echando. Ya no se puede comer nada en el campo por las cosas que echan. En vez de trabajarlo están echando veneno. No sé cómo explicarlo, muchas cosas todavía no sé decirlas a mis 75 años. Aquí matan por matar, la comida está tirada en la basura. Es un desastre, no sé a dónde vamos a llegar. Ya no se ven animales. La mitad los matan los venenos, y a los que no los matan los cazadores.

En sus décadas de experiencia en sociedad, ¿cree que la sociedad ha ido a mejor o a peor?

Ha ido a peor, totalmente. Aquí pasa como en la vida animal, hay buenos y malos. Algunas personas me han ayudado, hay de todo.

¿Por qué cree que hay ese rechazo al lobo?

Es por el nombre. El lobo es un perro salvaje. Para mí es precioso, es algo fantástico. Pero es fiero y hay que mirarlo a los ojos, de frente. No hay que correr, porque entonces te coge a ti antes. El lobo se marcha solo de tu lado. Es como la serpiente. No te va a hacer nada, pero no la toques porque entonces se defiende. Si a ti te van a pegar, tú te tienes que defender.

Cuando con siete años se me murió el cabrero (el hombre con el que vivía en una cueva) y se lo comieron los buitres, a mí me adoptaron totalmente. Mi mamá loba me traía pedazos de carne y me los dejaba en una roca. Ella veía que yo jugaba con sus cachorros y me terminó adoptando. Y con ellos he estado mejor que con una familia. Como me han tratado ellos no lo han hecho las personas humanas. Con 21 años yo no sabía nada, no sabía que había que pagar para comer, no sabía qué era el dinero, y me engañaron.

¿El ser humano tiene que cambiar mucho su forma de estar en el mundo?

Sí, tendríamos que coger otro sistema. Todo lo queremos hacer a la carrera. Si uno tiene un tren, todos quieren tren. Pero no todos podemos ser iguales. Si todos fuéramos ricos, nadie trabajaría. El mundo va muy ligero. Nadie quiere trabajar los campos, y en los campos lo que quieren es trabajo, limpieza, cortafuegos…

¿Qué se van a encontrar los asistentes a tu charla?

Primero proyecto una película y luego la comento. Normalmente pongo ‘Entre lobos’, que cuenta parte de mi vida. Después vienen las preguntas de la gente, y aunque yo contesto a todas, hay algunas que son muy íntimas. Parecería mentira que si tienen la valentía de preguntarme por mi intimidad, yo no vaya a responder. Otra cosa es con los niños cuando acudo a los colegios. A ellos les advierto que tengan cuidado con lo que me van a preguntar. Uno me preguntó una vez: “¿Usted cómo se las apañaba sin mujeres?”. Le contesté que lo sentía mucho, pero no podía contestar eso delante de las niñas. Llevo hojas de puerro, con las que hago águilas o perdices. A los mayores les respondo a preguntas sobre mi vida, cómo hice fuego con piedras, cómo me hice una nevera en una roca donde caía el agua a chorros y que las moscas no llegaran a la carne que tenía colgada en la cueva. Cómo hice una olla y una plancha en la roca, cómo curtía las pieles…

Antes mencionaba a los cazadores. Parece que la única forma de controlar al lobo es cazándolo. ¿Qué alternativa cree que puede haber?

He tenido charlas con cazadores y ganaderos, y es lo peor que puede existir. Me he tenido que marchar de esas mesas. Los ganaderos dicen que los lobos les matan las ovejas, pero están por ahí sueltas sin pastor. Voy a buscar setas y veo rebaños sin perro ni vigilancia. Si quiero llevarme dos o tres, lo hago y no se entera nadie.

Todos los animales tienen que comer. Nosotros también. Creo que la mitad de la culpa la tienen los ganaderos. Es un tema que me pone nervioso. A los ganaderos antes se les pagaban las reses que se les mataban. No tienen complicaciones ningunas. Tendrían que tener el ganado mejor vigilado. Hay mucha gente en el paro que puede vigilarlo.

El lobo se quiere incluir a nivel nacional como especie especialmente protegida, pero en el norte se está luchando por lo contrario. ¿Cómo valora esta iniciativa?

Me parece fantástico que hagan algo por los animales. Aquí quedan muy pocos, los están matando. Hace poco me he enterado que mataron a una loba que tenía dos lobitos. A nadie le gustará dejar dejar a los cachorros sin madre, digo yo. Para mí es un crimen.

Esa ha sido una de las polémicas en Cantabria. El cupo de extracción de lobo permite cazar más de 30 ejemplares, y se ha denunciado que algunos de los animales cazados han sido lobas en época reproductiva. ¿Hay alguna forma de lograr que el hombre conviva con el lobo?

No sé cómo meter mano ahí, es un tema que tiene mucha tela. Creo que pueden convivir, pero solo cuando la persona humana sea de otra manera, que no le tenga miedo al lobo. Hay perros que son peores que los lobos. Los propios cazadores tienen perros que matan las ovejas. Al lado de mi pueblo mataron doce ovejas, y cuando me pidieron ayuda para ver lo que pasó, pero cuando lo vi, no eran de lobos, eran de los perros, que los dejan sueltos y los tienen acostumbrados a matar. Estoy de acuerdo en que hay que matar algo, porque entonces nos comerían a nosotros.

¿Cómo vivió la pandemia, encerrados como estuvimos?

Me cogió trabajando enseñando a niños en excursiones por el monte. Yo no puedo estar encerrado, nunca he podido. No había trenes ni nada. Todo lo que gané me lo gasté en un taxi para volver a mi casa en Orense. Es cierto que estuve encerrado cuando me cogió la Guardia Civil y me llevaron con las monjitas. Allí estuve porque no podía moverme, me cortaron los callos, me ataron a una tabla para enderezarme. Hice la primera comunión, me llevaron al servicio militar.

“Mi mamá loba me traía pedazos de carne y me los dejaba en una roca”
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