Los gritos del silencio

No, no estamos hablando de un partido de fútbol, de un concierto o un viaje en barco, donde la elección sólo implica preferencia, pero no daña a un tercero. Estamos hablando de cosa diferente, de una actividad que gira en torno al maltrato, sufrimiento y muerte de alguien que siente y no ha hecho daño alguno

DÍA 2 DE MAYO:

Ante estos hechos tan escabrosos e inaceptables, la implicación de padres y profesores es inexcusable

Esta semana pasada se ha conmemorado el Día Mundial contra el Bulyilling o Acoso Escolar. Con ello se quiere visibilizar y concienciar sobre este problema que afecta a una cantidad enorme de niños, jóvenes y adultos a nivel mundial. Es una problemática grave, tanto por su extensión como por el mucho el daño que hace al sufridor del mismo. La víctima del acoso escolar, lleva sobre sí un enorme  sufrimiento con consecuencias graves para su rendimiento académico y su nivel emocional que en muchos casos arrastrará  a lo largo de su vida, afectando su autoestima, su confianza en sí y el modo de relacionarse con los demás. El enfrentarse diariamente a la escuela, al acosado le supone un dolor enorme, un quebranto de su emocionalidad, una gran indefensión que en ocasiones acaba funestamente; luego, no es ninguna broma. Muchas son las personas adultas que pretenden encubrir su indiferencia, alegando que “es cosa de críos” o con el que “esto ha existido siempre”. Desde luego, ninguna de las dos afirmaciones concede patente de corso para mostrar indolencia ante el asunto. Nuestro compromiso debe ser serio ante un comportamiento tan trascendente. Ya en el último número de la revista “Desafío” que dirijo, recogimos una entrevista que hizo Mª José Canencia -una vecina comprometida con esta problemática- a Lourdes Verdeja, presidenta de la Asociación “Tolerancia Cero al Bullying” que se viene ocupando de dar a conocer la problemática en los centros educativos. En la conducta de bullying intervienen tres elementos: el acosador que trata de humillar con palabras o hechos tratándose de erigirse como superior, el acosado, víctima que sufre las consecuencias y los compañeros que jalean  en complicidad con el agresor o callan amilanados por la presencia del  acosador.  Naturalmente, ante estos hechos tan escabrosos e inaceptables, la implicación de padres y profesores es inexcusable. Los profesores tienen el deber de estar atentos a estos acontecimientos dentro del recinto escolar y los padres de los protagonistas de los hechos deben implicarse en tratar la solución del problema que no responde  a una simple  incidencia, sino  más bien,  es fruto de un patrón comportamental. El acosador puede llegar a sentirse tan reforzado en su estatus que interiorice unas pautas de comportamiento de dominancia que pueda llegar a convertirse en algo intrínsico a su personalidad, pudiendo derivarse serios problemas en sus relaciones interpersonales a nivel familiar, laboral y social,  en la edad adulta.

En el bullying hay una víctima, el acosado; pero también el propio acosador, muchas de las veces, no deja de ser víctima a través de vivencias y aprendizajes inadecuados, por lo que se hace conveniente ayudarle a reestructurar cogniciones y conductas  que faciliten la generación de empatía hacia el otro y contribuya a generar unas habilidades sociales más satisfactorias que redundarán no sólo en el presente sino con vistas a una sana relación interpersonal en el futuro. En este caso, como en muchos otros de problemáticas sociales, la prevención, y no la indiferencia, debe ser la pretensión a la que hemos de dirigir la mirada. Proteger al débil, darle la palabra.

DÍA 3 DE MAYO

Acabamos esa semana con el anuncio del ministro de Cultura, Ernest Urtasum de la cancelación del Premio Nacional de Tauromaquia que se venía otorgando desde 2013. La reacción no se ha hecho esperar con contestaciones desde ámbitos diversos. Un tema muy peliagudo el de los toros, con sus detractores y sus defensores. Tampoco voy a ahondar en ello. El ministro solo ha hecho lo que su conciencia le dicta y responsabilidad de cargo le permite. No considera que el maltratar y hacer sufrir a un animal hasta la muerte, para el divertimento de las personas sea digno de ser premiado. Y ya está… El debate se puede suscitar, claro que sí, tal como viene ocurriendo, pero no bajo la perspectiva de la ética, ya que considero que esta no se da. Los defensores de la tauromaquia, pueden apelar a la estética, por supuesto que sí, pero nunca a la ética.

