viernes. 26.04.2024

La historia viva. Crónicas desde el otro lado de las alambradas

En aquel gélido enero de hace setenta y ocho años, comenzó la diáspora hacia el límite pirenaico franco-catalán. Medio millón de republicanos refugiados, civiles y milicianos, son perseguidos por las botas de las falanges del golpista Franco.

Dime
Qué triste desierto 
Nos sitia...
Ruido de pasos
Y ruido de armas
A lo largo de los días
A lo largo de las noches
Qué lágrimas nos arrullan
Qué sangre
Qué gritos
Detrás de las alambradas
A cada paso (...)

Detrás de las alambradas, Paul Dakeyo, escritor franco-camerunés

Al principio de la trágica prueba que hubieron de experimentar los combatientes del ejército republicano en su éxodo y en los diversos campos de concentración en Francia, comenzado el año 1939, se escribieron no pocos libros que dejaban patente esa memoria, como, por ejemplo, el recuerdo de Margarita Nelken que, junto a Magda de Paul Nelken, su hija, cruzó a Francia en la retirada de Cataluña, y, desde Perpiñán, una y otra sirvieron intensamente en el auxilio a los republicanos perseguidos y confinados en esos campos; o el caso de Jaime Espinar, Argelès-Sur-Mer (1940), o también, entre otros muchos, el de Manuel García Gerpe, Alambradas. Mis nueve meses por los campos de concentración franceses (1941).

Sin embargo, "la memoria colectiva es por naturaleza selectiva. Tiene la tendencia a rehacer la historia olvidando a veces los momentos difíciles. Más que los episodios dolorosos, intenta borrar a quienes arriesgan ejercitar un sentimiento de pena, o incluso de vergüenza", como dice el historiador francés Émile Temime (Bayona, 1926 - Marsella, 2008) en el prólogo de Derrière les Barbelés. Journal des Camps de Concentration en France (1939), de Eulalio Ferrer, traduit par Anna Fernández al francés; 1993, Limonest, Lyon: l'Interdisciplinaire. Bien lo sabe este profesor universitario en Provenza, especialista en movimientos migratorios en el Mediterráneo, que aparentemente desconociendo la deriva de su país vecino, España, asevera y critica a su nación:

(...) ha hecho falta casi medio siglo para que se acepte en Francia hablar con toda libertad de los campos donde fueron agrupados los exiliados, echados de su país finalizando los años 30 por las persecuciones políticas o raciales, para comenzar naturalmente por los cientos de miles de refugiados españoles que pasaron la frontera pirenaica al comienzo del año 1939"

La Historia

En aquel gélido enero de hace setenta y ocho años, comenzó la diáspora hacia el límite pirenaico franco-catalán. Medio millón de republicanos refugiados, civiles y milicianos, son perseguidos por las botas de las falanges del golpista Franco.

Este exilio organizó un drama de los más significativos en la Europa del pasado siglo, un hundimiento multitudinario ante el cual, a dicho horror no se anticiparon los controles franceses, conocedores de antemano, sin dilación, de la contingente y viable envergadura de aquella masa humana que caminaba en condiciones tan terribles. La postura y la posición, entonces, de esa gran potencia que tiene a gala el emblema de "Libertad, Igualdad y Fraternidad", que se enorgullece de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, no estuvo a la altura. No. Se ciñó a una glacial recepción militar, llena de desprecio al respeto humano y físico, a todas luces vergonzoso y humillante tanto para los civiles como para los milicianos españoles. Primaba más la recolocación europea que ya era urgente, a sabiendas de que el nazismo no podía prosperar y su tiempo estaba contado.  

Alrededor de doscientos sesenta mil civiles y milicianos fueron reunidos y hacinados en aquellos primeros meses de 1939 en los campos de concentración de Argelès-sur-Mer, Barcarès y Saint-Cyprien, sin medio necesario alguno de vida y refugio.

Parecida cifra de civiles refugiados, entre mujeres, niños y ancianos, fueron agrupados, por la fuerza, en la Francia interior por medio de ferrocarriles compuestos frecuentemente con vehículos de mercancías. Aproximadamente, el setenta por ciento ya había vuelto a España, finalizando 1939. El destino que les estaba confiado no les era el más prometedor ni tampoco a quienes decidieron quedarse en el país galo. Era la aurora de muerte de la Segunda Guerra Mundial y la consiguiente toma e invasión nazi.

