miércoles. 08.05.2024

¿QUIÉN NO HA DESEADO CHIPRE?

Chipre es la tierra de la diosa Afrodita y, como esas mujeres que la materializan en carne y hueso, a menudo su belleza es su desgracia. Una cadena montañosa, cubierta de bosques, con picos de casi dos mil metros, asegura nieve invernal y, por lo tanto agua y fertilidad a una isla situada a un tiro de piedra de África, Oriente Medio y la Europa mediterránea. Un pastel irresistible para la codicia humana.

Hace 9.000 años, en Choirokoitia se construyó una aldea de agricultores con casas cilíndricas no muy diferentes de las diseminadas por Oriente Medio. Pero los primeros invasores conocidos ya habían poblado la isla tres mil años atrás. Mucho después llegaron los micénicos, a quienes siguió un totum revolutum de egipcios, hititas, asirios, griegos, fenicios y persas, estabilizado con el dominio romano, luego bizantino y, al fin, árabe. En 1192, Ricardo Corazón de León se hace con la isla para proclamarse rey y luego cederla a otros cruzados, de los que pasó a pertenecer a Venecia hasta la conquista otomana, en 1570. Los ingleses –los últimos invasores–  sustituyeron amistosamente a los otomanos en el control de la isla en 1878.

A LA NIÑA LE SOBRAN PRETENDIENTES

Cuando los inevitables ingleses tuvieron que abandonar su colonia, –no sin antes dejar dos áreas de la estratégica isla bajo su soberanía–, Chipre ya ardía por los enfrentamientos étnicos. La mayoría grecochipriota, apoyada por Grecia, quería unirse a este país siguiendo el ejemplo de otras islas del Egeo. Y el razonable temor a las consecuencias de que tal cosa sucediese llevó a la minoría turcochipriota, apoyada por Turquía, a promover la división de Chipre en dos partes. 

Ni para unos ni para otros. La independencia, en 1960, fue un encaje de bolillos diplomático –siempre amenazado por la superioridad de los grecochipriotas y la violencia de los enfrentamientos– para que Chipre se mantuviese como un solo país, independiente de la codicia turca o griega. 

Hasta que, en 1974, la dictadura militar que entonces dominaba en Grecia promovió un golpe de estado para favorecer la anexión de la isla. El ejército turco respondió invadiendo el tercio superior. La situación, con una condena de la ONU a la ocupación, quedó enquistada desde entonces. 

PROSTITUCIÓN SAGRADA

Quizá no sea casualidad que Afrodita, la diosa del amor, naciese de un acto de violencia. Cuando el titán Cronos expulsó del trono a su padre Urano cortándole los testículos con una hoz, su semen cayó sobre el mar y, de esa mezcla, la diosa emergió entre las espumas en la playa conocida como Petra tou Romiou

Petra Tou Romiou, el lugar de nacimiento de Afrodita | Foto: O.L.
Petra Tou Romiou, el lugar de nacimiento de Afrodita | Foto: O.L.

Decenas de vehículos entran y salen continuamente del lugar, convertido hoy en una meca de turistas y parejas empapadas de hormonas que se bañan, se besan, se fotografían y se prometen lo que Afrodita nunca prometería: amor eterno.

Una antepasada de Afrodita, con 5.000 años en el Museo de Nicosia | Foto: O.L.
Una antepasada de Afrodita, con 5.000 años en el Museo de Nicosia | Foto: O.L.

En realidad, nada nuevo, porque antes de que la diosa fuese siquiera imaginada, ya se adoraba aquí a sus abuelas mesopotámicas Isthar o Inanna y, antes aún, a diosas-madre cinco veces milenarias de nombres olvidados, cuyas figuras se muestran en el magnífico museo arqueológico de Nicosia. 

El complejo religioso dedicado a Afrodita, junto a la cercana ciudad de Pafos, fue durante la antigüedad un ineludible destino de peregrinación, al que llegaban multitudes en busca de fertilidad conyugal o suerte en el amor. Los peregrinos también rendían culto a la divinidad del amor y el sexo practicándolo con una cohorte de prostitutas sagradas, que ejercían su oficio en el entorno del templo.

Ruinas del santuario de Afrodita, junto a Pafos | Foto: O.L.
Ruinas del santuario de Afrodita, junto a Pafos | Foto: O.L.

