domingo. 28.04.2024

El tsunami popular

Se les ha castigado por navegar entre dos aguas cada vez más separadas, por el desgaste de la pandemia, por la gestión en alguna de sus consejerías… pero, sobre todo, porque por primera vez en décadas no supieron medir el pulso a los cántabros y cántabras

Miremos el mapa político de Cantabria el mes pasado: la Comunidad Autónoma está gobernada por el PRC, que con su pacto con el PSOE, suma una mayoría absolutísima; las instituciones dependientes del Gobierno Central están en manos del PSOE; y el PP es inexistente en los ayuntamientos grandes más allá de Santander, donde gobiernan en minoría en un bipartito con Cs. En serio, hace un mes, el Partido Popular gobernaba solamente en uno de los diecinueve municipios más poblados de Cantabria y lo hacía, como decía antes, en coalición. Literalmente, Ciudadanos formaba parte de más gobiernos municipales.

Conseguir que una persona coja una papeleta distinta en las municipales que en las autonómicas no es tarea fácil

Miremos ahora el mapa político de hoy: el Partido Popular ha arrasado en las elecciones autonómicas y todo indica que podrá incluso gobernar en solitario con apoyos puntuales externos del PRC o de Vox y tendrá en sus manos la mayoría de los ayuntamientos más poblados de Cantabria. Muy pocos han sobrevivido al tsunami popular, pero hoy me gustaría reconocer la labor de todos esos alcaldes que demuestran que la buena gestión y la cercanía con los vecinos hace posible que un simpatizante socialista vote a Ciudadanos o que un simpatizante popular vote al PSOE. Hoy me gustaría reconocer la labor de personas como Javier Fernández Soberón, Agustín Molleda, Andrés Ruiz Moya, Pablo Diestro o Rosa Díez.

Conseguir que una persona coja una papeleta distinta en las municipales que en las autonómicas no es tarea fácil. Conseguir que lo hagan miles de vecinos, es algo que requiere muchísimo trabajo y, sobre todo, haber tenido a lo largo de tu gobierno una política cercana con los vecinos y una capacidad de sacrificio enorme. Porque no, la política municipal no es un balneario como podría parecer vista desde fuera, es un trabajo constante y, en la mayoría de los casos, poco reconocido.

Sé, porque les conozco, que tras estas elecciones muchos muy buenos alcaldes y alcaldesas cántabras están recogiendo ahora mismo sus despachos y preparándose para volver al día a día que aparcaron hace cuatro años. Muchos de ellos hicieron un gran trabajo gobernando sus municipios, pero olvidaron algo que los anteriormente citados no hicieron: en política es tan importante hacer las cosas bien, como comunicarlas bien.

Y, hablando de comunicar las cosas mal, no puedo más que subrayar algo que se veía venir desde finales de febrero del presente año: la nefasta estrategia comunicativa que han hecho desde el PRC del escándalo de corrupción dentro de la Consejería de Obras Públicas les iba a hacer perder la presidencia. Puede que poca gente se esperara tal desplome, pero siendo justos, de la misma forma que siempre se ha halagado a los regionalistas por ser capaces de comunicar y medir el pulso a la ciudadanía de Cantabria mejor que nadie, ahora hay que darles una pequeña reprimenda y recordarles que se les avisó por activa y por pasiva que no tenía sentido lo que estaban haciendo.

Porque hacer un homenaje a una persona que acaba de dimitir por un caso de corrupción dentro de su consejería no tiene sentido. Cesar a una persona por ese mismo caso y anunciar a los tres días que en dos meses le vas a volver a nombrar consejero no tiene sentido. Bajar al barro y al navajeo político cuando siempre has querido dar una imagen de seriedad y buena gestión no tiene sentido. Atacar a tu socio de gobierno e intentar ridiculizarlo, por el simple hecho de que opine que no es buena idea hacer homenajes a personas que acaban de dimitir por mala gestión no tiene sentido. Acusar de cometer un delito a la delegada del Gobierno en Cantabria por tener la cortesía de avisarte del registro de la Consejería no tiene sentido. Acabar por ello testificando ante la Fiscalía y que tu única defensa sea que tu móvil es muy viejo y no sabes si es cierto o no las acusaciones que has hecho de la tercera autoridad de Cantabria no tiene sentido. Sacar pecho y gritar como un poseso que tú nunca te equivocas, cuando tienes una hemeroteca de errores con más páginas que la Biblioteca de Alejandría, no tiene sentido.

Quién nos iba a decir que el tsunami popular se iba a llevar por delante a Miguel Ángel Revilla y que sólo un puñado de alcaldes y el PSOE de Pablo Zuloaga iban a sobrevivir

No sólo ha sido eso, también se les ha castigado por navegar entre dos aguas cada vez más separadas, por el desgaste de la pandemia, por la gestión en alguna de sus consejerías… pero, sobre todo, porque por primera vez en décadas no supieron medir el pulso a los cántabros y cántabras.

Ahora, son ellos los que están en la situación que estaba el PP el mes pasado y con cuya descripción abría esta columna de opinión. Cuando llevas muchos años en el sillón y te desposeen de tus poderes de la noche a la mañana te sientes incómodo y cometes errores. Entre los regionalistas crece el nerviosismo y unos y otros empiezan a cerrar filas entorno a sus ‘familias’ y comienzan a afilar los cuchillos. Saben que, de un momento a otro, la figura política más importante de este siglo en Cantabria dirá adiós. Y todos quieren parte de la herencia.

Lo que aún no son conscientes es que es probable que ese barco que un día tuvieron y que tan bien surcaba el Cantábrico a babor y a estribor, ahora no es más que una pequeña balsa, y que era la inteligencia de su capitán la que lo hacía tan temible.

Los tiempos cambian a una velocidad endiablada. Ayer controlaban ellos todo, hoy lo hacen los azules. Ayer ellos eran todopoderosos ante un PSOE a la baja al que doblaban en escaños, hoy los de Zuloaga les hablan de tú a tú y sólo les separan setencientos votos. Ayer ellos demostraban unidad y fortaleza y hoy todos oímos los tambores de guerra.

Quién nos iba a decir a todos que el tsunami popular se iba a llevar por delante a Miguel Ángel Revilla y que sólo un puñado de alcaldes y el PSOE de Pablo Zuloaga iban a sobrevivir a esta gran ola.

El tsunami popular
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