sábado. 27.04.2024

Ensin augua nu hai juturu

Habría que recordarles a estas personas que si no llueve de una manera adecuada y continuada en los próximos meses, los por ejemplo precios de los alimentos se podrían incrementar aún mucho más

El título de este artículo bien podría haber sido, “buen tiempo, ingeniería social y terrorismo cómplice informativo”, sin embargo al final surgió el que actualmente preside el actual trabajo. Y es que no deja de ser sorprendente (y no por ello menos cierto y verdadero) y curioso que aún y todavía se siga utilizando en los medios de la difusión masiva española la expresión “hace mal tiempo”, “hoy el día será desapacible”, “amenaza el día con lluvia”, etc., cuando nos referimos al agua que cae del cielo en forma de gotas, cuando en ninguna parte y lugar de nuestro entorno más inmediato y cercano con pocas o escasas precipitaciones esto sucede.

Y es que por ejemplo, a ningún presentador de la televisión en Portugal o en Armenia se le ocurre decir que porque el día sea o vaya a ser esa mañana o esa tarde lluvioso o con precipitaciones, ello ya es sinónimo (o tiene que significar) de que por tal circunstancia la jornada ya no va a ser “adecuada” y “provechosa”, o sencillamente “feliz” y “alegre” para la persona sintiente, porque del cielo caiga el líquido elemento en forma de gotas de agua que riegan y dan vida a los entornos y a las personas.

La ideología globalista que pretende el control absoluto de los recursos es el resultado de la negación de la verdad

Sin embargo esta eventualidad (un día sí y otro también) se sigue produciendo machaconamente de una manera constante y harto repetitiva, y lo que es aún peor, sin atisbos de que por fin esta circunstancia se vaya a corregir y/o a enmendar de una vez y para siempre, de parte de quienes cobran y reciben un suelo y salario por dar “las noticias del tiempo” a unas personas oyentes y televisivas que parecería como si hubieran sido “abducidas” cuando los que salen por la tele o la radio les cuentan sus pareceres en lo que tiene que ver con el tiempo y sus vicisitudes.

No obstante habría que recordarles a estas personas que si no llueve de una manera adecuada y continuada en los próximos meses, los por ejemplo precios de los alimentos se podrían incrementar aún mucho más de lo que actualmente ya lo están, pudiéndose muchos de ellos fácilmente llegar a cuadruplicar y/o a quintuplicar. Las patatas, que por ejemplo siempre han sido un alimento comodín en la dieta, han doblado su precio en apenas 8 meses, y lo mismo podría de nuevo volver a suceder en apenas un año.

Cuando esta circunstancia se produzca (y cada vez esto parece más real y verdadero) habría que preguntarles a esas personas que salen por la tele, y que aún hoy y todavía siguen diciendo las sandeces frase-mantras del tipo anteriormente reseñadas y mencionadas (y que por no extendernos mucho bien pueden ser del tipo: “la inoportuna lluvia”, “la lluvia intempestiva”, “la impertinente lluvia”, etc), si es así como una sociedad que pretende ser evolucionada y desarrollada puede y desea avanzar y prosperar, siempre dando a entender al oyente o al telespectador con frases y palabras referidas a la lluvia que ésta es mala, o bien no bienvenida cuando ella cae del bendito cielo.

¿Acaso no obedece esta ingeniería social programada e inducida a que desde finales del año 2020 el agua ya es un bien que cotiza, en primero el mercado de futuros de Wall Street, y luego en la bolsas de valores de las principales economías del mundo? Y si cotiza y es un bien tangible (la base de la vida en la Tierra junto al aire), es lógico también pensar que para que este activo (como lo define la nueva neolengua) tenga un valor real y efectivo, cuanto menos y más restringido esté el líquido elemento más valor tendrá al final para sus ahora nuevos propietarios y dueños globalistas, al cual los estados “modernos” y “democráticos” claudican como meras marionetas que son en un mundo que pretende ser unipolar a la hora de desposeer a sus legítimos dueños (el pueblo) de lo que es y siempre ha sido su verdadera función y valor como elemento dador de vida y de libertad individual y colectiva.