De lo que fue uno de los santuarios más famosos de la Edad Antigua, queda muy poco. Más allá de columnas partidas y fragmentos de esculturas y exvotos, llama la atención una extraña roca triangular de color verde y origen volcánico, en la que moraba la diosa según remotas creencias orientales.

La extraña roca volcánica en la que residía la Diosa | Foto: O.L.
La extraña roca volcánica en la que residía la Diosa | Foto: O.L.

EL BUENO, EL FEO Y EL MALO

Tras la invasión turca de 1974, el norte de Chipre quedó separado por una línea de odio y silencio, que se materializó en 1983 con la autoproclamación de la República Turca independiente del Norte de Chipre, solo reconocida por Turquía. 

El rechazo internacional convirtió el norte de la isla en un estado fantasma, un territorio empobrecido

El rechazo internacional convirtió el norte de la isla en un estado fantasma, un territorio empobrecido y sometido a bloqueo comercial. En la realidad, una excrecencia de Turquía, que lo financia a la vez que maneja ocultamente los hilos de su administración, y con quien comparte incluso la misma moneda.

Mientras tanto, la república del sur de Chipre, aupada internacionalmente por Europa –forma parte de la Eurozona desde 2012–  se convierte en una economía boyante basada sobre todo en su atractivo desarrollo turístico. Aparentemente, dos destinos opuestos.

LA PATRIA DE OTELO

Llegué a Kyrenia, la ciudad portuaria más importante de la república del norte de Chipre, en barco desde la costa turca dada la escasez de vuelos internaciones que aterrizan en su aislado aeropuerto. Por algo será que, en esta región, concretamente en Famagusta, es donde se encuentra el castillo de Christoforo Moro, quien inspiraría a Shakespeare el personaje de Otelo. Turquía, como un celoso Otelo, no cederá fácilmente esta tierra, que considera ya de su propiedad.

El castillo cruzado de Kyrenia | Foto: O.L.
El castillo cruzado de Kyrenia | Foto: O.L.

“Yo soy turco”, fue la malhumorada respuesta del taxista que me llevaba hacia la capital dividida de la isla, Nicosia, cuando le pregunté su opinión acerca de la siempre inalcanzada reunificación de Chipre. 

Un paso fronterizo en la Nicosia dividida | Foto: O.L.
Un paso fronterizo en la Nicosia dividida | Foto: O.L.

Porque la llegada a la república del norte de migrantes turcos del continente, con un nacionalismo integrador en Anatolia, está perjudicando las esperanzas de los turcochipriotas. Éstos, ahora sueñan con revertir la división que antes propiciaron para acceder a la riqueza de sus vecinos del sur, quienes ya no les parecen tan enemigos. 

Muchachas Turcochipriotas en traje regional | Foto: O.L.
Muchachas Turcochipriotas en traje regional | Foto: O.L.

Mientras, los ahora acomodados grecochipriotas del sur, que siempre han clamado por el agravio de su patria robada, votaron un rotundo no a la integración con el norte en el referéndum de 2004. Cualquier cosa antes que cargar con toda esa roña, pensarán. Uno se pregunta por qué tras el patriotismo separatista se esconde tantas veces el rechazo a compartir la propia riqueza con parientes y vecinos pobres. Y viceversa.

¿DÓNDE QUEDÓ LA MAGIA?

La apuesta del sur de Chipre por el turismo masivo ha degradado sus costas, urbanizadas en exceso. La esencia mediterránea del país ya solo se encuentra en las montañas y en aquellos pueblos de éstas aún no embellecidos artificialmente para el turismo, con un intenso sabor griego. Abundan las fortalezas cruzadas y los lugares arqueológicos, pero con la excepción de las pinturas bizantinas de algunas iglesias, no son demasiado impresionantes. 

Para quien busca más que el relax y la playa, falta algo en el país. Quizá sea consecuencia de cierta aburrida mediocridad que los últimos invasores dejaron en herencia –junto a su perversión de conducir por la izquierda–. Por la razón que sea, el sur resulta un poco soso para ser un territorio tan adentrado en el meollo de Oriente Medio.

EL PATITO FEO

Y ojito con los vecinos del norte, porque pueden ser como el patito feo, que al final resultó ser un cisne. Además de contar con una costa intacta y el impresionante conjunto histórico de Famagusta, el norte rezuma autenticidad. 

