viernes. 26.04.2024

Justicia Samuel

El odio y la intolerancia ha vuelto y cada vez más a menudo tiñe de ese color gris, que nos recuerda a la España caduca, nuestra sociedad

¿Te imaginas caminar tranquilamente por la calle, solo o acompañado, y que te maten?

Nos sentimos un poquito más solos, desamparados y huérfanos porque Samuel llevaba consigo la esencia de la igualdad y el respeto, y ha perdido, hemos perdido todos, nos ha ganado la sinrazón y la intolerancia más reaccionaria.

Nos están matando con el odio en el que arde nuestra sociedad mientras muchos siguen aplaudiendo soflamas retrógradas del estilo "¿y no vamos a celebrar el día del orgullo hetero?"

Pues no, porque estoy seguro de que no se han reído de nadie heterosexual por sentirse atraído por una persona del sexo opuesto. Ahí lo tienen, ¿quieren otra razón? El orgullo no es excluyente, todo lo contrario, trata de ampliar las fronteras de la igualdad y de la felicidad de las personas permitiéndolas ser ellas mismas.

Reivindicar el orgullo, cualquiera que sea tu identidad gay, bisexual, transexual... Etc, tiene que ser una constante en tu día a día, en casa, en el trabajo, con amigos, en cualquier lugar independientemente del contexto y de las compañías.

Pero de nada sirve ser un país a la vanguardia en el reconocimiento de derechos y libertades para el colectivo LGTBI cuando, al mismo tiempo, seguimos estando a la cabeza de los ataques más crueles y mezquinos por el simple hecho de ser uno mismo.

Vivimos en un país en el que durante muchísimos años había que esconderse, a veces hasta de uno mismo, para no acabar exiliado o muerto

Vivimos en un país en el que durante muchísimos años había que esconderse, a veces hasta de uno mismo, para no acabar exiliado o muerto, han sido muchos años de silencios compartidos y luchas desgarradoras hasta el 2 de julio de 2005 cuando se aprobó la regulación del matrimonio homosexual en España y con ello una bocanada de libertad comenzó a inundar nuestra sociedad.

Pero desgraciadamente, el odio y la intolerancia ha vuelto y cada vez más a menudo tiñe de ese color gris, que nos recuerda a la España caduca, nuestra sociedad. En particular la más joven, que bien por su falta de educación en valores democráticos, junto con los mensajes de odio hacia las minorías, que les llegan en sus redes sociales están siendo el caldo de cultivo de cada vez más agresiones con componentes de odio.

Tampoco podemos esperar grandes cambios cuando como sociedad hemos permitido que determinados personajes, que muchos tienen representación en las instituciones, hagan comentarios o declaraciones abiertamente intolerantes y excluyentes.

El odio y la intolerancia ha vuelto y cada vez más a menudo tiñe de ese color gris, que nos recuerda a la España caduca, nuestra sociedad

Porque mirad, yo no quiero que a mi se me tolere, porque para que se me tolere tengo que ser diferente a alguien, tener algún problema, o simplemente ser distinto a lo normal, no estoy dispuesto a que nadie me diga que tengo que sentir o a quien tengo que amar, con quien voy o con quien dejo de ir, porque lo normal en este país sigue siendo lo que era tradicional en una dictadura, quizás vaya siendo hora de preguntarse ¿qué es normal?

¿Es normal tolerar a los intolerantes?, ¿Es normal permitir discursos que abiertamente hieren y atacan la identidad de las personas?, ¿Es normal recibir una paliza por mostrar en público el amor hacia tu pareja?, ¿Es normal que se aplaudan los discursos reaccionarios de los nostálgicos del pasado?

Me gustaría recordar las palabras del Presidente Zapatero en el Congreso de los Diputados el día que se aprobó el matrimonio homosexual en España: “Hoy la sociedad española da una respuesta a un grupo de personas que durante años han sido humilladas, cuyos derechos han sido ignorados, cuya dignidad ha sido ofendida, su identidad negada y su libertad reprimida. Hoy la sociedad española les devuelve el respeto que merecen, reconoce sus derechos, restaura su dignidad, afirma su identidad y restituye su libertad”

No olvidemos las palabras del Presidente Zapatero, y pese a este duro golpe tengamos presente a Samuel, exijamos que se haga justicia, pero sin venganza, y sigamos avanzando por este camino, con la idea de Pedro Zerolo por bandera “En su modelo de sociedad no quepo yo, en el mío si cabe usted”.

Justicia Samuel
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