miércoles. 24.04.2024

La corresponsabilidad es cosa de todos

Es imprescindible que todas las instituciones públicas ofrezcan una respuesta con perspectiva de género a las consecuencias de la crisis de la COVID19 y concretamente al desarrollo de una red de recursos públicos que faciliten, entre otras cosas, las tareas de cuidado y fomenten la idea de que la responsabilidad no solo es cosa de ellas, sino también de ellos.

Como cada 8 de marzo, nos sumamos a la reivindicación del Día Internacional de las Mujeres con la intención de seguir consolidando los principios de una igualdad plena y efectiva entre mujeres y hombres.

En la conmemoración de este marzo de 2021 en el que aún no hemos recuperado la necesaria y añorada normalidad, resulta obligado entender que la situación social derivada de la COVID19 ha puesto de manifiesto algunas carencias en cuestiones que son imprescindibles para el bienestar de la ciudadanía.

Porque hace ya un año que un hecho tan doloroso e insólito como una pandemia alteró y oscureció nuestras vidas. Durante la pandemia las mujeres han estado en primera línea y desempeñado un papel extraordinario. Como trabajadoras en el ámbito sanitario, la ciencia y la investigación, desde los servicios esenciales, pero también asumiendo mayoritariamente la responsabilidad de los cuidados en el ámbito privado.

Una de las manifestaciones más clara de estos déficits la han sufrido miles de mujeres al constatar la aún escasa estructura de recursos públicos para la atención a los cuidados de personas dependientes, niños o niñas y personas mayores. El mandato del cuidado socialmente impuesto a las mujeres, las ha obligado a tener que simultanear situaciones que suelen ser incompatibles, como son el empleo y los cuidados en el mismo espacio y en el mismo tiempo.

Recordamos que una de las primeras medidas asumidas en esta crisis por los gobiernos autonómicos, por recomendación del Gobierno de España, fue la de cerrar los centros educativos. Los niños y las niñas con demandas de atención y cuidado tuvieron que confinarse en las casas junto con el resto de sus familias. Las familias diversas de nuestro país vivieron el confinamiento en situaciones laborales diferentes.

Las tareas de cuidados con la vida laboral obliga a muchas mujeres a tener que abandonar sus empleos

Esta situación de incompatibilidad de las tareas de cuidados con la vida laboral obliga a muchas mujeres a tener que abandonar sus empleos. Esta dura realidad conlleva una feminización de la pobreza, que se agudiza en los casos de las familias monomarentales donde la mitad de ellas, están en riesgo de pobreza.

Por lo tanto, es imprescindible que todas las instituciones públicas ofrezcan una respuesta con perspectiva de género a las consecuencias de la crisis de la COVID19 y concretamente al desarrollo de una red de recursos públicos que faciliten, entre otras cosas, las tareas de cuidado y fomenten la idea de que la responsabilidad no solo es cosa de ellas, sino también de ellos.

Y me temo que la respuesta no es el teletrabajo. O al menos, no es solo el teletrabajo, cuya puesta en marcha en esta crisis sanitaria ha puesto de manifiesto las dificultades de esta forma de trabajar por la ausencia de recursos de corresponsabilidad del cuidado.

Muchas mujeres han tenido que teletrabajar intentando compatibilizar su tarea laboral con el cuidado de hijos, hijas, personas dependientes y personas mayores en el mismo tiempo y espacio. El teletrabajo ha reforzado durante esta crisis el rol de cuidadoras de las mujeres dado que han asumido de manera mayoritaria estas tareas. Muchas de estas familias son monomarentales con más de un hijo o hija a cargo, y con situaciones socioeconómicas de extrema vulnerabilidad. Otras mujeres volvieron a su realidad laboral presencial sin que se hubieran retomado las clases escolares. Estas situaciones imposibilitaron incluso que muchas de ellas se pudieran reincorporar a sus trabajos o que se hayan tenido que acoger a reducciones de jornada, con la consecuente repercusión salarial.

El teletrabajo no puede concebirse como una medida de corresponsabilidad sino como una forma diferente de trabajar que tras esta crisis, debe implementarse con condiciones mucho más garantistas y de igualdad para las trabajadoras y los trabajadores.

Y también debe poder compatibilizarse con una red de recursos públicos que faciliten de corresponsabilidad en la que tienen que estar implicadas las instituciones y el conjunto de la sociedad civil para que los cuidados sean una responsabilidad compartida, organizada económicamente y no recaiga exclusivamente sobre las mujeres. También es cosa de ellos.

Hay que intervenir con celeridad y contundencia para paliar estas situaciones, generadas por una situación que ha puesto de relieve tanto la importancia fundamental de las contribuciones de las mujeres como las cargas desproporcionadas que las mismas soportan.

Y hay que hacerlo trabajando incansablemente para que esta crisis ni deje a nadie atrás, ni se lleve por delante a las mujeres.

La corresponsabilidad es cosa de todos
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