viernes. 19.04.2024

Este viernes entra en vigor la nueva Ley de Memoria Democrática, con la que el Gobierno de España quiere seguir avanzando en la reparación del daño que causó la Guerra Civil en miles de ciudadanos, y que todavía hoy deja un rastro de dolor por las miles de familias que siguen sin poder dar un entierro digno a sus familiares, ‘desaparecidos’ en cunetas y fosas comunes como la que existe en el cementerio de Ciriego en Santander. Y precisamente esta ciudad lleva años incumpliendo la legislación debido a las reticencias del PP (y en la última legislatura, también Cs), de eliminar todo rastro del franquismo y la dictadura de sus calles.

De hecho, a día de hoy siguen existiendo hasta 15 calles con nombres que hacen referencia a personajes o hitos de la dictadura. En concreto, las calles que todavía conservan nombres franquistas son Alto de los Leones, Alféreces Provisionales, Belchite, Brunete, Camilo Alonso Vega, Capitán Cortes, Carlos Haya, García Morato, General Díaz de Villegas, General Dávila, General Moscardó, Montejurra, Ruiz de Alda, Sanrgentes Provisionales y Zancajo Osorio.

Curiosamente, el PP incumple incluso las obligaciones que nacen de su propia normativa municipal. Entre 2016 y 2017 se cambiaron algunos nombres de estas calles. Algunos son solo tres: División Azul pasó a llamarse La Secada; Columna Sagardía se cambió por Las Rederas; y Alcázar de Toledo se renombró como Las Ánimas. Sin embargo, este cambio fue sobre el papel. En abril de este mismo año, cinco años después, todavía se conservaban algunas de las placas franquistas.

Y mientras desde el Gobierno central se siguen dando pasos para lograr esta Memoria Democrática, el PP en Santander, donde ha gobernado desde que llegó la democracia, ha retrasado todo lo posible los cambios, amparándose en argumentos como el que daba hace seis meses la alcaldesa, Gema Igual, quien aseguraba que los cambios del callejero debían hacerse “de manera progresiva y, además, muy hablado con los vecinos”, para no generar un “trastorno”. La actual legislatura terminará en mayo de 2023, y Santander sigue manteniendo el rastro franquista.

Ese ha sido el argumento de Igual. El que utilizó su predecesor, el exministro de Fomento, Íñigo de la Serna, fue directamente mantener los nombres pero cambiar el sentido de los mismos. Por ejemplo, la famosa Plaza de Italia, en El Sardinero, tomó su nombre como homenaje a los legionarios italianos que intervinieron en la Guerra Civil. La idea de De la Serna consistía en que el sentido de este nombre fuera únicamente como referencia al país europeo.

Frente a estas reticencias, han sido numerosas las propuestas de asociaciones y partidos políticos para dar nombres alternativos a las calles de Santander. Posiblemente la más conocida sea la de General Dávila, una de las grandes arterias de la ciudad que recuerda al militar que entró prácticamente paseando en la ciudad durante la Guerra Civil. En mayo de este mismo año, varios colectivos proponían que este vial tomara como nombre el de Altamira o el de 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer.

Lo cierto es que la capital cántabra siempre se ha caracterizado por el incumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. En 2015, por ejemplo, era la ciudad europea que conservaba más símbolos de una dictadura. Una ciudad, no hay que olvidar, que no llega a los 200.000 habitantes. A esto se suma la fosa común de Ciriego, cementerio que cuenta con un Panteón de Personalidades en el que está enterrado el Capitán Palacios, que estuvo al frente de las tropas franquistas durante la Guerra Civil y que formó parte de la División Azul junto a la falange. Su nombre figura junto a los del cineasta Mario Camus, el historiador Joaquín González Echegaray, el poeta José Hierro o los pintores Antonio Quirós y Pancho Cossío.

CANTABRIA

Pero Santander no es el único punto de Cantabria que mantenía restos del franquismo en pleno siglo XXI. En 2020 este medio se hacía eco de la placa que conservaba el Colegio Público Pepe Alba de Laredo. El centro educativo se ubica en lo que antiguamente eran las Escuelas Nacionales del General Don Miguel Primo de Rivera, pero seguía manteniendo una placa que recordaba a este “general golpista y dictador”, como lo calificó la delegación de Archivo, Guerra y Exilio (AGE).

Y, por supuesto, Santoña, donde se sigue manteniendo el monumento a uno de sus más conocidos vecinos, Luis Carrero Blanco, mano derecha de Franco, que aparece incluso en las guías turísticas que ofrece el Ayuntamiento, actualmente gobernado por el PSOE.

El callejero franquista permanece en Santander gracias a PP y Cs
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