domingo. 28.04.2024

La vida

En 1913 Alejandra Kollontai escribía:

“¿Qué es el día de la mujer? ¿Es realmente necesario? La vida misma le ha dado una respuesta clara y elocuente a estas preguntas.”

Más de un siglo después seguimos con la misma cantinela. Ya entonces había señores llorando. ¿A cuántos miles de hombres hemos mandado a la llorería? Tal vez millones. Quién sabe.

Para que nosotras podamos aligerar peso alguien tiene que recogerlo. Es una balanza, la de la justicia

El caso es que hace unos días publicaron un estudio que decía que las mujeres dormíamos menos que los hombres y tomábamos más medicación para dormir. Espero fervientemente que no gastaran muchos recursos en hacerlo. Sería una lástima. Lo que venía a decir el informe es que esto es debido a, no os lo vais a creer, la sobrecarga de los cuidados que implica una doble jornada laboral. Doble y no remunerada, claro.  A los pocos días UGT publicaba que el 29% de las mujeres cántabras no ampliaba su jornada para poder dedicarse a los cuidados y que 19.000 mujeres no buscaban trabajo por el mismo motivo.

Pero eh, que el feminismo no hace falta. Nos pasa como con las huelgas, que tampoco sirven para nada. Si no las haces, claro.

Y es que estamos pidiendo a los hombres que trabajen más y que lo hagan gratis. Que atiendan a su descendencia y que se pidan una reducción de jornada para cuidar a su madre. A ver, yo entiendo que de entrada les genere rechazo. Me imagino a Jaime meditando sobre la corresponsabilidad: “Tan bueno no será si lo quieren compartir”. Y razón no le falta, pero nadie dijo que renunciar a los privilegios fuera tarea fácil. Para que nosotras podamos aligerar peso alguien tiene que recogerlo. Es una balanza, la de la justicia.

Después de darle vueltas a todo esto y de poner mi empatía al servicio ciudadano, intento mirar las cosas con perspectiva. Pero leo que a Cristina Fallarás le han cerrado la cuenta de Instagram por recoger testimonios de mujeres agredidas y me enfado. Aunque al rato pienso en Jenni Hermoso y me reconcilio un poco con el mundo. Solo un poco. También pasan cosas con las que no es que me enfade, me producen un sentimiento de incredulidad ficticia. Me lo creo, pero me pregunto ¿Hay alguien ahí? Son cosas como la campaña de Gema Igual aprovechando el 8M para hacerse autobombo (autobombo capacitista, porque vaya cuadro de campaña). Y bueno, qué decir del grupazo que va a actuar en los actos institucionales del 8M en Cantabria. Puro Relajo se llama, la verdad es que el nombre señala a la perfección la posición de nuestra presidenta. Para ella el día merece a 5 señores con sombrero de vaquero. Gracias Buruaga por tu honestidad. Tampoco esperábamos mucho, no nos vamos a poner estupendas.

Pero ¿Sabéis qué más pasa? Que cuando tengo un rato libre me acerco al pabellón del instituto y veo a las chiquillas jugando un partido y la reacción del público con cada jugada y con cada gol. Y os juro que se me pasa todo y por unos instantes soy capaz de ver la inmensa suerte de habitar el presente. Y me autorregalo una sonrisa pensando en esa miniJudit que no tuvo un espejo en el que mirarse. Es una especie de divergencia cognitiva. Cólera y felicidad. El yin y el yan. La vida.

Y es que nuestra situación ha mejorado, pero claro, partimos de que hace 50 años nos metían presas por adúlteras, nos tenían que dar permiso para abrir una cuenta bancaria y no podíamos divorciarnos. Qué decir del aborto.  La percepción general es de cambio, pero por momentos parece que más en el imaginario y en el discurso que en la realidad. Acción-reacción. Tenemos mucho trabajo por hacer, pero lo estamos haciendo bien. Sin pausa y con prisa.

¡Filiz y combativo día de la mujer trebajadora!

Y ¡Viva Palestina libre!

La vida
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