viernes. 26.04.2024

El sueño federal de Guy Maurice Héraud y la European Free Alliance

El sueño federal de Guy Maurice Héraud en el cual y con el cual se puede y se podría identificar hoy la causa que aboga por la extensión y la difusión del cántabru.

El Jueves 20 de Octubre de 2022 se cumplen 102 años del nacimiento de una figura excepcional y hasta cierto punto transcendental, que en buena manera es clave y principal a la hora de poder entender un poco mejor lo que es y ha sido el movimiento de revitalización cultural y lingüístico de las muchas naciones y territorios que hoy definen, conforman y constituyen nuestra Europa. Su nombre Guy Maurice Héraud.

El sueño federal de Guy Maurice Héraud en el cual y con el cual se puede y se podría identificar hoy la causa que aboga por la extensión y la difusión del cántabru, sirve hoy para dar forma y tratado a este artículo, que ojalá pueda ser una inspiración y un revulsivo para las organizaciones y los grupos políticos que desde Cantabria abogan decididamente por hacer del cántabru una nueva realidad posible.

El 20 de Octubre de 1920 nació en la ciudad provenzana y occitana de Avinhon (Avignon en francés) el intelectual licenciado en derecho más notable de su época sobre federalismo europeo gracias a sus numerosos trabajos sobre la materia. Su nombre, Guy Maurice Héraud.

Sobre él podemos decir que inició su carrera docente en las universidades de Estrasburgo (Francia), Hanoi (Vietnam) y Pau (Francia), destacando ya desde muy joven por ser un ferviente defensor de las ideas federalistas, en parte influenciado por el estudio de Pierre-Joseph Proudhon: un filósofo, político y revolucionario anarquista francés, que junto con Bakunin, Kropotkin y Malatesta serían los padres del movimiento anarquista histórico y de su primera tendencia económica: el mutualismo.

El sueño federal de Guy Maurice Héraud en el cual y con el cual se puede y se podría identificar hoy la causa que aboga por la extensión y la difusión del cántabru

De temperamento apasionado y provocador, sustentaba sus tesis con un fervor que suscitó en su tiempo una gran polémica, siendo, además, un prolífico autor y promotor (junto a François Fontan), del occitanismo y del etnismo, que luego perfeccionaría en los conceptos de la Europa de las regiones o la Europa de las naciones. Y es que la producción de Héraud sobre el federalismo es inmensa, además de que está traducida a numerosos idiomas.

Durante toda su vida promovió con gran entusiasmo y pasión el derecho a la autodeterminación de los pueblos y los principios del federalismo, a menudo con la colaboración de otros partidarios del federalismo en Francia, especialmente con Alexandre Marc, Denis de Rougemont, Emmanuel Mounier y Henri Brugmans. Y es precisamente con sus partidarios y compañeros federalistas con quienes compartirá sus sueños y deseos que se basan en los principio de autonomía y soberanía para los pueblos sin estado y sin nación.

La autonomía implica (transcribiendo a Héraud) un sumatorio de derechos: auto afirmación, auto definición, auto organización y auto gestión. Estos cuatro derechos “(…) son los cuatro elementos y las cuatro fases de la autodeterminación tomada en su verdadero y completo sentido. Estas fases deben desarrollarse cronológicamente en el orden que hemos indicado. Cada fase supone haber superado correctamente la fase anterior”.

Dentro de su enorme producción intelectual destaca “La Europa de las etnias”, obra que ha tenido una gran influencia en numerosos autores de toda Europa desde su publicación inicial en 1963. Héraud considera que la organización política de Europa debe basarse en lo étnico (igualándolo a lo lingüístico-cultural), pues ello es más cercano a las relaciones humanas que a la propia economía en sí, por lo que tratará sistemáticamente esta cuestión construyendo una etno política sustentada en el respeto a la lengua y a la cultura de todos los grupos, el derecho a la libre autodeterminación de todos los pueblos, al tiempo que también y principalmente incorporará el factor étnico como una parte esencial y principal del verdadero federalismo: los pueblos del Norte de Escandinavia (inuit), tienen y poseen, por ejemplo, unas características culturales y sociales, étnicas y estructurales diferentes a las que puedan existir o darse en Sicilia, o en las montañas del Cáucaso, pongamos por caso.