La venganza de los vencedores

El número de milicianos republicanos desplazados en aquellas dos semanas de frío invierno, a caballo entre enero y febrero del año en que acaba la guerra, hacia la frontera francesa fue imaginable, por la cantidad perfectamente sabida del Ejército Republicano junto con el Ejército Popular de la República. Sin embargo, no sucedió lo mismo con los civiles. La envergadura del flujo de personas rebosó en los límites pirenaicos por la enorme dimensión de civiles perseguidos y por la venganza contra la malla y la trama colectiva roja, empleada a fondo desde los primeros momentos en los lugares invadidos por los milicianos franquistas contra los susceptibles de inclinación y afinidad republicanas o progresistas. La realidad que no quisieron ver las autoridades francesas, ya avisadas, era que en Cataluña, hacia la mitad de 1938, se amontonaban setecientos mil civiles abandonados de otros cinturones que habían sido republicanos. No obstante, comenzado 1939, esa cifra aumentó hasta un millón.

Se cierra la frontera

Parece que todo este relato se podría reproducir, casi con puntos y comas, a la actualidad de los setenta millones de refugiados en nuestro mundo. Como sucede en la Europa de hoy, también finalizando enero, el ejecutivo de París dispone el cierre del límite franco-español, salvo para las raras personas equipadas necesariamente con su pasaporte como es debido y pase consular francés. Pero permanecía lerdo para acoger la inapelable certidumbre de aquella gran masa humana que iba llegando; y obligado por la magnitud de la propia realidad, dos noches después de la llegada, deja en descubierto, una posibilidad más hacia la libertad. Sin embargo, solo lo hace para las mujeres, para los avanzados en edad y para los niños. Y no por algún motivo humanitario, sino por miedo a que se reprodujese la exasperación entre el importante contingente de perseguidos, mudándose en un alud sin dirección. Al efecto, cubrían la noticia casi un centenar y medio de periodistas. Se trataba de la primera consecuencia de la posguerra.

Por su parte, el empresario de la comunicación, publicista hispano-mexicano y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Eulalio Ferrer Rodríguez (Santander, Cantabria, España, 1921 - Ciudad de México, 2009) nos ha legado la confesión del destino y mala suerte que sintieron y resistieron en los campos de concentración de Francia quienes tuvieron que abandonar su país para librarse de las represalias y la muerte cierta por parte de Franco.

Es el primer testigo de esta sinrazón. Anna Fernández Setién (Lyon), con nacionalidad también española, en la contraportada de su libro ha escrito, junto a una foto de Lalio, una cita del santanderino en francés y firmada por él que dice:

Detrás de las alambradas que nos

acorralan, se refleja una

realidad oscura, que nos revuelve,

y nos deja sin voz.

Es una imagen que no

podré borrar nunca,

que siempre me acompañará,

no solo como

un paisaje de nuestra vida,

sino que también como

el escudo de nuestra experiencia.

(1939, Argelès-sur-Mer)

Por otra parte, el libro Derrière les Barbelés -la versión francesa, alberga en la portada un aguafuerte que, junto con otros, está dedicado a los recintos cercados para refugiados, quizás sin retorno, en los arenales del sur del país vecino. El artista es Antonio Rodríguez Luna. El penco puede ser la misma muerte. Cada cual que saque sus conclusiones, porque 1939 era un momento idóneo para equivocar la realidad con las alucinaciones, y viceversa.

Homenaje del Gobierno de México a Antonio R. Serna y Antonio Rodríguez Luna, el pintor español de este cuadro, en donde da cuenta del marco lamentable de los campos de concentración de la época; en este caso, el campo de Argelès-sur-Mer

No es difícil imaginarse cómo fue aquel proceso sin proceso, sin causa jurídica, sin legitimidad. La confusión y desorganización inicial de la diáspora y exilio en la barrera con Francia se duplicó con creces en los días siguientes, cuando empezaron a configurarse y a aprestarse, de una manera sumamente morosa y con limitaciones sin límite, las áreas para detener a los españoles republicanos. El primero de los "centros especiales" se instituyó en Rieucros, en las dependencias del antiguo seminario de Mende -Lozère- (21.I.1939 - 13.II.1942, un excelente momento para el gobierno del lionés Édouard Daladier, del partido radical socialista, que empleó todo fervor, con nulo pensamiento socialista y ardor radical, a los Decretos Ley de 1938. Así, cualquier extranjero que no tuviese los papeles como es debido para estar en Francia, estaba considerado como "indeseable", siendo objeto, por tanto, de una ininterrumpida y constante observación, y deportado en el menor tiempo posible, y en cualquier momento.