No conviene contemplar la lidia desde una perspectiva estrábica. Vamos a ver… De un lado, el toreo tiene su parte visual, su componente artístico. De otro, hay un ser noble y bravo, obligado a intervenir; un animal  lacerado, estresado, un ser al que se hiere sistemáticamente, se le inflige dolor hasta minimizar sus fuerzas y jadeante con la mirada ensombrecida, acaba  su vida sobre la arena teñida de sangre. Y todo por puro divertimento y lograr el parné de unos pocos.

Conviene sopesar las dos partes de la lidia y cada cual compruebe hacia dónde se dirige el fiel de su balanza. Todo es opinable, pero no parece decente  mantener ese enunciado, utilizado para eludir cualquier crítica a la “fiesta”, de que: “el que no quiera ir a los toros que no vaya”. No, no estamos hablando de un partido de fútbol, de un concierto o un viaje en barco, donde la elección sólo implica preferencia, pero no daña a un tercero. Estamos hablando de cosa diferente, de una actividad que gira en torno al maltrato, sufrimiento y muerte de alguien que siente y no ha hecho daño alguno. Es como si en el caso anterior, ante el niño acosado y agredido, mirásemos para otra parte Y eso, cuanto menos, nos debiera producir cierto sonrojo. Y quizá, se pueda entender que, para algunos, concite cierto alivio  la decisión del ministro con la desaparición del premio. Y quepa la esperanza de que los mugidos de dolor del bravo y bello animal,  acaben alterando la conciencia taurina.

DÍA 9 DE MAYO 

En el día de hoy, pasada la mitad de  semana, ha fallado todo posible acuerdo entre Hamás e Israel, reunidos en territorio Egipcio. Israel está dispuesto a sumar su masacre, atacando Rafah que se encuentra en la frontera con Egipto y es el paso por donde entra la ayuda humanitaria, siendo un centro de refugio para la población civil de Gaza que ha deambulado de un lado a otro por toda Gaza, bajo las exigencias y caprichos del ejército israelí.

Se ha sobrepasado con creces la Ley del Talión y, a mi modesto entender, se han cometido auténticos crímenes de guerra. Un genocidio

Desde que Hamás perpetró el ataque a civiles israelís, aquél fatídico 7 de octubre que supuso el asesinato y secuestro de numerosas personas. Israel no ha cesado de impulsar su fuerza contra el pueblo palestino de la franja de Gaza. Los ataques han sido cuantiosos e indiscriminados falleciendo miles de civiles y niños. Tampoco han cejado en el empeño de aislar, asediar y restringir toda ayuda humanitaria hacia la población civil. No hay piedad ni visos de compasión, infligiendo un escarnio muy superior al recibido por el grupo terrorista Hamás. Se ha sobrepasado con creces la Ley del Talión y, a mi modesto entender, se han cometido auténticos crímenes de guerra. Un genocidio. Todo ello hace que las simpatías hacia el pueblo de Israel hayan decaído y aunque haya habido un largo periodo de silencio cobarde, se comienzan a oír y apreciar ciertos signos de protesta. Algunas universidades de ciertos países, entre ellas alguna española, se han movilizado con protestas pacíficas. La Universidad ha sido cauce para el análisis crítico y la reflexión y era de prever que de continuar la situación bélica en los mismos términos, las protestas llegarían y los gobiernos europeos irían aflojando su indiferencia e imagino que sin mucho tardar –aunque están tardando mucho- se comprometan a condenar a las claras la actitud belicista y deshumanizada de Netanyahu. Al igual que Hamás debe permitir el regreso a sus hogares de los secuestrados israelíes.

De momento, ya hay varios países europeos, entre ellos España, a favor del reconocimiento del Estado palestino y  Biden amenaza con no enviar armas  a Israel si ataca  Rafah. Algo es algo; muy poco, pero algo…

Poco a poco, es de esperar vaya  mejorando la afonía. Hagamos una apuesto por el sonido de la palabra y se apaguen esos gritos en el silencio.

                                                                                             

 

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