En otra de sus obras cumbre, “Los principios del federalismo” (1968), Héraud afirmaba con claridad: “Preconizamos la fórmula: federación de regiones mono étnicas. Por ello entendemos que los miembros directos de la federación no serán las etnias o las naciones, sino de verdad las “regiones”. Pero estas regiones deberán ser antes homogéneas de lengua y de cultura, o al menos de sentimiento”.

En “La Europa de las etnias” mantiene que una solución adecuada del problema étnico implica abolir primero las causas del mismo. Y la fundamental radica, en palabras de Héraud, en la cohabitación de diversas etnias en el seno de una misma y única entidad política. No sostiene que esta cohabitación sea imposible, sino que no puede, o bien tenga que imponerse. Por ello, y por lo tanto partiendo de la realidad actual surge la necesidad y al final la obligación de reconocer “el derecho a la secesión de toda etnia y de todo fragmento de etnia”. Una tesis esta que por lo tanto le acerca y le aproxima mucho a la hoy llamada y conceptualizada como auto afirmación y auto definición plena de los cuerpos y de las mentes, que en consecuencia no desean someterse al control pleno de los tratados y las declaraciones internacionales que nieguen la autonomía y la integridad físico-corporal de las personas sintientes.

Partiendo de la realidad actual surge la necesidad y al final la obligación de reconocer “el derecho a la secesión de toda etnia y de todo fragmento de etnia”

Héraud afirma con claridad en otro momento que este “derecho a la secesión, como se entiende normalmente la autodeterminación, ya está contenido en el sumatorio de derechos que tienen que ver con los principios de federalismo y autonomía. No obstante es preciso y necesario el antes saber descubrirlo y definirlo. Figura precisamente en la conformación de la “auto organización”, el derecho a saber auto organizarse adecuadamente, y supone, en efecto, antes de concretizarse en la elaboración de un estatuto determinado, la elección de la categoría de estatuto deseado, estado regional, o bien simplemente subdivisión de este Estado: provincia, distrito, municipio”.

Héraud termina diciendo que “la teoría de la autodeterminación que hemos presentado es aquella que resulta derivada de los principios del federalismo, y supone por lo tanto la abolición de las soberanías, pero en tanto dure el reino de las soberanías, la autodeterminación deberá ser considerada antes que nada como un derecho a la secesión”.

A pesar de la solidez de los argumentos esgrimidos por Héraud, en absoluta coherencia con los planteamientos federalistas (como atestigua el prefacio de Alexandre Marc a “La Europa de las etnias”), habrá autores “federalistas” que nieguen, tanto el derecho de autodeterminación, como el subsiguiente derecho de secesión. Una muestra de esta contradicción (mayoritaria entre los “federalistas moderados”), lo proporciona Fabrizio Frigerio, que limita la defensa de este derecho a los “federalistas radicales”. Este no es sino un pequeño botón de muestra de la tarea gigantesca que se ha auto impuesto el federalismo global al pretender superar el actual sistema estatonacional, con todos sus tics psicológicos que afectan incluso a gran parte de los propios federalistas, pero que en última instancia aboga claramente por hacer efectivo el principio básico de la plena autodeterminación.

Solo así podrá acomodarse la organización política a las voluntades de los pueblos, y solo así, y gobernándose a sí mismos, se producirá la verdadera democracia, siendo aquí en donde radica precisamente una de las aportaciones más interesantes de Héraud, cuando mantiene y manifiesta que la autodeterminación es la cara externa de la democracia, y que a su vez condiciona “el gobierno del pueblo para el pueblo”.

Y es que para Héraud (y si tuviéramos que conceptualizarlo en y para los tiempos actuales), el objetivo es y debe de ser la autodeterminación real y efectiva de los pueblos, no el globalismo o la arrogancia universalista que imagina un destino inevitable para la historia humana que venden y promocionan los que precisamente muestran y hacen creer que el mundo se está haciendo cada vez más pequeño, y que por lo tanto el globalismo universalista es inevitable en todas sus formas y facetas. Ello debido a que la comunicación instantánea, el acceso barato a la información digital, el comercio global y/o los viajes baratos se combinarían en sincronía para demostrar de una vez por todas que la nacionalidad, la geografía, la cultura, el lenguaje, a etnicidad, e incluso la historia importan mucho menos que una humanidad compartida.

