jueves. 28.03.2024

Tragedia en Mallorca, tragedia en España

La gigantesca riada en Mallorca nos hace lamentar lo ocurrido, pero también sacar a la luz errores que se pudieron cometer antes de la tragedia, sobre todo de cara a prevenir. Tradicionalmente, hemos sido un país remolón en tomar medidas contra el fuego, las crecidas oinundaciones, y el exceso de construcción donde antes había montañas, ríos y arroyos. Queda mucho por hacer aún en estas materias, y la imagen de un Rafa Nadal como voluntario ante la catástrofe nos debe hacer madurar un poco más.

Todo el dinero malgastado antes de la crisis en aeropuertos construidos de punta a cabo de España, bastantes en desuso, hubiera valido para levantar pequeñas infraestructuras en muchos pueblos de España, que evitasen daños humanos y materiales en las riadas que acostumbran a llegar anualmente a muchos puntos de la geografía ibérica. Tres cuartos de lo mismo sucede al tratar de convenir anualmente las prioridades que debe contemplar el presupuesto de un Estado, el de una comunidad autónoma, el de un municipio grande o pequeño. ¿Qué es primero, construir un nuevo colegio ante la mucha demanda de alumnos o los carriles-bici en los que luego no ves a un solo usuario pedaleando? Pocos gestores de lo público me comprarían este argumento, dentro de un país tieso de dinero que se permite de todo, pero el columnista convencido lo es en razón de meter el dedo en el ojo, máxime si las cosas, como ocurre aquí, se hacen rematadamente mal.

Doce muertos, siete hombres y cinco mujeres, es el balance provisional de fallecidos en el diluvio de Mallorca, más en concreto en Sant Llorenç, a la espera de encontrar a Artur, el niño desaparecido en estas terribles inundaciones. Los daños materiales son por ahora difíciles de cuantificar, porque hay muchísimas familias y profesionales que lo han perdido todo. Pero hay una pregunta a la que tratan de responder algunos medios de comunicación, pocos, sobre si esta tragedia se podía haber evitado o, al menos, rebajado en sus consecuencias, de haberse tomado previamente determinadas medidas de obligado cumplimiento.

Hay una pregunta sobre si la tragedia se podía haber evitado, de haberse tomado previamente medidas de obligado cumplimiento

Hay cuatro o cinco cuestiones que se debaten, y que deberían ser motivo de investigaciones, para que algo así no vuelva a suceder, al menos en la crudeza de cómo se ha vivido en el lugar y lo ha podido ver y llorar el resto de España. En primer lugar, y como parte del cambio climático, nuestro país debe invertir lo suficiente en la mejora de los servicios meteorológicos, y en contar cada vez con más profesionales expertos, que deben trabajar con las nuevas tecnologías que van apareciendo en la detección y prevención de inclemencias meteorológicas (¡233 litros por metro cuadrado!, caídos en este caso). Queda muy bonito tener ahora un nuevo ministerio de medio ambiente que se denomina al tiempo de Transición Ecológica, pero España tiene aún todos los deberes por hacer respecto al Cambio Climático y su posición en los organismos internacionales en la mayor, menor o nada de defensa en este asunto de tanto calado, negado y denostado por las grandes potencias con Estados Unidos, Rusia y China a la cabeza.

Rafa Nadal nunca olvidará la tragedia de Sant Lorenç, porque la padeció, como uno más en la lucha contra el agua desbordada inundando las casas

En España vamos tarde en casi todo. En materia de catástrofes se puso de manifiesto con la solución a los incendios veraniegos (medios, medios y medios), o la creación a finales del año 2005, no llega por tanto ni a 15 años, de la UME, la Unidad Militar de Emergencia, desplegada ahora en la isla de Mallorca. Pero queda aún mucho por hacer, empezando por la concienciación ciudadana. En Sant Llorenç fallaron muchas cosas al mismo tiempo, desde la deficiente canalización del torrente que está a la entrada del pueblo, a los vehículos de todo tipo aparcados donde no deben, por seguridad. Lo de las viviendas construidas donde no debieran, esa es otra. No pasa solo en España, ocurre en todo el mundo, y la ONU no termina de ser enérgica ante lo que hay que preservar, sin que el peligro de la especulación inmobiliaria, tan causante además de la corrupción, acabe con lo poco bueno que aún nos queda (Amazonas). La tragedia en Mallorca ha venido a demostrar, una vez más, que las poblaciones no están suficientemente preparadas para actuar ante determinadas contingencias, pero lo más lamentable es que falten también vehículos especiales, maquinaria y personal adecuado ante emergencias como la acontecida. Mallorca ha sido también noticia mundial por la aparición en escena, para echar una mano, del tenista Rafa Nadal, oriundo de esta bella y turística isla. Aquí se ha notado igualmente nuestra falta de agradecimiento, cuando una serie de bocachanclas han criticado el hecho a través de las redes sociales, como si su gesto fuera más publicitario que sentido. Pasarán los días, los meses y los años, y las gentes de todas partes se olvidarán de Sant Llorenç. Nadal no, porque estuvo allí y lo padeció, como uno más en la lucha contra el agua desbordada inundando todas las casas y arruinando todo tipo de bienes y enseres. Solo así hay que ver este gesto personal, como lo tendríamos también usted y yo si llega el caso, para defender a nuestro pueblo, antes de verlo sucumbir por un drama sobrevenido.

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