viernes. 26.04.2024

La marcha fiscal de Ferrovial a Países Bajos, un mal presagio

Mientras se impone una sociedad super dependiente de Internet, del hágase usted mismo todo, porque las multinacionales y administraciones ya no cogen fácilmente el teléfono, nos rasgamos las vestiduras al ver que una gran constructora cambia su sede fiscal, de España a Países Bajos. El ejemplo es muy malo. Más allá, tremendamente insolidario. Mucho peor que pase dentro de la Unión Europea, aunque su funcionar tenga esto. Rapidito, habría que analizar el qué y el quién alienta este tipo de decisiones, ya que se atisba un efecto dominó o, lo que es lo mismo, que otras grandes empresas sigan el mismo camino de Ferrovial.   

El dinero y la avaricia no tienen patria, y prueba de ello son los paraísos fiscales, cada vez más protegidos, en vez de destruidos. Con derechas o izquierdas, en España cala que, para tener un bienestar bueno, principalmente en educación, sanidad, pensiones y desempleo, todos debemos contribuir con los impuestos correspondientes, y los ricos, aquellos designados como las grandes fortunas del país, mucho más. Nunca ha gustado que los campeonísimos deportistas pagaran sus impuestos en Andorra o Mónaco, y por eso el anuncio ahora de que la gigantesca constructora Ferrovial traslade su sede a Países Bajos ha sentado como un jarro de agua fría al Gobierno, aunque semejante decisión va más allá de lo que opine el Consejo de Ministros, por ser una decisión empresarial de imprevisibles consecuencias, y que nunca antes habíamos vivido dentro de nuestra economía. Dicho más claro: ¿seguirán otras multinacionales españolas el mismo camino?

Por más comunicados de prensa que emita, Ferrovial no tiene ni tendrá de su lado la comprensión social hacia el paso dado. Aunque con el tiempo, y más en España, todo se olvida. Por eso hay que hablar de presente, y fijar la atención en la política económica española y europea, sus grandes déficits, al no ser capaces, a tan alta edad de la UE, de apuntalar a las empresas en sus lugares de nacimiento, tentadas por el mejor trato fiscal de otros países del propio entorno, como Países Bajos o Luxemburgo. Semejante diferencia dentro de la Unión no debiera ni de plantearse. Las Islas Caimán salen mucho en las películas, pero se trata de un paraíso fiscal británico ubicado en el Caribe. Es un pésimo ejemplo que haya formatos, si quiera parecidos, dentro de países que se rigen por un parlamento y un gobierno común, con sede en Bruselas.

Tras el Covid, resulta tremendo el individualismo creciente en todos los terrenos, cuando el esfuerzo común y de la mano debiera ser la forma de actuar elegida para que siga en pie ese bienestar que cada día se resquebraja más (caso de la sanidad). Los gobiernos toman buenas y malas decisiones, pero el empresariado debe estar siempre a la altura de la trascendencia que tiene su actividad para el desarrollo general de cualquier comunidad ciudadana. Dicho esto, añado que en España no se da a los empresarios, ni tampoco a los emprendedores, la debida importancia, y muchas veces se les aplica una crítica injusta, simplemente por la labor que llevan a cabo. Es algo de lo que se queja el sector productivo, y llevan mucha razón en denunciar que se fomenta una idea equivocada de los dueños de empresas o compañías que dan empleo a millones de trabajadores. Ni que decir que esto no sucede en otros países cercanos como Francia, Alemania o Reino Unido.

Las Caimán salen en las películas, pero es un pésimo ejemplo formatos parecidos dentro de países que se rigen por un gobierno comunitario

El no sentirse queridos dentro de nuestro país es una lacra que lo pervierte todo, y que crea muchos desánimos que desembocan en la toma de otras muchas decisiones que terminan por ser polémicas. Hoy aplaudimos a los trabajadores sanitarios por su actuar en la pandemia, pero mañana les ponemos a caer de un burro por estar luchando por mejoras salariales y profesionales que ya venían demandando antes del Covid. Con esto no quiero decir que entienda lo que pretende Ferrovial. No, para nada. Pero si afirmo claramente que no sabemos tratar bien a los nuestros, y muchas veces dentro del propio Gobierno de la Nación o de ciertas comunidades autónomas estamos en la infravaloración de lo que somos realmente y hasta donde podemos llegar como país, gracias a nuestros empresarios. Cómo tomarse si no que seamos un país referente en turismo, y que desde el ministerio correspondiente se den palos demoledores al sector, lo que supone que países competidores como Estados Unidos o Francia se froten las manos con lo mal que nos llevamos aquí. Qué puedo decir también de nuestro sector ganadero y cárnico, y que se le meta malamente en el fregado del bienestar animal. ¿Esto se haría en Argentina? Pues no.

Pese a poner los anteriores malos ejemplos, que nunca debieron ser noticia, Ferrovial quiere pagar menos impuestos de lo que hace en España, y traslada su sede a Países Bajos. Punto. Sube el precio de sus acciones en el IBEX, mientras no paran los palos desde el Gobierno por una decisión que nos deja descolocados, como país, desde el punto de vista político, económico y de futuro. Centrándome en esto último, el mañana, ¿qué es lo que puede pasar con otras grandes compañías? Ni más ni menos, que el efecto dominó. Otras no seguirán a Ferrovial mañana mismo, pero lo pueden hacer el año que viene. Los esfuerzos del Gobierno deberían ir hacia que la constructora dé marcha atrás. Este es un pulso que nadie puede ganar y sí muchos perder, ya que lo que realmente está en juego es la solvencia de España, lo que provoca (¿por qué?) que sus grandes iconos económicos busquen fuera nuevas sedes fiscales.

¿Qué es lo que puede pasar con otras multinacionales? El efecto dominó. No seguirán a Ferrovial mañana, pero lo pueden hacer el año que viene”

Cuando se quiere, el arreglo entre las partes funciona a la perfección. Tan solo hay que poner interés. Ahora estamos en una fase de acorralar a la empresa por tierra, mar y aire, y no sé yo si es la mejor táctica para el buen final de esta historia. Sencillamente, lo de Ferrovial es un mal presagio. Desde el mismísimo Gobierno se nos quiere convencer de que la mejor forma de vivir es dentro de una sociedad digital, solo con el móvil, sin bancos ni administraciones abiertas al público, todo muy super tecnológico. Pero cuando prueba su propia medicina, de una firma que se traslada de aquí para allá, entonces el mal invento de la mundialización ya no gusta. Es lo que tiene construir una nueva economía injusta e insolidaria, en la que cada cual solo va a lo suyo. Como Ferrovial.

 

La marcha fiscal de Ferrovial a Países Bajos, un mal presagio
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