viernes. 26.04.2024

La infinitud de Cantabria es una característica conocida por locales y visitantes. Playas de ensueño, desfiladeros de quitar el aliento y montes míticos –símbolo de la resistencia del pueblo cántabro– son algunos de los buques insignia de la comunidad. No obstante, la mayor parte de sus localidades se han visto relegadas a un segundo plano en favor de la capital, Santander, y municipios “veraniegos” como Comillas. Dentro de este marco de pueblos más “olvidados” se encuentra la costa oriental cántabra, frecuentada casi únicamente por turistas del País Vasco. Un conjunto de localidades que tienen mucho que ofrecer natural, histórica y culturalmente.

En primer lugar se encuentra Castro Urdiales, tercera ciudad más habitada de la región, tras Santander y Torrelavega. La villa cuenta con numerosos enclaves a destacar, siendo uno de los principales el Castillo-Faro de Santa Ana. Esta joya única en la región se encuentra en lo alto de un promontorio rocoso en una península que también alberga la Iglesia de Santa María de la Asunción, otro de los lugares emblemáticos De la Villa. Aunque datado de 1162, no se comenzó a utilizar como faro hasta 1853 y en sus exteriores se encuentran los restos de la antigua ermita De San Pedro, levantada en el siglo XII. La fortaleza fue protagonista de la defensa del municipio durante su toma por las tropas napoleónicas en 1813 y sirvió de prisión durante la Guerra Civil. Actualmente se ha convertido en un centro turístico-cultural.

Castillo-Faro de Santa Ana, Castro Urdiales
Castillo-Faro de Santa Ana

Ubicado en la misma explanada se encuentra la Iglesia de Santa Maria de la Asunción, templo gótico construido entre el siglo XIII y el XV, bajo la protección del rey Alfonso VIII de Castilla ‘el Noble’ –conocido por su participación en la batalla de las Navas de Tolosa (1212)–. En su interior se encuentran las esculturas góticas de la Virgen Blanca y el Cristo de la agonía, obra de Francisco de Zurbarán. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1931.

Iglesia de Santa María (Castro Urdiales) | Foto Wikipedia
Iglesia de Santa María de la Asunción

A pesar del amplio conjunto monumental de la localidad, la última parada imperdible es un tanto particular: el cargadero de Dícido. También conocido como el cargadero de Mioño, daba servicio a las minas de la zona, actualmente abandonadas. El cargadero original se remonta a 1880 y fue realizado por un discípulo de Gustave Eiffel: M. T. Seiring. No obstante, fue destruido en 1937 durante la Guerra Civil, sustituyéndose por el ahora conservado (aunque en mal estado) en 1938. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1996.

Cargadero de Dicido | Foto: Wikipedia
Cargadero de Dícido

Siguiendo la Nacional 629 hacia el interior de la comunidad se encuentra una de las grandes joyas de la zona: Ramales de la Victoria. La capital de la comarca del Asón se encuentra en un lugar privilegiado del que el mirador de Covalanas se ha aprovechado. Con el Pico San Vicente en el horizonte, el mirador de Covalanas es uno de los lugares más emblemáticos de la localidad. Un sitio privilegiado habitado desde tiempo inmemorial donde nuestros ancestros dejaron su huella en forma de pinturas localizadas en algunas de las cuevas de la zona, reconocidas como Patrimonio de la Humanidad. Desde lo alto se divisa la antigua senda que se convirtió en Camino Real gracias al último viaje que realizó el emperador Carlos V desde Laredo hacia su retiro en el Monasterio de Yuste (Cáceres).

Sin embargo, el lugar más relevante de la localidad es, sin duda, la Cueva de Cullalvera. Se ubica a los pies del Monte Pando y forma parte de un complejo de formaciones kársticas de hasta 12 kilómetros. Es una cavidad de grandes dimensiones con una boca de entrada de 14 metros de ancho por 28 de alto. Ha estado habitada desde hace 13.000 años y sus paredes cuentan con pinturas a 600 y 1.200 metros de la entrada de la cavidad. Durante la Guerra Civil fue utilizada refugio del Parque Móvil del bando republicano.

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Cueva de Cullalvera

Con menos historia, aunque también gran relevancia, cuenta la Iglesia De San Pedro. Edificada entorno al siglo XVII, sus orígenes se remontan a un templo del siglo XII que estaba bajo el dominio del monasterio de San Salvador de Oña. Cuenta con un retablo Mayor de estilo churrigueresco de 1727 dedicado al primer Papa, pieza principal del templo. Ha sido restaurada tanto en 1953 como en 1986 y 1996, al punto que su fachada exterior nada tiene que ver con lo que algún día fue.

El último municipio a mencionar se trata de un pequeño pueblo de mar ubicado en las faldas de un monte conocido durante la época napoleónica como 'el Gibraltar del Norte'. Se trata de Santoña, cabecera comarcal de las Siete Villas y cuna de uno de los lugares más visitados de la comunidad: el Faro del Caballo. A una hora a pie del pueblo, en uno de los acantilados del Monte de Buciero que protegen la entrada a la bahía. Su característica principal es su gran escalinata de 763 peldaños, construidas por los reclusos del cercano penal de El Dueso. El edificio se dividía en dos bloques, el primero de ellos destinado a vivienda del farero (ya demolida) y el otro la torre del faro. Comenzó a funcionar el 31 de agosto de 1863, aunque no se encuentra operativo desde 1993.

Faro del caballo
Faro del caballo

Más cercano al núcleo urbano está el Fuerte de San Martín. Edificado en el siglo XVII, es uno de los pocos fuertes napoleónicos de la península y la plaza preferida del emperador en el Cantábrico. Fue la segunda barrera de protección de la localidad –siendo la primera el Fuerte de San Carlos–. Desde la llegada de los sublevados en septiembre de 1937, fue empleado como campo de concentración –más tarde denominado “de Corrección”– de prisioneros republicanos. En 1992 fue declarado Bien de Interés Cultural. Actualmente es propiedad del Ayuntamiento y ha sido rehabilitado como Centro Cultural y sede de la Escuela-Taller.

Fuerte de San Martín, Santoña
Fuerte de San Martín

Por último, es imposible visitar la capital trasmerana y no pasarse por el templo principal de la localidad, lugar de paso del Camino de Santiago del Norte: la Iglesia de Santa María del Puerto: Tiene un origen legendario, puesto que se cuenta que fue fundada por el propio Santiago Apóstol cuando estuvo en España en el año 37. El templo fue probablemente erigido en el siglo VIII como medida repobladora propia de la época, formando parte de un monasterio de benedictinos. El templo actual es originalmente de estilo románico, aunque cuenta con matices del gótico. Su advocación también tiene un origen mítico, pues según dice la tradición fue llevada al Nuevo Mundo por Juan de la Cosa –armador de la Santa María– en el viaje del Descubrimiento. Fue declarada Monumento Nacional el 3 de junio de 1931.

Iglesia Santa María del Puerto, Santoña
Iglesia Santa María del Puerto

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