domingo. 16.06.2024

Pedro (Rollán)

La derecha siempre ha tenido un sentido patrimonial de España, absolutamente incompatible con la convivencia democrática

Pedro está de moda. Lo ha puesto un meme de un mapache bailando una versión remix de la canción de Raffaella Carrá, que se ha hecho internacional por arte de la magia de internet y de las redes sociales. Pedro (Sánchez) se llama el presidente del Gobierno, y también el del Senado de España (Rollán). Pero más allá del nombre, ambos no tienen nada que ver, como no lo tienen con el mapache. Sánchez es un superviviente capaz de tener al país en vilo los 5 días que le dura una anunciada reflexión sobre si seguir o no seguir. Y Rollán es un señoro que nunca sonríe en la fotos, que ha sido alcalde, consejero de la Comunidad de Madrid, incluso presidente regional interino y de rebote. Un jefe local de las derechas ascendido a presidente del Senado, seguramente como premio por ser de buen obedecer, y con el objetivo confeso de su amo de transformarlo en la trinchera pepera a la mayoría social y política del país. Es cierto que el PP tiene más senadores que el resto de partidos juntos, pero eso no puede ser la justificación para retorcer las reglas del juego y hacer del Senado lo que no es para usarlo como no se debe.

Es cierto que el PP tiene más senadores que el resto de partidos juntos, pero eso no puede ser la justificación para retorcer las reglas del juego

La derecha siempre ha tenido un sentido patrimonial de España, absolutamente incompatible con la convivencia democrática. La idea de que el país les pertenece está en su ADN, y no se cortan ni un pelo por hacer lo que sea para recuperarlo si no lo dirigen. Rollán está en esa onda. Ha puesto el Senado al servicio del PP en su confrontación con el gobierno, sin ningún pudor, convirtiendo la Cámara Alta en un cortijo feudal en el que mandan la revancha y el ajuste de cuentas. Subordinado a un líder distópico que desde su fallida investidura vive en una realidad sembrada de obsesiones personales y de odios enfermizos, Pedro Rollán ha transformado el Senado en un remake de asamblea franquista dedicada a contraprogramar al Congreso cuando lo que allí se decide se ajusta a su idea nacionalcatolicista de la patria. Para nada útil para la colectividad, además, porque lo único que consigue es retrasar las cosas sin modificarlas ni un ápice. Los maximalismos oportunistas como el de Rollán y sus compañeros es lo que tienen, que ni lustran ni mejoran.

El Senado es hoy el refugio de esa derecha que no termina de asumir ni cómo funciona la democracia ni cuál debe ser su papel en ella. Su presidente ha permitido que se amurallen en la cámara los que no aceptan la derrota ni respetan al contrario, con el mismo sentido institucional que tenia el Consejo Nacional del Movimiento, dependiente del criterio de un líder y de un partido sin ninguna visión de Estado. Feijóo ha tomado posesión del Senado como parte de su estrategia de reinstauración de la España de 1975, y Pedro Rollán le ha allanado el camino, dejando la institución que preside a los pies de los caballos. Si le quedaba algún reconocimiento entre la ciudadanía, el indecente uso partidista que Rollán consiente a los suyos lo ha terminado de diluir en la fosa séptica de la miseria nacional.

El armazón institucional del Estado no puede manosearse según la necesidad partidista de quien lo tiene a su alcance sin que ello no conlleve su desprestigio. Aprovechar las instituciones para sacar tajada con ellas de lo que las urnas no han concedido, es un ejercicio desleal que dice muy poco del talante democrático de quien las utiliza para sus cosas. Y la ciudadanía debe tomar buena nota. Dejarlo pasar sin cobrarse la cuenta da carta de naturaleza a la instrumentalización de los órganos fundamentales de nuestra estructura política en favor de las penurias intelectuales de quienes, cuando no gobiernan, solamente están cómodos deslegitimando todo cuanto hacen los que lo hacen con el apoyo plural del resto. El Senado tiene una función constitucionalmente tasada, que no es, ni de lejos, la que Rollán y el PP quieren que sea. Por mucho que se empeñen, y por muchas vueltas que le den, como el mapache en el meme. 




 

Pedro (Rollán)
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