A este cúmulo de despropósitos e inconsciencias bien las podríamos denominar con el término de “ingeniería social y reprogramación acelerada de la sociedad”

Sus promotores, principalmente norteamericanos, lo dicen claramente (y sin temblarles la voz en lo más mínimo) y a los cuatro vientos, cuando afirman claramente que tienen que eliminar la amenaza (¿amenaza para quién?, ¿para ellos mismos”?) que suponen las naciones y los estados que son dueños de su futuro y de su destino, y en consecuencia no se pliegan ante los intereses políticos y económico-geoestratégicos de sumisión y obediencia del sheriff o el de las naciones con una reputación más que dudosa y deficitaria en lo que respecta a la vida y a la protección que de esta se debe de hacer con responsabilidad y plena coherencia en todo momento.

Y es que la ideología globalista que pretende el control absoluto de los recursos es el resultado de la negación de la realidad objetiva y la confusión entre la percepción subjetiva y la realidad objetiva, es decir, la verdad. Y nos cuentan desde sus medios de la desinformación y de la alineación que la llegada al mercado de materias primas permitiría con seguridad (“según sus expertos”) una mejor gestión del riesgo futuro vinculado a este bien. Y se quedan “tan anchos y tan a gustito”.

¿Cómo es posible que hayamos podido llegar a ser tan cortos de miras y a tener tal grado de inoperancia e inactividad cerebral? ¿Acaso no sabemos que actualmente cuatro de cada diez personas en el mundo no tienen agua en sus vidas de una manera normal y habitual (y aquí ya no solamente hablamos de tener un grifo en su casa), o bien que si la tienen esta es de escasa o de muy deficiente fiabilidad? ¿Acaso no advertimos que el oro azul es actualmente el causante directo de al menos 343 conflictos en el mundo, afirman los estudiosos por el control de las fuentes del agua. Y es que esto no es de ahora, o de hoy mismo, sino más bien una característica propia de la contemporaneidad que aún puede ir a mucho más (como bien nos recuerda la historia desde antaño), cuando esta nos señala el comienzo de la “primera guerra” por el agua allá por el año 2500 a.C. en Mesopotamia, que es cuando el rey de Lagash construyó canales para desviar el río mediante la eliminación del líquido en Umma, cerca de la actual Bagdad.

No se conocía en seis décadas un Abril tan seco y tan poco lluvioso como el presente

A este cúmulo de despropósitos e inconsciencias bien las podríamos denominar con el término de “ingeniería social y reprogramación acelerada de la sociedad”, o bien con el parecido de “terrorismo cómplice informativo”. ¿Y por qué? Pues porque sencillamente no es normal y lógico que esté ocurriendo y sucediendo esto que actualmente vemos con un elemento que es básico y principal para nuestra existencia y supervivencia como especie.

Aunque datos podríamos dar muchos y muy variados de lo bueno que es “que haga en el cielo buen tiempo”, solo por poner un ejemplo diremos que en España la “crisis hídrica” ya se ha llevado este año por delante el arroz (que ya se ha perdido por completo), y si no hay sorpresa, la cosecha de cereal apenas llegará este año al 15%, mientras que habrá (y con mucha suerte) no más de la mitad del aceite que otros años anteriores. Y es que no se conocía en seis décadas un Abril tan seco y tan poco lluvioso como el presente, con registros que entrelazan varios ciclos secos en un escenario de hiper explotación de las reservas como no se recuerdan en mucho tiempo.

Recientemente he estado en la provincia de Jaén, y allí he podido contemplar los bellos paisajes del olivar jienense formado por un inmenso mar de más de 66 millones de olivos: el mayor bosque humanizado del planeta. Este inmenso patrimonio (y como este muchos miles más) podrían desaparecer si la lluvia no hace acto de presencia en lugares que ya de por sí están sufriendo desde hace años un cada vez mayor y más persistente estrés hídrico. Un lugar este que desde Abril de 2021 es candidato a la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, y de cuyas resoluciones finales sabremos en torno a este Verano.

"Ensin augua nu hai juturu, ni lu brá tampocu’n denguna parti del mundu” (sin agua no hay futuro, ni lo habrá tampoco en ninguna parte del mundo), por ello, y poniendo como excusa y pretexto a los cada vez más habituales y recientes acontecimientos que tienen que ver con el agua, la lluvia y las precipitaciones, una manera más de contribuir a la visibilidad y al florecimiento del cántabru puede y podría ser el escribir frases cántabras (por ejemplo en las redes sociales) siempre y cuando tengamos la oportunidad para ello, a fin de así poder cooperar a que de esta manera nuestra lengua pueda ser de nuevo cada vez más popular y habitual en nuestra sociedad.

Ensin augua nu hai juturu
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