sábado. 27.04.2024

Los ‘sí quiero’ más largos de la historia llegan este 2021. Dos palabras que el Covid envió directas a la lista roja, la de peligro de extinción, y que ahora esperan a ese billete de vuelta que las devuelva a los altares. En estos tiempos de expertos en leer miradas para sentirse más humanos, las de los novios dicen algo distinto a lo que acostumbran. Hablan de desilusión y angustia, el mismo idioma que se intuye en los ojos de los profesionales del sector nupcial, gravemente perjudicado durante esta pandemia y que ha sobrevivido a este 2020 en el silencio de la desesperación. “Vuelven las bodas, sí, pero con incertidumbre y miedo”, recalca Vanessa Abascal, Wedding Planner y presidenta de la Asociación de Bodas de Cantabria.

Una, dos, tres e incluso cuatro fechas distintas para andar ese camino al altar ha mermado ilusiones y esperanzas. “El novio del 2020 este año ha dicho que se casa sí o sí, como sea y en la condición que sea”, sostiene Sheila García, Wedding Planner de Rock and Love. Pero, aunque quieren casarse, el denominador común de todos ellos es un “me caso porque llevo cuatro años esperando”, afirma Pepe, propietario de la Finca de San Juan, en Castañeda, lejos del entusiasmo propio de un acto de estas características. El Covid ha quitado ganas, aunque parece que no amor. 

"Ahora se nos están yendo bodas a Madrid o al sur porque hay más estabilidad"

Y es que en Cantabria se realizan al año unas 2.800 bodas mientras el año pasado se realizaron 300. Pocas fechas tachadas con éxito en el calendario, un diseño poco habitual que se ha extendido los primeros meses de 2021. “Lo que nos está pasando es que ahora se nos están yendo bodas a Madrid o al sur porque hay más estabilidad. Lo normal en Cantabria es que venga a casarse gente que es de aquí pero vive fuera y ahora esta gente lo que hace es irse. Las bodas de abril se fueron casi todas fuera y las de mayo y junio están temerosas”, explica Vanessa, a la que le quedan 16 bodas para este año y tiene ya cogidas para 2022 y 2023, pero “no sé si las voy a poder hacer”, duda. Dos bodas son las que han hecho en lo que va de año Weding Planner Rock and Love, nada en comparación con un año normal, y aunque se muestran optimistas, reconocen que el primer trimestre “está siendo complicado”. Sin embargo, esperan un verano prometedor si todo va a mejor: “Normalmente tenemos capacidad para hacer 20-25 bodas al año y este 2021 tenemos casi 40 por todas las canceladas y alguna nueva. Va a ser un año de mucho trabajo”, sostienen.

“La gente se casa, pero al tener una regulación y restricciones fuertes el número de comensales ha bajado y esto es el gran drama del hostelero"

Pero más trabajo no se traduce en más ingresos para los profesionales del sector, especialmente para la restauración, como ocurre en La Finca de San Juan. “La gente sí se casa, pero al tener una regulación y restricciones fuertes el número de comensales ha bajado y esto es el gran drama del hostelero. Muchísimas bodas se nos han quedado por debajo del centenar”. Pepe ve “complicado” recuperar las pérdidas del año pasado, un año en el que canceló cerca de 37 eventos. “Creemos que el 2022 vendrá con fuerza si todo esto ha disminuido pero el 2021 va a depender mucho de cómo se desarrolle el verano y el otoño. Yo tengo un equipo preparado para hacer bodas de 180- 200 personas -tengo a media plantilla en ERTE-, si las bodas son de 80, me tengo que ajustar, los gastos se me van a multiplicar, con lo cual la recuperación económica no va a ser”, sostiene el propietario de la Finca de San Juan, que calcula, siendo optimista, que este año darán unos 35 servicios, cuando un año normal que hubiese empezado en febrero-marzo podrían haber sido unos 50 eventos.

Finca de San Juan, en Castañeda Foto Finca de San JuanFinca de San Juan, en Castañeda | Foto: Finca de San Juan

Para Sheila la mirada al futuro próximo es distinta. Y aunque las perdidas del año pasado “fueron considerables” esperan recuperarlas siempre y cuando se les permita hacer todas las bodas que tienen este año. “Esperamos entre este año y mitad del que viene haber recuperado todo el trabajo, y a partir de mitad del verano que viene volver a la normalidad”. 

Estos profesionales corren en contra del tiempo y de los tiempos, y eso desgasta. Y es que quien les iba a decir, a un sector que trabaja con meses y años de antelación, que iban a vivir al día, sujetos a una flexibilidad extrema y contrarreloj. “No hay estabilidad ninguna”, lamenta Vanessa. “Tenemos muchísimo más trabajo porque vivimos estudiando el BOC, antes tenías el plan a y el plan b, si hacía bueno o si llovía, ahora tienes que tener a, b, c y d”, sostiene Sheila. Todos ellos, sujetos a restricciones cambiantes como el número de comensales por mesa, espacios -interior o exterior-, aforos o apertura y cierre de municipios. En el caso de La Finca de San Juan, Pepe tiene la mayoría de los eventos programados en exterior, “pero hay muchos restaurantes que no cuentan con un gran espacio al aire libre, ese es el verdadero drama”, indica. “La realidad ahora mismo es el vivir al día y tener todo muy a última hora”. 

“No queremos ayudas, queremos poder trabajar, no se puede trabajar ni vivir así”

Una inestabilidad que ha hecho y sigue haciendo un gran daño al sector. “Lo que queremos es que Sanidad, con el consejero al frente, que es quien nos legisla en estos momentos, lo haga de manera que podamos trabajar, marcando las mismas pautas para todos los restaurantes y eventos. Pero como van variando cada semana o 15 días, nos perjudica muchísimo”, reivindica Vanessa. “No queremos ayudas, queremos poder trabajar, no se puede trabajar ni vivir así”, sostiene. Y es que, se pueden hacer bodas siguiendo unos requisitos sanitarios, afirma Vanesa, quien coincide con sus compañeros del sector en que una boda está muy controlada: “Los eventos son seguros y de hecho se puede crear un espacio burbuja”. Se hace un registro con todos los invitados, sus datos, procedencia, con quien vienen, prueba de antígenos 24 horas antes, mascarillas, geles, distancias, etc. Requisitos, como los test, que Sanidad no les requiere pero que ellos quieren hacerlo por seguridad: “Sanidad no lo obliga, la solución pasaría por que lo obligase pero nos dejase trabajar y organizar las bodas. Lo que hacen es prohibir sin dar opciones”, indica. Para Pepe, “la solución tendrá que venir con una apertura casi total" y sobre todo, matiza, "una cosa que nos está dañando es el tema de la tercera plataforma, que es el baile y las copas, esta es la regulación más complicada para un evento”, sentencia.

Ahora, solo les queda la esperanza de que la vacunación alcance un nivel avanzado antes de verano y puedan retomar su actividad con “estabilidad”. “Por nosotros y por nuestras parejas tenemos que mantenernos optimistas, contentos y con ganas de trabajar”, afirma Sheila, solo falta que “nos dejen”.

Los ‘sí quiero’ más largos de la historia llegan en 2021 por desesperación
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