Pues precisamente la trampa de los controladores y de los manipuladores pasa y se circunscribe aparentemente en hacernos creer y mostrar que lo mejor es y será siempre una individualidad cosmopolita y liberal (en parte libertaria pero nunca plena y en libertad), que no la plena auto afirmación de los valores y los principios humanitarios que rigen la colaboración, la empatía, la solidaridad y la propia auto definición de las individualidades sociales y comunales del grupo y la sociedad, que de una manera voluntaria y optativa decide auto gobernarse y auto afirmarse sin imposiciones, agendas e intereses ocultos no definidos y aclarados, declarados y explicados.

La autodeterminación es la cara externa de la democracia

Por lo tanto, y tras desarrollar Héraud esta noción de la autodeterminación, condicionando el ejercicio de este derecho a una serie de garantías que avalen su carácter democrático (institución del derecho de petición, delimitación de los territorios consultados, jerarquización de las preguntas...), el occitano propone un modelo basado en la federación europea de estas y esas unidades políticas resultantes.

Más tarde (y a lo largo de toda su carrera de promoción del federalismo) justifica la importancia concedida a la dimensión étnica en el florecimiento y la recuperación de unas identidades nacionales, que entiende más bien como un fenómeno pendular o compensatorio a la acción uniformizadora de la técnica y de la burocracia institucional y corporativa. Y termina sorprendiéndose por la paradoja de que el esfuerzo de la construcción europea no haya servido o valido para precisamente haber contribuido al despertar de las etnias: “sería interesante descubrir las razones” (afirma), pensando en voz alta y apuntando por consiguiente algunas posibilidades: el carácter tecnocrático de las comunidades, acentuado después del gaullismo, el bloqueo del desarrollo democrático de las instituciones, la noción “hamiltoniana” y estatalista del federalismo vigente, etc.

Héraud no cambiará ni modificará jamás estas convicciones, las cuales serán desarrolladas abundantemente hasta su muerte en la región bearnesa de Aressy (Occitania) en 2003. Al final de su producción literaria insistirá en que respecto a la problemática cuestión de las minorías nacionales, _“sin renunciar a los posibles progresos dentro del orden actual de las cosas, la verdadera solución consiste así en construir, en Europa y en el mundo, la sociedad federalista”_. Y siempre dentro de los cauces pacíficos vincula y vinculará el federalismo, y su reconocimiento de la autodeterminación, con la resolución y acabación de los conflictos etno nacionales.

El sueño federal de Guy Maurice Héraud (en el cual y con el cual se puede identificar hoy la causa que aboga por la extensión y por la difusión del cántabru), puede tomar forma y camino si en verdad las fuerzas vivas y verdaderamente soberanistas del País Cántabru que aún no están representadas adecuadamente en instituciones y parlamentos, organismos y estamentos, agrupaciones y plataformas, asociaciones y grupos, emprenden con determinación y entusiasmo el camino de su propio empoderamiento y soberanía, emancipación y autonomía, hacia espacios y lugares en donde la voz del pueblo cántabro pueda de nuevo volver a estar representada, y otra vez de nuevo escuchada con atención y sintonía a como ahora y en la actualidad ocurre o bien simplemente no sucede.

Este lugar puede ser, por ejemplo, la European Free Alliance (EFA), una organización en donde a día de hoy están representados más de 40 partidos políticos (en calidad de miembros participantes y miembros observadores) que luchan y abogan decididamente por dar prioridad a los pueblos y a sus culturas, a sus identidades y a sus formas de vida. Un lugar este en donde se defienda con orgullo e interés la identidad de los pueblos que no se resisten a morir, o bien a ser anulados y suprimidos por las naciones que en la mayoría de los casos no reconocen la personalidad y la idiosincrasia de los pueblos que en sus límites políticos y de jurisprudencia comparten espacio y vida con pueblos que en verdad son únicos y singulares, inimitables y excepcionales.

Desde su fundación la EFA ha sufrido varias ampliaciones, y de ser ocho miembros iniciales en 1981 se ha pasado a los 43 actuales. Todos ellos partidos políticos que representan con determinación a las diferentes naciones, regiones y minorías nacionales sin estado que hoy en día existen en Europa.

