viernes. 26.04.2024

Farsante’s in the air

El tentáculo del poder contra la Prensa ni es nuevo ni se cura con una aspirina, pero ahora, además, está el uso y disfrute que de los periodistas hacen eminentes zampabollos.

El amor está en el aire a pesar de los problemas que tenemos para el morreo. Es muy difícil el entrelazado de lenguas con la FFP2. La culpa, es obvio, corresponde al Régimen del 78. Y, ya puestos, al Gobierno, a la oposición conservadora, al Rey, al otro Rey, al Ejército y a cualquier institución del Estado que pase por allí. Nacionalistas e independentistas de ERC, Junts, CUP, Bildu, BNG y PDeCAT no han querido intercambiar la lengua castellana en un acto celebrado esta semana en el Congreso. Los periodistas quisieron una declaración en español sobre el comunicado que todas esas formaciones suscribieron “contra el Régimen del 78” y recibieron una respuesta muy demócrata: mutis por el foro a la carrera.

La relación entre políticos y periodistas debe ser profesional para conseguir la imparcialidad

“Los periodistas estamos de decorado”, afirmó uno de los informadores presentes en esa rueda de prensa oxidada. El maestro Miguel Ángel Aguilar dijo poco después –citando a Luis María Anson– que los de la pluma y el micrófono, los de la cámara y el plató, corren el riesgo de convertirse en ganado lanar si siguen permitiendo ese tipo de comportamientos. Creo que determinados politicastros ya están construyendo el establo para tal fin con la anuencia del arco populista. La cuestión está en si las empresas informativas van a defender en éste y otros problemas a sus profesionales o van a volver a enviarlos al corral para que unos cuantos farsantes con poder insistan en mearles en la pernera.

La relación entre políticos y periodistas debe ser profesional para conseguir la imparcialidad, ha defendido estos días Carlos Alsina. En esta onda se sitúan cada vez más informadores independientes y de prestigio, como es el caso de Vicente Vallés y otros. El tentáculo del poder contra la Prensa ni es nuevo ni se cura con una aspirina, pero ahora, además, está el uso y disfrute que de los periodistas hacen eminentes zampabollos que, sin haber dado un palo al agua, se creen en posesión de la verdad absoluta, con la que pretenden derruir el sistema que les trajo hasta aquí. Los farsantes están en el aire y vuelan con unas orejas que escuchan a la carta.

Farsante’s in the air
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