viernes. 26.04.2024

La UC y sus docentes siguen trabajando con documentos del siglo XVII, y lo peor de todo es que les da igual

Ver a los estudiantes sufrir, dudar y desconfiar de las pruebas que supuestamente docentes formados, expertos y con conocimiento han realizado, ha sido una de las experiencias más desagradables que he tenido que vivir como docente

Los estudiantes siempre han sufrido cuando llega el final del curso y les toca enfrentarse a la Selectividad. Esa prueba de acceso a la Universidad en la que se juegan el todo por el todo, en la que demuestran lo que han aprendido en sus años de formación y en la que, sobre todo, confían en el criterio de unos docentes universitarios que, presuntamente, tienen los conocimientos suficientes para evaluar objetivamente el nivel de cada uno de los candidatos a entrar en esa nueva etapa educativa que, en teoría, permitirá encontrar un buen trabajo. Pero lo que hemos vivido en la EBAU de Cantabria de este 2023 ha sido vergonzoso. Y eso por decirlo lo más políticamente correcto posible.

Los alumnos siguen exigiéndose y queriendo demostrarlo, pero los docentes que evalúan la EBAU no parecen interesados en escucharles

Han pasado ya muchos años desde que cursé Segundo de Bachillerato, pero lo sigo recordando vívidamente. Teníamos asignaturas como Historia, Filosofía, Lengua, Latín, Historia del Arte… Nos estudiábamos, nos esforzábamos, nos frustrábamos, es cierto. Pero desde luego, nada parecido a lo que viven los estudiantes hoy en día, y mucho menos sufrimos los profesores que han tenido que soportar los estudiantes de ahora.

Los nuestros eran de la “vieja escuela”. Docentes bastante estrictos porque les preocupaba lo que aprenderíamos y porque, siendo fieles a la realidad, tendríamos que exigirnos constantemente en lo que fuésemos a hacer. En una palabra, teníamos que demostrar el tipo de estudiante en el que nos habíamos convertido. Eso no ha cambiado con los años, los alumnos siguen exigiéndose y queriendo demostrarlo, pero los docentes que evalúan la EBAU no parecen interesados en escucharles.

La Selectividad, PAU, EBAU, EVAU o como se denomine a lo largo de los años, generaba y sigue generando dudas entre los alumnos, pero el prestigio de hacerla es mucho más importante. O al menos, quiero creer que para los estudiantes sigue siéndolo, porque está claro que no lo es para los profesores de la UC. No solo por los errores de este año, sino porque con las notas de corte tan, tan, tan infladas que se han marcado resulta casi imposible pensar en llegar al 14.

Este curso 2023, tras finalizar las pruebas de la Universidad de Cantabria, he sentido vergüenza. Mucha vergüenza

Los que accedíamos a la prueba éramos los elegidos, porque al parecer no todo el mundo valía para estudiar las carreras universitarias o para conseguir un buen trabajo. Teníamos que hacer las pruebas finales de las asignaturas para poder el resto de nuestros días a una profesión deseada. Supuestamente, tener una vida universitaria nos ayudaba a conseguirlo, para ser lo mejor en esa profesión, tener buenas vacaciones y un mejor salario. O al menos, eso quería pensar yo.

Han pasado unos cuantos años desde que me presenté a la Selectividad, y ahora la afronto desde el otro lado de la barrera. Como decía, este curso 2023, tras finalizar las pruebas de la Universidad de Cantabria, he sentido vergüenza. Mucha vergüenza. Un sentimiento que nada tiene que ver con los alumnos, sino con el tipo de docentes en los que algunos se están convirtiendo. Y lo peor de todo es que vienen de la misma universidad. Profesores que elaboran las pruebas de acceso a la universidad sin haber pisado un aula de Secundaria nunca, desconociendo los contenidos, los criterios de evaluación y las herramientas que usamos. Y eso sin permitir ser revisados.

Cada una de las pruebas ejecutadas desde el primer día ha tenido un error, algunos de ellos muy graves. Da la sensación de que en plena era de la tecnología, la digitalización, la competencia digital, la comunicación instantánea, el trabajo en equipo, las horas de cursos de formación, etc., la Universidad de Cantabria y sus docentes siguen trabajando con documentos y cabeceras del siglo XVII. Solo les falta volver a la Tabula Rasa.

¿Cómo es posible que en todas las pruebas de este 2023 haya habido al menos un error de ortografía, puntuación, enunciado o contenido? Y lo peor de todo es que a ellos les de igual. Ellos, los profesores universitarios, están por encima de las adaptaciones de las nuevas leyes educativas o del siglo XXI.

En efecto, este año los estudiantes han vuelto a sufrir y dudar, pero por motivos muy distintos a los que teníamos en mi época de estudiantes. Verlos sufrir, dudar y desconfiar de las pruebas que supuestamente docentes formados, expertos y con conocimiento han realizado, ha sido una de las experiencias más desagradables que he tenido que vivir como docente. Una falta de respeto a los estudiantes, a su salud mental y a su confianza en que al parecer cuando los profesores cometen errores no pasa nada, pero si son los estudiantes que estamos evaluando, nos faltan bolígrafos rojos para corregir.

La UC y sus docentes siguen trabajando con documentos del siglo XVII, y lo peor de todo...
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