Trascribiendo las líneas de la EFA suscribo las siguientes líneas: “En un momento en que la Unión Europea se enfrenta a grandes desafíos e incertidumbres, muchos ven esto como una oportunidad para repensar la Unión. De cara al futuro, la UE debe adaptarse para resolver los retos del siglo XXI. Solo adaptándose la UE puede volverse más fuerte, más transparente, más participativa y más inclusiva de todos sus diferentes Pueblos. La Alianza Libre Europea siempre ha presionado para fortalecer el papel de las regiones en la UE, un movimiento que acercaría las instituciones europeas a los ciudadanos y fomentaría un enfoque que tenga en cuenta a todos los pueblos a la hora de tomar decisiones”.

Es necesario y principal el que las personas y las organizaciones que en verdad están comprometidas políticamente con Cantabria y con su futuro, también reserven hueco y espacio en su agenda a instituciones y organizaciones, que como la EFA aprecian el papel de las regiones europeas al enfatizar la importancia de su contribución a la UE en todos sus órdenes y caminos. Pues las diferentes lenguas, identidades y culturas que representan y enriquecen a día de hoy el mapa cultural europeo también contribuyen notablemente a ampliar la pluralidad y la idiosincrasia de la UE.

Desde su fundación la EFA ha sufrido varias ampliaciones, y de ser ocho miembros iniciales en 1981 se ha pasado a los 43 actuales

EFA lucha por una Europa (ha estado representada en el Parlamento Europeo desde las primeras elecciones europeas en 1979) en la que tengan espacio y representación todos los pueblos y todas las identidades de Europa, y precisamente surge en Julio de 1981 como respuesta a las continuas y constantes dificultades que enfrentan entonces (e igual a como ahora sucede) las naciones sin estado, las minorías y las regiones de Europa para hacer oír su propia voz. Esta es la razón que en su momento motivó que un grupo de partidos nacionalistas y regionalistas democráticos se decidieran por impulsar y establecer la Alianza Libre Europea (ALE), simbolizando esta con la firma de un tratado: la “Declaración del Convenio de Bruselas”.

Precisamente esta Declaración del Convenio de Bruselas (y transcribiendo a la EFA) marcaría (…) el camino de la fundación de la misma, y ella sería en sí misma el resultado de dos reuniones anteriores celebradas en el Verano de 1979, que finalmente originarían y darían lugar a la firma de la “Carta de Bruselas” y la “Declaración de Bastia”, en las que algunas partes (que más tarde, en 1981, fundaría EFA) decidirían por fin cooperar para hacer efectiva la defensa de la “Europa de los Pueblos”.

El año 2004 significará y marcará un antes y un después en la transformación final de la hasta entonces federación EFA, pues ella se convertirá finalmente en un partido político paneuropeo y plenamente reconocido por el Parlamento Europeo, circunstancia y solución que así ha permanecido y ha sucedido desde entonces y hasta hoy.

Es la hora por lo tanto de que un partido político en Cantabria (vamos a llamarlo, por ejemplo Cantabristas, dado que a día de hoy el PRC no parece estar dispuesto a que esta circunstancia se produzca) recoja este testigo y esta antorcha. Es urgente y necesario el que desde Cantabria se organicen y se articulen los mecanismos imprescindibles y necesarios que hagan posible que nuestra tierra y territorio, cultura e identidad, puedan estar pronto amplia y adecuadamente representados en instituciones y organizaciones, que como en este caso ocurre con la EFA hacen posible la cohabitación y la coexistencia de más de 40 organizaciones en más de 30 países diferentes y dispares entre sí.

Si, por ejemplo (y para que nos hagamos una simple idea) están representados en la EFA (existen desde nacionalistas férreos y foribundos hasta regionalistas moderados) partidos moderados, y ciertamente nada sospechoso de albergar entre sus filas a “desestabilizadores”, como lo pueda ser en este caso el Yorkshire Party (quizá un partido político muy similar a lo que podría ser en Cantabria el PRC, si bien con desde luego menos “carga” identitaria que el propio PRC), una organización de base centrista y principios socialdemócratas fundada en 2014 que en las últimas elecciones de 2021 a la alcaldía de West Yorkshire a obtenido la tercera posición (casi el 10 % de los votos) en la primera ronda y la tercera en la general detrás de los laboristas y los conservadores, y que aboga desde hace años (a parte de por tener un parlamento regional propio a como lo tienen hoy los escoceses o los galeses) por tener una mayor influencia y capacidad de decisión dentro del Reino Unido; la pregunta que surge a continuación es y sería la siguiente:

¿Por qué no puede o podría estar representado en ella un partido cántabro con sólidos principios cantabristas, que desde esta institución y organismo abogue y pelee decididamente por la extensión, la difusión y la vigencia del cántabru, o por ejemplo, por hacer efectivas y realistas mayores capacidades de gestión y autonomía para el pueblo al que dicen y quieren representar las personas que en la actualidad, y a día de hoy mismo se sientan en el Parlamento cántabro de la calle Alta 31-33 de Santander, y viven en buena medida bien, o a lo mejor muy bien de la política cántabra?

