sábado. 04.05.2024

Juguetes rotos

Te sientes frustrado porque no pueden controlar que una tercera persona te haga sentir mal, como una mierda te hace sentir que no solo no vales para nada sino que es normal que te desprecien.

Ese Caballo de Troya que desde pequeños no sabemos que tenemos dentro pero nos va quemando y apagando poquito a poquito de manera silenciosa con un miedo que nos amordaza y una esperanza que se aleja día tras día. Al principio es cierto que intentas defenderte pero cuando te das cuenta de que no puedes y pides ayuda resulta que "son cosas de críos", que es “algo normal”. Te sientes frustrado porque no pueden controlar que una tercera persona te haga sentir mal, como una mierda te hace sentir que no solo no vales para nada sino que es normal que te desprecien. Tu inseguridad te obliga a buscar refugio en tus amiguitos pero no es suficiente porque “los otros” no paran, te buscan allá donde estés porque te has convertido en su juguete. En el fondo tus amigos saben que no estás bien, que te están haciendo daño pero por miedo no hacen nada (Es normal, somos niños y el dolor nos causa rechazo porque buscamos la felicidad).

Me llamo Diego y he sufrido acoso escolar, de muchos tipos, y puedo decir que nadie puede ponerse ahora en mi lugar, nadie

Pasan los días y comienzas a buscar la felicidad en las actividades cotidianas y lo haces en elementos completamente extraños que te permiten “seguir existiendo” día a día. Hasta el punto que el paso por esa bonita etapa supone lo mismo que la reproducción de una película muda en blanco y negro porque nuestros recuerdos se tornan grises y silentes.

Me llamo Diego y he sufrido acoso escolar, de muchos tipos, y puedo decir que nadie puede ponerse ahora en mi lugar, nadie. Si supierais lo difícil que es para mí observar a un niño o niña pasarlo mal porque el miedo a que pueda sufrir algo parecido me provoca una sensación de tristeza mayúscula. Porque entiendo el miedo que tienen a decir que les pegan, que les empujan en la cola del comedor, que les roban los lápices de colores, que les rompen las gafas, que les insultan, que les esconden el estuche, que les roban sus juguetes, que les rompen sus cuadernos, que no les dejan jugar con los demás porque “no son buenos”, que no quieren ir al cole, que en las excursiones no les dejan en paz en el autobús, que los profesores… En fin.

No son cosas de niños, ni tampoco únicamente de adultos, son circunstancias en las que nos sentimos solos y vulnerables. Nos vamos formando a medida que vamos superando etapas de nuestras vidas y en nuestra mochila vital vamos echando todas las experiencias que atesoramos, sean buenas o malas. Esto es lo que nos va forjando como personas.

Afortunadamente tuve un entorno en el que refugiarme del chaparrón pero me moje y mucho

A quienes observan a los más pequeños desde la atalaya de su posición de padres, madres, profesores y profesoras, no olvidéis que sois partícipes de la formación de las generaciones futuras y la pasividad en cuanto a su protección hace que quienes inconscientemente utilizan el miedo para hacer daño están privando a la sociedad de personas extraordinarias que, en ocasiones, pueden dejar de estar con nosotros de forma prematura.

Afortunadamente tuve un entorno en el que refugiarme del chaparrón pero me moje y mucho. Tardé muchos años en superar ciertas cosas, muchos. Una de las enseñanzas que he podido extraer de todo ello es que la empatía es en muchas ocasiones esa mano tendida cuando te caes, ese abrazo cuando te sientes solo, ese hombre sobre el que apoyarte o esos ojos a los que mirar y llorar sin parar; todo ello me lo dieron mis amigos a los que puedo culpar de enseñarme a ser la persona que soy ahora.

El paso de los años me hizo poder poner voz y dar color a esa película que un día protagonicé. Rodéate de gente que te quiera y te trate bien y haz lo mismo, quiere mucho y bien.

Soy consciente de que esta reflexión no puede llegar a los más pequeños pero estoy seguro de que algunas de las personas que lo lean pueden compartirla con sus hijos, con sus hermanos o con sus amigos. Esto no es una ciencia, está claro, pero de lo que sí estoy seguro es de que el tratar a los demás con cariño, con respeto y dedicando un poco de tiempo a escuchar sus problemas puede suponer un salvavidas para esa persona y una inmensa satisfacción para uno mismo.

Escucha a tu hijo con atención porque puede que necesite ayuda y no te estés dando cuenta

No queremos protección todo el rato, queremos que hagáis algo que nosotros no podemos hacer por nuestra corta edad y el miedo, poner límite a la macabra diversión de terceras personas con el sufrimiento ajeno, nada más. Quizás, mañana sea tarde.

Escucha a tu hijo con atención porque puede que necesite ayuda y no te estés dando cuenta. Escucha a tu alumno porque puede que necesite ayuda y no te estés dando cuenta.

Escucha a tu hermano porque puede que necesite ayuda y no te estés dando cuenta.

Escucha a tu amigo porque puede que necesite ayuda y no te estés dando cuenta.

Juguetes rotos
Comentarios