Este verano surgía de nuevo la polémica en torno a las reuniones festivas en el espacio público. La Plaza de Cañadío centraba todas las miradas después de las denuncias de varios vecinos de la zona por el ruido y la suciedad a los que tiene que enfrentarse cada noche, sobremanera en verano y en especial durante la Semana Grande.
El debate abierto planteaba una solución para frenar la práctica del “botellón” en la céntrica plaza, pero también hubo quien se cuestionó si las personas que no practican botellón pero toman las consumiciones en las terrazas de los bares de la plaza hacen o no el mismo ruido, dejan a su paso o no los mismos desperdicios. Tras las peticiones de los vecinos, el Ayuntamiento desplegó un dispositivo policial que impedía a los jóvenes – en su mayoría – beber en la plaza, desplazándoles al Río de la Pila. Allí, de nuevo, unos vecinos acostumbrados a dormirse con el murmullo de la fiesta cada fin de semana, se quejaban de los ruidos y el estado en el que la zona queda después de cada noche. La misma diatriba del botellón y los bares.
Pese a que todos los grupos políticos municipales han mostrado su postura, unos apelando a la creación de zonas alejadas de los barrios residenciales, otros a la necesidad de ofertas alternativas al alcochol para los jóvenes, ninguno ha sabido proponer una solución definitiva distinta a la ofrecida por el Consistorio.
Lo que hay que hacer es poner los medios para que en esas calles tengan donde echar la basura, tal y como ha ocurrido en el recinto festivo
Un caso similar, del que las autoridades municipales santanderinas pueden tomar ejemplo, se ha producido en Castro Urdiales este verano y, según afirmaba el concejal responsable de Festejos, el socialista Alejandro Fernández, impidiendo el macro-botellón en el rompeolas, la fiesta y los problemas, sólo se ha conseguido que se hayan trasladado al casco antiguo.
El caso de Castro Urdiales
El concejal socialista Alejandro Fernández reconocía en una entrevista radiofónica recogida por muchocastro.com que impidiendo el macro-botellón en el rompeolas, la fiesta y con ella la suciedad y los problemas, se han trasladado a otro sitio, el casco antiguo: “este año se ha conseguido acotar el recinto de la Marmita, pero se ha generado una fiesta alternativa en otros sitios”.
Los turnos de limpieza se previeron para actuar en el recinto festivo: “se colocaron contenedores y la gente los ha utilizado”, pero Fernández admitía que no se ha podido controlar lo ocurrido en otras calles, y por eso se ha limpiado esta mañana: “lo que hay que hacer es poner los medios para que en esas calles tengan donde echar la basura, tal y como ha ocurrido en el recinto festivo”, y revisar los turnos con la empresa de limpieza.