viernes. 26.04.2024

Todos los días, millones de familias comparten una sala de estar, pero apenas hablan entre sí. Mientras ven la televisión, no dejan de consultar, compulsivamente, el móvil y la tablet, para volver a la tele, y vuelta a empezar. Conviven, pero muchos tienen carencias de comunicación emocional, y se sienten aislados ¿Qué nos está sucediendo?

PECES DE COLORES

Hace unos años, un estudio elaborado por Microsoft Canadá, sobre 2.000 ciudadanos de ese país, dio la vuelta al mundo. Sus conclusiones describían cómo el uso cotidiano de las tecnologías digitales había repercutido en una importante mejora de la habilidad de los encuestados para realizar tareas superficiales y simultáneas. Pero también obtenían un suspenso clamoroso en el tiempo que eran capaces de mantener la atención. Como media: 8 segundos. Un tiempo que se había reducido en 4 segundos desde el año 2.000, y que resultaba inferior a la duración de la atención de esos pececillos dorados de los estanques, que nos superaban, con 9 segundos.

¿Tenemos menos atención que los peces de colores? Si bien el rigor de las fuentes en que se basa el estudio ha sido bastante discutido, lo relevante aquí no es nuestra competición contra la inteligencia de la fauna acuática, sino una pérdida progresiva de concentración de la que todos somos conscientes. 

¿A MEDIDA QUE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL AUMENTA, LA NATURAL DISMINUYE?

Es sabido que uno de los pilares de la capacidad mental  está en el nivel de concentración. Ese  descenso se agudiza en el caso de niños y adolescentes, debido al cada vez más extendido TDAH, o déficit de atención. Una carencia vinculada al abuso de las pantallas y las redes sociales que también ha saltado a los adultos, y modifica la estructura neuronal del cerebro.

Ya en los años 80, se constató que demasiado tiempo frente al televisor disminuía la paciencia y el autocontrol, así como la capacidad para concentrarse. Desde entonces, las pantallas, –y hoy no atendemos a una, sino a muchas–, se han adueñado de nuestras vidas. En Estados Unidos, el número de casos de TDAH se ha multiplicado por 7 desde los años 70. Aunque indudablemente entran en juego otros factores, se sabe que el poder de estos aparatos para secuestrar la atención debilita la capacidad de nuestra mente para construirla por sí misma. 

Por algo era que Steve Jobs y sus amigos, los gurús californianos de las empresas de Internet, siempre limitaron el acceso de sus hijos a los dispositivos digitales.

CUANDO EL PRODUCTO ES GRATUITO, EL PRODUCTO ERES TÚ

La pérdida de atención no es el único efecto colateral de las pantallas. El documental de Netflix, emitido en 2020 bajo el nombre de El dilema de las redes sociales, evidencia otra dimensión del problema. En él, antiguos directivos de las plataformas  más importantes de Internet, que abandonaron sus cargos por problemas laborales o éticos, describen  las perversas estrategias de éstas para crear adicción y compulsión en los usuarios. Ocultas tras la aparente gratuidad de las plataformas, sus algoritmos emplean técnicas psicológicas que manipulan las emociones y el comportamiento ¿El objetivo? Que el usuario se mantenga conectado el mayor tiempo posible. A mayor tiempo de conexión, más cantidad de información sobre su personalidad, que puede utilizarse o venderse a otras empresas con fines publicitarios o políticos.

ADICIÓN, ANSIEDAD, DEPRESIÓN Y, FINALMENTE, SUICIDIO

El psicólogo social Jonathan Haidt advierte, en el documental de Netflix, de las consecuencias de ganar dinero fomentando la baja autoestima de adolescentes y adultos vulnerables. La estrecha relación entre la dependencia de las redes sociales y el aumento de casos de depresión y ansiedad ha convertido, en Estados Unidos, al suicidio en la segunda causa de muerte entre niños y jóvenes. Concretamente, los de niñas entre 15 ya 19 años se duplicaron entre 2007 y 2015. Las redes ofrecen una falsa solución a la inseguridad personal de sus usuarios, basada en la engañosa satisfacción de los like y otras estrategias que, finalmente terminan por agrandar el problema.

