domingo. 28.04.2024

Ohio, Bezana y Weimar

Viendo no solo lo que ocurre en el Ohio cántabro, sino también lo que dicen las encuestas, es bastante probable que el próximo Gobierno de España sea una coalición ultraderechista que dé la vicepresidencia a Santiago Abascal

Cuando llegan las elecciones norteamericanas todos los analistas políticos, periodistas y todólogos de las tertulias televisivas miran los resultados del estado de Ohio para saber qué va a pasar en el resto del país. Y es que, salvo muy pocas excepciones desde el siglo XIX, lo que pasa en esta región del Medio Oeste acaba coincidiendo con las tendencias políticas del resto del país. Si los republicanos ganan Ohio, el próximo presidente de los EEUU será del partido del elefante; y por el contrario, si lo hacen los demócratas, será el candidato del partido del burro quien duerma en la Casa Blanca.

Lo que nos jugamos el 23J no es que vuelva a Moncloa un gobierno como el de 2011, sino uno como el de 1939

Con una mezcla de tristeza y rabia, al leer las últimas noticias de Santa Cruz de Bezana pensaba que, de alguna forma, en los últimos años ha servido de bola de cristal para ver qué ocurriría en la Moncloa. Cambió de PP a PSOE el año antes de que Zapatero comenzara su mandato; volvió a manos del PP antes de que Rajoy ocupara la presidencia del país; fue gobernado por una coalición progresista liderada por el PSOE unos años antes de que lo hiciera Sánchez en España… Y ahora mi querido pueblo está gobernado por una coalición de ultras entre el PP y Vox.

Y viendo no solo lo que ocurre en el Ohio cántabro, sino también lo que dicen las encuestas, es bastante probable que el próximo Gobierno de España sea una coalición ultraderechista que dé la vicepresidencia a Santiago Abascal y que siente en el asiento central de la mesa del Consejo de Ministros a un amigo del narcotraficante Marcial Dorado. Muchos pensaréis que “el PP y Vox son lo mismo, porque la mayoría de los cargos de Vox son excargos del PP” o que “tampoco puede haber mucha diferencia entre el gobierno de Feijóo-Abascal y los de Aznar”, ignorando las diferencias entre los ejecutivos conservadores y los reaccionarios.

Es por lo tanto responsabilidad de todos remarcar estas diferencias y advertir en artículos como este que lo que nos jugamos el 23J no es que vuelva a Moncloa un gobierno como el de 2011, sino uno como el de 1939. Al fin y al cabo, Mariano Rajoy, por ejemplo, era conservador en lo social, una persona que, si bien es cierto que hacía todo lo posible para detener el avance de derechos cívico-sociales, no los revertía una vez estos se habían conseguido. Me explico, durante el mandato de Rodríguez Zapatero, cuando Rajoy era el líder de la oposición, desde el PP hicieron todo lo posible para que no salieran adelante los matrimonios igualitarios, llegando incluso a denunciarlo ante el Tribunal Constitucional. Sin embargo, tras llegar al poder, aceptó con naturalidad este nuevo derecho que tenían los españoles, y en su partido ya nadie se acordaba de aquellas manifestaciones a las que acudían junto a Rouco Varela y otros célines, y a su vez expertos en matrimonios, sino que se casaban con normalidad con la persona que ellos querían.

El factor Vox hace que el conservadurismo se convierta en reaccionarismo, convirtiendo al expresidente de Galicia en una marioneta

Sin embargo, el factor Vox hace que el conservadurismo se convierta en reaccionarismo, convirtiendo al expresidente de Galicia en una marioneta que acabe aplicando recetas políticas que se parecerán mucho más a las de Meloni en Italia (quitar a sus hijos a las parejas lesbianas) que a las de Rajoy (acudir más feliz que una perdiz a la boda de su amigo de Sotosalbos con su pareja del mismo sexo). Es Vox quien ha contaminado a toda la derecha política patria buscando un “revanchismo político” a lo que ellos llaman “sanchismo”.

Vox ha desplazado tanto la Ventana de Overton a la derecha que ha hecho que millones de españoles crean que un socialdemócrata como Pedro Sánchez es un peligroso radical, que ETA sigue viva o que una España que crece más que nunca está arruinada. Continuando con el ejemplo con el que comencé, el de Santa Cruz de Bezana, Vox ha hecho que la primera medida que haya tomado el nuevo equipo de Gobierno sea la de retirar todos los símbolos de igualdad del municipio y lo ha ejecutado una de las personas que en 2018 ayudó a crearlos. Porque tienen que demostrar que no son otros conservadores más, tienen que demostrar que son reaccionarios y que no tienen nada que ocultar y, por ello, actúan primero sobre lo simbólico.

Este ejemplo nos ayuda un poco a entender las respuestas a esas preguntas que tantos documentales, de esos con los que nos echamos la siesta, se hacen: ¿cómo fue posible la rápida radicalización de los alemanes en los años 30? ¿Cómo fue posible que un solo partido transformara por completo al conjunto de la sociedad? ¿Cómo fue posible que fueran más personas las que callaron que las que denunciaron? ¿Cómo fue posible que millones de alemanes creyeran que sus problemas eran causados por las minorías del país y justificaran ataques a colectivos religiosos, sindicatos o militantes socialistas? Pero, sobre todo, lo que me gustaría intentar responder es: ¿cuándo se superó el límite de no retorno?

Si en las elecciones que tenemos el mes que viene dejamos que los reaccionarios sigan expandiendo sus tentáculos y lleguen al Gobierno de España, tendremos unas décadas duras y muy oscuras

Porque espero no sorprender, ni ofender, a nadie con el símil que estoy realizando, y que es que las similitudes son más que evidentes. La sociedad española se está radicalizando hacia la extrema derecha a pasos agigantados y es en los más jóvenes donde esto más se muestra, por lo que el futuro no es muy esperanzador. No voy a contar lo que pasará en los próximos años porque no tengo ni pajorera idea, pero lo que está claro es que si en las elecciones que tenemos el mes que viene dejamos que los reaccionarios sigan expandiendo sus tentáculos y lleguen al Gobierno de España, tendremos unas décadas duras y muy oscuras.

Quedan cuatro semanas para pensar y reflexionar. Para que dentro de noventa años, cuando seamos los protagonistas anónimos de los documentales que ven nuestros nietos mientras se echan la siesta y nos estudien como sociedad e intenten analizar qué hicimos para impedir que los ultras llegaran al poder, estemos en el lado bueno de la historia.

Yo tengo claro que haré con mi voto todo lo posible para que eso no ocurra. Y, de hecho, el haberlo hecho público me ha costado aguantar alguna que otra impertinencia. Entiendo que haya gente que romantice el concepto de resistencia y ya se vean como un ciberemboscado, pero disculpadnos a los que queremos el mejor país dentro de lo posible para nosotros y quienes nos rodean.

Ohio, Bezana y Weimar
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