¿Cómo pudo haber tamaña sequedad en el alma de un presidente del gobierno, de un profesor de Historia de su ciudad, y de origen humilde, para derrochar esa estrechez de miras y de progreso? ¿Sería consciente de los efectos que tuvieron sus decretos en los republicanos españoles? Apodado como "el toro de Vaucluse", se retira en 1958 y muere en 1970, con más pena que gloria.

Telesforo Fernández Vázquez (Santander, 1921 - Lyon, 2017)

En su juventud, Foro perteneció al Grupo de Pioneros Rojos, una de las principales defensas comunistas en Cantabria. Eran años de lucha en que, junto con su amigo de infancia y coetáneo Lalio, las ideas se tenían claras. Ambos, se van de España y recorren juntos los mismos campos de concentración. Foro escribe la introducción al libro traducido de su hija Anna, Derrière les Barbelés. Testigo de primera mano, han pasado 50 años desde que los dos amigos son liberados.

En esos momentos, también el pintor cordobés Antonio Rodríguez Luna sale de los campos de Argelès-sur-Mer y Saint-Cyprien, un infierno de cuarenta días del que sale por mediación de Joan Miró y Picasso, pudiendo alcanzar París y, poco más tarde, reclamándole el presidente de México, Cárdenas, como a otros treinta mil españoles; uno de ellos, el cántabro Eulalio Ferrer.

Foro se queda en Lyon. En la Introducción dice estas emotivas palabras que, evidentemente, no se encuentran en el libro de Eulalio Ferrer, y que las traduzco del francés al español:

"Cincuenta años más tarde...

Después de haber sufrido el peligro de la muerte, el hambre, la presencia de piojos en los campos de concentración d'Argelès-sur-Mer, de Saint-Cyprien et de Barcarès, después de haber constatado no sin emoción y con el mayor respeto, que los Derechos del Hombre representaban una generosa realidad, aunque solo en el corazón y en el alma del pueblo mexicano, junto a su querido Presidente Lázaro Cárdenas, en memoria de quien le guarda un minuto de silencio, señal de la mayor admiración... ¡Aquí estamos cincuenta años más tarde!

Puedo además constatar en mi viaje, con emoción y respeto, que mi compañero de infancia y de guerra, Eulalio Ferrer Rodríguez ha sido nombrado "Hijo Predilecto", es decir hijo preferido de su ciudad natal, Santander, en España, título honorífico merecido. Deja, además, su nombre en una calle de Torrelavega (2ª ciudad de Cantabria).

Es hecho Doctor Honoris Causa de la Universidad Complutense de Madrid en 1989; eso, entre otras distinciones y títulos honoríficos internacionales (G.B.; U.S.A. ...). Ha sabido, con tesón y pasión transformar la ametralladora, ametrallando el mundo con sus pensamientos, con Humanidades.

Publicista internacional cuya notoriedad ya no se establece     más, primer agente publicitario de México, competitivo en los U.S.A., ha llegado a ser en potencia el gran maestro de la comunicación, con inagotables recursos, siendo el autor de una treintena de obras, joyas auténticas de cultura y de literatura, sin mencionar los ensayos filosóficos admirablemente redactados que le han permitido una entrada destacada en la Academia de México como en la Academia de España.

¿Sus grandes pasiones? La sociedad, la humanidad. Es obligación hacer constar que su reconocimiento y su bondad son sin límites y sin fronteras.

Es con ardor, fe y mucho trabajo con lo que ha constituido el Museo Iconográfico de Don Quijote en Guanajuato (México), único en el mundo, creando la Fundación Cervantina Eulalio Ferrer. Ha hecho donación de este formidable museo a México, en nombre de todos los exiliados republicanos españoles, testimonio de su gratitud hacia una acogida a tal punto fraternal en tierra mexicana.

En este 14 de julio de 1993, quiero gritar:

"¡Viva México!

¡Viva Cárdenas!

¡Viva Francia!" ¡Afortunadamente ya no estamos en 1939!

Reclamo a todo el mundo el título de Doctor Honoris Causa Universal para este hombre, padre de familia, ardiente defensor de la Libertad, de la Fraternidad y de la Igualdad para la humanidad, a quien rindo un homenaje, apoyado por su inmenso talento.