Iglesia de Panagia Phorviotissa | Foto: O.L.
Iglesia de Panagia Phorviotissa | Foto: O.L.
Frescos de la Iglesia de Panagia Phorviotissa, patrimonio de la UNESCO |  Foto: O.L.
Frescos de la Iglesia de Panagia Phorviotissa, patrimonio de la UNESCO | Foto: O.L.

Shelag es una inglesa entrada en los sesenta que se dedica a la gestión inmobiliaria en Kyrenia, en el norte de Chipre, donde reside desde hace más de quince años. “Muchos jubilados y expat (expatriados) europeos, especialmente ingleses“, explica, “se han ido estableciendo aquí al calor de los bajos precios de la vivienda y del coste de la vida, que en el sur han alcanzado un nivel europeo. Y este clima es tan maravilloso como al otro lado de la frontera”.

En Kyrenia el baile de las grúas presagia ese movimiento especulativo que mueve las economías y activa los empleos. También la codicia y la pérdida del patrimonio. 

El puerto de Kyrenia, Chipre del Norte | Foto: O.L.
El puerto de Kyrenia, Chipre del Norte | Foto: O.L.

LA ÚLTIMA CAPITAL DIVIDIDA

La frontera que parte Chipre en dos, aún vigilada por los cascos azules de la ONU, también cruza y fragmenta la capital, Nicosia. Otra vez aquí es la parte norte, con sus caravanserais otomanos, su catedral gótica con minaretes reciclada en mezquita y el sabor oriental de su casco viejo, la ganadora en atractivo, y  por goleada.  

Caravanserai de Buyuk Han, en Nicosia | Foto: O.L.
Caravanserai de Buyuk Han, en Nicosia | Foto: O.L.

Hoy día es fácil atravesar los puestos fronterizos. Pero basta ver la línea de edificios abandonados y en ruinas que se extienden por la franja de tierra de nadie entre las dos ciudades, para sentir que la violencia implícita en la partición aún sigue presente.

LA HOGUERA DE LAS IDENTIDADES

Me atrevo a preguntar, en una tienda de Nicosia sur, si ellos se sienten más griegos o chipriotas. El dependiente, un chico joven, se queda cortado. Acude el dueño. Me explica, muy delicadamente, que aunque su cultura está muy influenciada por Grecia, se sienten chipriotas. No me cabe duda de que es sincero. Pero tampoco profundizo preguntándole por qué en varios sitios oficiales solo figuran las banderas chipriota y griega o, en algunas casas de las montañas, exclusivamente esta última. 

Shelag, la expat inglesa dedicada a la gestión inmobiliaria en Kyrenia, cree que las tensiones que dieron lugar al conflicto ya han remitido. “Lo único que la gente del norte quiere hoy es vivir mejor”, asegura. “Esta zona tiene un gran potencial, pero para despegar necesitamos un orden legal que nos dé seguridad. Y eso parece estar aún muy lejos de conseguirse”.

AFRODITA SE ENAMORA DE ADONIS

Península de Akamas, el finisterre más occidental de la isla. Una luminosa mañana de domingo recorro, entre un pelotón de senderistas locales, una ruta en torno al lugar en el que Afrodita conoció y se enamoró de Adonis. En Chipre abundan los lugares que la leyenda vincula a la biografía mitológica de la diosa, hasta el punto de que se ha establecido un circuido por toda la isla para visitarlos.

La península de Akamas, el Finisterre de Chipre | Foto: O.L.
La península de Akamas, el Finisterre de Chipre | Foto: O.L.

La ruta discurre entre jaras, lentiscos y sabinas enanas, con deslumbrantes vistas del Mediterráneo y, al fondo, las montañas de Turquía desdibujándose en el horizonte. 

Vista desde la ruta de Afrodita y Adonis
Vista desde la ruta de Afrodita y Adonis

Dicen que aquí Adonis, un semidiós relacionado con los ciclos de la naturaleza, se convirtió en amante de Afrodita. Y que Ares, el amante anterior, cegado por los celos adquirió la forma de un jabalí para matarlo cuando aquel salía de caza.

Como en la historia de Otelo. Como en la de la misma Chipre: El amor, el ansia de posesión, los celos, la violencia. Están tan imbricados entre sí que cabe preguntarse, aunque no nos guste, si esas cuatro fuerzas no son, en el fondo, las cuatro caras del mismo prisma.
 

Chipre, la deseada
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