LA VERDAD ES ABURRIDA

El documental describe cómo los algoritmos de estas empresas también preseleccionan el tipo de noticias que agradan a cada usuario, desechando las que no se ajustan a su perfil. El resultado es que cada cual solo recibe las noticias que confirman sus opiniones. Una forma de asegurar la fidelidad,  aunque al precio de una polarización creciente de los puntos de vista sociales y políticos. 

Por otra parte, dado que los fakes generan 6 veces más movimiento en la red –y por lo tanto más dinero– que las verdaderas noticias, el documental también explica que las plataformas favorecen frecuentemente su difusión.

No es de extrañar que algunos expertos consideren que las redes sociales han radicalizado la visión de los ciudadanos, dificultando la capacidad de escuchar a quien piensa diferente.

DEMOCRACIAS AMENAZADAS Y DICTADURAS CONSOLIDADAS

Las democracias, que basan su funcionamiento en la libre información y acceso a la verdad de sus ciudadanos, están peligrosamente expuestas a las manipulaciones y campañas de desinformación con las que algunos regímenes dictatoriales intentan desestabilizarlas. Un uso perverso de las nuevas tecnologías, también aprovechado por estos mismos regímenes para controlar y perseguir a sus poblaciones.

CÓMO GANAR EL BREXIT

¿Quién no ha oído hablar de la preocupación de los gobiernos ante los ataques de hackers rusos en las elecciones norteamericanas y europeas? El gobierno alemán acaba de alertar del peligro de un posible ciberataque, desde Moscú, en sus próximas elecciones de septiembre.

No tan conocidos son los contactos de la organización pro Brexit LeaveEU con Cambridge Analytica, una empresa especializadas en la manipulación de opiniones a través de Internet.

Cristopher Wylie, un ex empleado de esta última, confesó haber secuestrado o comprado 87 millones de cuentas a Facebook para obtener perfiles de sus dueños y así modificar –y según asegura, conseguir– un cambio de opinión en los votantes del Reino Unido suficiente para ganar el referéndum del Brexit.  Cambridge Analytica también trabajó para  Donald Trump en las elecciones que le dieron la presidencia, aunque Wylie reconoce que, en ese caso, su influencia en el éxito fue mucho menor.

Christopher Wylie Widipedia

Christopher Wylie 

PODERES OSCUROS

Oculto a nuestra realidad, pero no menos determinante, el big data es una malla indescifrable de billones de datos sueltos, que diversos tipos de bots –programas de inteligencia artificial– rastrean y filtran sin descanso para conseguir informaciones increíblemente precisas.

Miles de cuentas en las redes sociales, manejadas  por una variedad de  bots que se presentan como humanos, interactúan y difunden opiniones y fakes diseñados  para impactar a los usuarios, en mensajes cuidadosamente adaptados a cada perfil de personalidad.  Una práctica en el límite legal, pero cada vez más extendida, incluso por algunos partidos políticos en nuestro país.

TODO LO QUE PODEMOS HACER CONTIGO

Janis Sarts, un alto directivo de ciberseguridad de la OTAN, describía recientemente en la prensa cómo, durante unas maniobras de ciberguerra, y a partir de datos personales obtenidos en internet, su equipo manipuló a un grupo de soldados de la OTAN, consiguiendo que uno de ellos desobedeciese a sus superiores, abandonase su puesto y revelase su posición secreta al enemigo. El soldado no fue sancionado, pero el hecho prueba que hoy no podemos estar seguros de hasta qué punto nuestras opiniones nos pertenecen o son el resultado de una manipulación planificada a través de los medios digitales.

PECES DE COLORES, NO POR FAVOR

Claro que, a pesar de sus inconvenientes, las tecnologías de la información han revolucionado el mundo en un sentido positivo. Tan claro como la inutilidad de discutir su oportunidad, porque lo queramos o no, su introducción hasta los más íntimos rincones de nuestras vidas, es imparable.

un stand de Facebook

Stand de Facebook

Así que, en lo que respecta a quien firma este artículo, acaba de regalar a un vecino su pecera. La visión de los peces de colores, que antes me relajaba, ahora me inquieta. No puedo resistir la ironía de sus miradas. Eso sí, de mi móvil, mi tablet, mi ordenador y mi smart TV no pienso desprenderme nunca ¿Qué quedaría de nosotros si desaparecieran de nuestras vidas?

Yonquis de las pantallas y peces de colores
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