viernes. 03.05.2024

Volvamos a ello

No voy a entrar a valorar que es lo que me parece peor, pero a mi desde pequeño me han enseñado que siempre que pueda tengo que dar lo mejor de mí mismo para intentar conseguir lo mejor para todos. Y observo estupefacto como quienes siendo capaces de hacerlo y llegar a entendimientos no lo hacen por miedo si, miedo.

Hace años, en las primeras clases de derecho Constitucional nuestro profesor nos decía que los grandes consensos que forjaron nuestro país no fueron equilibrados porque las cesiones tampoco lo fueron. La mayor de ellas, a mi entender y desde mi distante juventud, fue la asumir que quienes fueron parte “del problema” fueran parte de “la solución” pero el asumir la entrada en una nueva etapa tuvo un precio a pagar y ese fue, precisamente, el mantener uno de los principios más tóxicos del anterior régimen, la patrimonialización del poder.

Para entender dónde estamos es importante saber que nos ha llevado hasta aquí. Nuestra Constitución abraza un sistema político que indudablemente tiene como elemento vertebrador el entendimiento con todos y para todo con solo un único límite, la propia Constitución. El entender que el diferente también puede aspirar a lo mismo conlleva una gran responsabilidad en primer lugar con tu país y en segundo lugar con uno mismo.

El “Sentido de Estado” que la oposición proclama no es más que seguir haciendo lo mismo que se venía haciendo hasta ahora respetando únicamente sus propios postulados y aspiraciones. Pues que queréis que os diga, pero no, me niego a ello porque tan validas son sus ideas como las de los demás, pero es que ahora hay un pequeño matiz, la legitimidad de unos está un poquito más reforzada porque así lo hemos decidido entre todos, ¿no?

No voy a entrar a valorar que es lo que me parece peor, pero a mi desde pequeño me han enseñado que siempre que pueda tengo que dar lo mejor de mí mismo para intentar conseguir lo mejor para todos

El Partido Popular está dando una imagen decadente, en todos los sentidos. En primer lugar porque se niega a aceptar que la representación de los ciudadanos debe verse reflejada en todos los poderes del Estado; el poder ejecutivo y el legislativo no puede controlarlo porque uno de forma directa es elegido por los ciudadanos y el primero de forma indirecta pero, el tercero y el Tribunal Constitucional, parece que les cuesta entender que no es suyo, pero ni suyo ni de nadie porque es de todos, lo reduzco otra vez a esa idea rancia de patrimonialización del poder que tienen.

Solo espero que terminen entendiendo que son una parte importante de nuestro país y que deberían hacer aquello que hicieron otros en la transición, porque ellos no estuvieron por mucho que se empeñen en decir que si, ceder y no imponer.

Nunca he escondido mis afinidades y preferencias políticas, no lo hice cuando tuve que escribir una crítica constructiva en el momento que consideraba y tampoco lo voy a hacer ahora. Es evidente que las formas están siendo malas, pero no creo que lo sea el fondo cuando desde hace muchos meses se han ido sucediendo multitud de conquistas sociales que deberían hacernos sentir orgullosos de nuestro país, y mucho. Por nombrar dos de las grandes la Ley Orgánica 3/2021 de 24 de marzo de regulación de la eutanasia y la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia.

El año termina y me quedo con el efecto positivo de esto último. En primer lugar, se puso en el centro la dignidad de quienes por caprichos de la vida nos dejan, pero ahora les damos la posibilidad de decidir cuándo decirnos adiós por última vez. Y el segundo lugar por el futuro, porque no podemos permitirnos una juventud que únicamente luche por sobrevivir al día a día enfrentándose a las más crueles violencias porque parece ser que hemos entendido que sin ellos no somos nada.

Así que venga, recojamos el espíritu que inspiraron estas conquistas y volvamos a hacerlo, porque aquí fuera, la vida sigue.

Volvamos a ello
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