Recuerdo impregnado de afecto a mi amigo Eulalio, así como a su esposa y a sus hijos.

¡Viva España!

Son fecundos, concretos

los prólogos leídos

Benítez, Guerra, Paz".

Las penas, las desgracias y la indigencia de estos dos jóvenes santanderinos, como la de tantos otros compañeros suyos, en los campos de concentración franceses les ahuyentaron de cualquier apasionamiento de combate. Se comieron los codos de hambre durante dos muy prolongados meses en el dantesco campo de Argèles-sur-Mer, desde el 14 de abril al 20 de junio de 1939; tres meses largos en el de Barcarès, desde el 21 de junio al 24 de septiembre, de ese año; y casi tres meses, también, en el de Saint-Cyprien, desde el 28 de septiembre al 7 de diciembre, del mismo año. Eulalio Ferrer embarcará con destino a México. Telesforo Fernández se queda, con su familia, en Francia, en Lyon. Los dos, en sus nuevos destinos, con una lucidez y agudeza amargamente esclarecidas, imaginan que, después de estar entre alambradas, ahora comienzan a estarlo también en medio de dos guerras. Ambos sienten el fatal presagio que pulsa su espacio. Lalio deja Francia, con apoyo del PSOE, su partido político, y puede irse a México; Foro, desde entonces hasta hoy, y sin apoyos, ha de quedarse a vivir en ese país en el que tantas bilis ha sentido y resistido. Acabando 1939, la salida de los campos únicamente debería provocar en ellos alegría y satisfacción. México está lejos y, aun su "neutralidad simulada" en la Segunda Guerra Mundial, su apoyo a los aliados es notorio y palmario. Sin embargo, después de lo vivido en los campos de concentración franceses, siendo tan cruel y estremecedor, un punto de la historia tabú en Francia, lo que siguió para los que se quedaron en Francia con el régimen de Vichy, los colaboradores de los nazis, fue, si cabe, aún más terrible y bárbaro. Las perspectivas se planteaban lóbregas y pesimistas. La odisea sobre el continente volvía a galopar. Así, difícilmente podían tener sus ideas cualquier atisbo de aclaraciones y alegrías.

        Como dice el historiador Emile Temime,

(...) Ha hecho falta cerca de medio siglo para que se acepte en Francia hablar con toda libertad de los campos en donde fueron reagrupados los exiliados, expulsados de su país a finales de los años 30 por las persecuciones políticas o raciales, comenzando naturalmente por los cientos de miles de refugiados españoles que atravesaron la frontera pirenaica al principio del año 1939 (Emile Temime, 1993. Prefacio. En Eulalio Ferrer -Anna Fernández, traduc.- Derrière les Barbelés págs 7-13. Limonest: l'Interdisciplinaire).

Al parecer, todo ha de llevar su tiempo. Aquí, en España, se sigue el dicho que se cierne en la película La vida que te espera, de Gutiérrez Aragón, "de lo que no se habla, no existe", en boca de los pasiegos. Los dictadores también la han utilizado y siguen haciéndolo. Ahora, para negar el recuerdo de los exiliados en 1939; entonces, en 1950, Franco eliminó del diccionario de la RAE el vocablo "exiliado", tratando de borrar con ello su vestigio

En fin, no ha dejado de ser una alegría haber trabajado el libro Entre Alambradas, versión española, junto con su versión francesa "Derrière les Barbelés". Esta es propiamente más rica y muy documentada. A mi juicio, más que la española. El prefacio de Telesforo Fernández, amigo de infancia y de campos de concentración de Eulalio Ferrer, el pequeño estudio del historiador y profesor universitario Emile Temime, una bibliografía de casi una veintena de referencias, y más de veinte fotos e imágenes dan testimonio de lo dicho; se hizo a conciencia y mucho más tarde que la versión española. Y es una lástima que los sucesivos y posteriores artículos leídos no hayan mencionado la versión "Derrière les Barbelés". Una lástima y un desencanto, dado que son unos artículos excelentes.

