viernes. 26.04.2024

La ‘tecla pimentón’

Le han hecho, los suyos, un pasillo a Pedro Sánchez. Desconozco si es un Efecto Pasillo o un Defecto Pasillo. Llegó el presidente con una talegada envenenada de la Unión Europea y, a las puertas de una sede oficial, recibió palmas de sus acólitos bucólicos. A otro, del partido contrario, le palmearon los ‘etílicos burróticos’: se fue a pimplar y, pimplando, aquel Gobierno se fue agotando. Los hielos y el limoncito los trasvasaron destacados antiespañoles al del ahora bolsillo repleto. De modo que, llegado el orgasmo del parné, se trata de adónde destinar el tesoro. Si a los amigotes que sostienen al Ejecutivo sobre cimientos con palillos o a quienes en realidad lo necesitan con independencia del origen de su carné de identidad.

Estocada hasta la bola, dicen los socialistas; pinchazo en hueso bien edulcorado, aduce la oposición

Corría Sánchez hacia el burladero de Bruselas con un asta en el trasero. Cuatro días a la fuga, como un Brad Pitt en Thelma y Louise. Muchas horas frente a la puerta de chiqueros para vencer, hacer faena, aunque para ello hubiera de pasar instantes interminables junto al hule. Estocada hasta la bola, dicen los socialistas; pinchazo en hueso bien edulcorado, aduce la oposición. E Iglesias, tan reacio a la fiesta de los demás, aguarda a ver dónde está la tarjeta del celular que haya grabado esa reunión tan espinosa en la Europa casposa. Con lo garbosa que va la cazuela en Venezuela; las maracas en Caracas. La tuba en Cuba; la lana en La Habana.

Ha llegado la cifra de Europa. Y hay quien piensa que los holandeses (halcones del norte) se han vuelto gilipollas de repente. Dejen de soñar, mis cuates. Los reyes del tulipán, de los canales de Amsterdam; los chulos de Bruselas, de los riachuelos de Brujas, se han reservado el botón del pánico: el freno de emergencia en la terminología ferroviaria. En realidad, la UE le ha dicho a Pedro Bello que coja el tren de la canción de Mermelada, aplique reformas y recortes, se fíe poco del camarada de silla del Consejo de Ministros y abra el haz político. Puede, eso sí, renegarse. Pero alguien, sin duda, pulsará la tecla de color pimentón (y todo a la chingada, güey).


 

La ‘tecla pimentón’
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