El hacerlo marcaría un antes y un después en la forma en como se hace y se ha hecho política en Cantabria hasta el momento, al tiempo que también nos situaría al lado y junto a los partidos políticos que marcada y manifiestamente apuestan por otra forma de hacer y estar en política. Y es que en verdad podríamos tener claramente la oportunidad de presenciar y de ver en primera persona que organizaciones y estructuras políticas están ciertamente a favor de los pueblos y de su autonomía, por la liberación de los cuerpos y de las mentes, así como por también la emancipación de las sociedades y por el autogobierno real y efectico de las instituciones que no están plegadas y entregadas a los intereses partidistas y particulares de los estados-nación, que hoy en día (y más que nunca) están sujetos y vendidos al capital y a la especulación más deplorable y vergonzosa que las sociedades modernas y democráticas puedan imaginar y soportar.

Por volver de nuevo al asunto del Yorkshire Party, podríamos decir, por ejemplo, que hace apenas una semana un estudio independiente afirmaba claramente que un acuerdo de devolución “One Yorkshiere” (Parlamento propio para Yorkshire) podría valer más de 35.000 millones de euros, o lo que es lo mismo: cada ciudadano de Yorkshire podría disponer de aproximadamente más de 6.000 euros extras al año para tener en sus bolsillos para poder gastar como mejor quisiera en la segunda región de Inglaterra donde menos inversión realiza el Estado británico.

En fin, y por finalizar con el Yorkshire Party, una formación política que, por ejemplo, se opone decididamente al fracking y a los molinos de viento, aboga (como los cornualleses del Mebyon Kernow) por solo otorgar el voto a los ciudadanos que residan continuada y permanentemente en Yorkshire, y en definitiva, una formación política que no le limpia, ni tampoco “le va a limpiar jamás los zapatos” al actual monarca británico Carlos III por tener con beneficios o prebendas que vayan en contra de los ciudadanos y los intereses de Yorkshire.

Carlos Villán Durán (presidente y fundador de la Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, AEDIDH), manifiesta en “El federalismo integral” (1972), y a propósito de los cursos que todos los Veranos se celebraban en la región autónoma de Aosta (Italia) lo siguiente:

“No debe calificarse al federalismo “integral” como una mera utopía sin más, puesto que sus propios principios parecen inspirar a numerosas reivindicaciones o reformas contemporáneas: autonomía, participación..., constituyen hoy un leit-motiv que se repite constantemente en nuestra sociedad, y esto es lo que preconiza el federalismo. Tampoco es una simple ideología porque ésta se basa en la idea, mientras que el federalismo “integral” es el fruto de una conjunción de las ideas con la práctica”.

Los federalistas son conscientes del elemento utópico de su doctrina

Los federalistas son conscientes del elemento utópico de su doctrina porque, de la misma manera que la democracia perfecta no existe, tampoco ellos lograrán ser perfectamente federalistas. Pero cuando se trata de cambiar el mundo, el verdadero realismo se sitúa en la utopía del federalismo “integral”, porque traza el camino hacia una sociedad más humana y más democrática, hacia la solución de los grandes problemas contemporáneos. El federalismo “integral”, hoy utópico, puede y debe llegar a ser la idea-fuerza de la revolución del mañana que tratará de remontar la crisis contemporánea que exige una transformación global de nuestras estructuras políticas, económicas, culturales, sociales y aún mentales”.

Que la inspiración de Guy Maurice Héraud, así como la de también otros autores y partidos federalistas europeos sirva y sea un faro que con buen paso guíe e ilumine los deseos de auto afirmación y pleno desarrollo fructífero del cántabru en las tierras de la hoy Cantabria, así como la de aún y a día de hoy toda la Cantabria antigua y soberanista en particular.

El sueño federal de Guy Maurice Héraud y la European Free Alliance
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