A los noventa y seis años, Foro vive en su mundo. Ahora, en su pasado está su refugio. Se entretiene con sus recuerdos al alcance de la mano. Se le ve, cada vez, más cansado, y, en cambio, sale cada día más fortalecido y seguro, a través de esos recuerdos y de esa corpulencia, que aquí llamamos humanidad. Y ahora, con esa pasión que siempre le caracterizó, su único afán es permanecer aquí, con su hija Anna. No le faltan las fuerzas, cada día se nota más el poder que le hace seguir adelante, como antaño; viéndose como si se encaminase, no obstante, a través de una grumosa llovizna, estrujando con fuerza el pedal de su brío.

Su hija lo entiende a la perfección. Poco a poco se van las fuerzas, se van las ganas, se esfuman las esperanzas. Es un proceso lento en el que todo se esfuma lentamente... Reconoce que es duro y triste. El padre no sale de casa desde hace casi tres años antes de su fallecimiento, desde que tuvo el accidente cerebrovascular. Es todo el largo recorrido de aquel niño con trece hermanos, de los cuales solo sobrevivieron siete -por enfermedades tempranas que no se curaban entonces-, y que salió a trabajar a los 11 años, vendiendo palomitas en el flamante Cine Coliseum de Santander (1933-1999), por la noche, y quedándose dormido en las butacas. Más tarde, salió a trabajar para arreglar tejados con un tío suyo que tenía la empresa. Porque había hambre en casa. Un hombre que siempre ha guardado un especial y grato recuerdo de sus maestros de escuela; para él, algo así como dioses, porque no tuvo más formación. Los recuerda con respeto y admiración. Más tarde, le tocaría aprenderlo todo de una manera autodidacta en Francia: el idioma, la forma de vivir, la cultura... Como todos, creyó entrar en un país amigo, pero todos fueron vistos y arrinconados como vencidos, como rebaño, a pesar de ser soldados regulares o ciudadanos civiles de un Estado constituido democráticamente y admitido o aceptado por el conjunto de las demás naciones, el Estado de la República.  

Federica Montseny, dirigente anarquista, y primera mujer ministra en España y su historia -diez años antes de haberlo conseguido en Francia-, salva El Perthús a pie, pese a tener pasaporte diplomático, la noche entre el 27 y 28 de aquel frío enero. La aversión y desinterés  que vio y sintió nos lo ha dejado, como una declaración inquietante, en su libro El éxodo. Pasión y muerte de los españoles en Francia (1977). Barcelona: Galba, acerca de "la suma de hostilidad e indiferencia aportadas por quienes representaban a la nación francesa en aquellos momentos, agravando la situación de los vencidos y haciendo de nosotros un rebaño de parias, una inmensa legión de esclavos sin ninguno de los derechos reconocidos por el Estatuto Internacional del Derecho de Asilo a los refugiados políticos y por todas las leyes que regulan universalmente la suerte de los prisioneros de guerra". Las graves contradicciones del sistema.

Conclusiones

La acogida que tuvieron los españoles republicanos en Francia fue, de cualquier manera, simplemente ruin e inadecuada. Francia se desbordó y pidió ayuda, al verse inútil para atender a tantas personas  exiliadas. Un reflejo de lo que sucede setenta y siete años después en Europa con los que vienen huyendo del miedo, de la guerra y de la destrucción. Igualmente entonces, hubo países que se brindaron a albergar a todos los niños de la guerra evacuados de España. Había países y países, por ejemplo, según cuenta una niña de entonces y sus hermanos, sobre Dinamarca: "...¡Qué país! Hasta en los periódicos ponían: 'Los niños españoles estrenan abrigo'. Íbamos por la calle y nos ofrecían de todo", contaba satisfecha y contenta.

Si puede decirse todo, incluso esto debe tener una lente pedagógica, pretendiendo que no vuelvan a repetirse los mismos disparates y que evidentemente los que nos van a suceder aprendan desde Primaria cómo fueron los desenfrenos y los terrores del fascismo y del nazismo. Según esta mujer -entonces la niña que vivió aquello-, su aprendizaje más importante es que lo que sufrieron no se aparta demasiado de los padecimientos, hoy en día, de los sirios, afganos o iraquíes, que abandonan todo en sus lugares de origen, huyendo de los obuses y armas de destrucción. A todos se nos debe atestar los huesos de una gran pena; y las vísceras, de inquina, aversión y vigor. Lo que viven ahora los exiliados, es lo que vivieron entonces nuestros republicanos. Nadie huye de su territorio, a no ser apremiado por el exterminio, la miseria o la necesidad de alimento.

 

La historia viva. Crónicas desde el otro lado de las alambradas
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