París, deporte y ejemplo, pongamos que hablo de Carolina Marín

Primero fue la Eurocopa, y después los Juegos Olímpicos de París. En ambos escenarios nuestros deportistas han dado una gran lección de unidad y compañerismo, bastante alejada de lo que sucede en otros ámbitos dentro del propio país, y que a los ciudadanos ya nos tiene hastiados. La grave lesión de Carolina Marín fue otro de los momentos en que se pudieron apreciar las buenas sensaciones y reacciones que se imponen desde un espíritu olímpico que ensalza el juego limpio, dentro y fuera del campo de juego. Nos iría mejor al hacer lo mismo en todo, y ganaríamos medalla en convivencia, ahora bastante deteriorada

Estos Juegos Olímpicos de París 2024 han tenido muchos nombres propios, pero ninguno como el de Carolina Marín. Ya que este artículo se publica en domingo, reconozco que varios días antes, con el regreso jaimitesco a España de Puigdemont, me entró alguna duda de escribir sobre el ex presidente catalán, pero se disiparon enseguida, ya que no vale la pena insistir mucho más en el ridículo como país que venimos haciendo desde hace tiempo. Por eso me va a reconfortar mucho más, y creo que también a usted, apreciado lector, redactar valoraciones sobre las buenas consecuencias de tener un espíritu olímpico, y mostrárselo al mundo entero durante los 17 días en que duran unas Olimpiadas. 

Tras el paso por semejante competición, hay nombres que se convierten en legendarios: Nadia Comaneci, Steffi Graf, Serguéi Bubka, Michael Phelps, Usain Bolp, Simone Biles. Alguien se hace leyenda deportiva por sus logros, marcas y medallas, pero si sumamos a todo esto el infortunio inesperado, que encuentra rápidamente de la solidaridad del gran equipo olímpico y, sobre todo, de tus compatriotas, entonces también en la lista aparecerá en adelante la española Carolina Marín. 

De lo mejor que tenemos en este maltrecho mundo y sociedad en la que se sustenta, el deporte y nuestros deportistas son hoy la gran referencia. Desde la política, a la economía, pasando también por las relaciones internacionales (teñidas de conflictos bélicos), deberían crear su propio Juramente Olímpico. Ese que reza: “Juramos que tomaremos parte en la Olimpiada, en leal competencia, respetando las reglas que la gobiernan y el deseo de participar en ella con verdadero espíritu deportivo, por el honor de nuestra patria y por la gloria del deporte”. Sí, de igual manera, haría falta, ahora más que nunca, prometer juego limpio en otros muchos campos que están fallando, porque se actúa al margen de lo ético, de lo honrado y beneficioso para la ciudadanía en general, y también porque crece la sensación de que se gobierna para grupos de poder y las personas influyentes que los representan.

Política y economía deberían crear su Juramente Olímpico, ese que reza leal competencia, respetando reglas y participar con espíritu deportivo

En su especialidad, el bádminton, Carolina Marín contaba con todas las posibilidades de subir al pódium. Ya en semifinales, en plena disputa del partido con la china He Bing Jiao, sufrió una terrible lesión de rotura de ligamento cruzado y de los dos meniscos de su rodilla derecha. Ya ha sido operada con éxito. La imagen de la campeonísima jugadora tendida en la cancha, absolutamente desconsolada, estremeció al mundo, y España entera volvió a rememorar uno de esos momentos mágicos en los que transmitimos unidad a raudales, dejando aparcado por unos instantes el mal rollo que impera dentro del país, y de cuya salida o consecuencias es harto difícil vaticinar algo. 

Tras lo ocurrido, Marín emitió y recibió sentimientos que tienen que ver todo con el espíritu olímpico. Ni por asomo voy a renunciar a explicarles esto tan especial del deporte, porque son precisamente las dosis que necesita España, la Unión Europea y, para no quedarme corto, el mundo entero. Ese espíritu habla de esforzarse al máximo para ganar, pero también de la alegría de participar, alcanzar las metas personales, empeñarse en ser y hacer lo mejor en la vida diaria y beneficiarse con la saludable combinación de cuerpo, mente y voluntad fuertes. Incluso cada uno de estos apartados nos debiera alejar del pesimismo del muy escaso medallero conquistado por España. Por otra parte, haber ganado el oro en el fútbol y el atletismo, ya verán cómo será utilizado incluso por los estamentos deportivos oficiales para hacer un balance inmejorable de la participación de España en los Juegos Olímpicos de Paris 2024. Somos así de predecibles, ¡qué le vamos a hacer!  

Antes, cuando he citado a leyendas del olimpismo, he obviado a propósito a Saúl Craviotto. Le he querido dejar para el final, como la persona grande que es, y la demostración de que el equipo español siente orgullo de los colores que defiende, y cuestión aparte son los desencuentros que organizamos aquí, ahora por la financiación singular que se pretende para Cataluña, a costa de otras autonomías. Craviotto, piragüista catalán, con seis medallas olímpicas en su haber, al ganar una nueva en París agasajó de esta manera a su compañera andaluza: “Tengo mucho cariño y aprecio por Carolina. Ha sido muy injusto. Me gustaría dedicarle esta medalla”. Ya con anterioridad y nada más parado el partido (“Estoy destrozada”), la jugadora china frente la que se lesionó, He Bing Jiao, recibió su medalla, portando de manera visible un pin con la bandera de España, en un claro y explicito reconocimiento personal a la gran deportista de Huelva (“Llevé el pin a la ceremonia porque quería compartir el honor de estar allí con ella").

Los deportistas españoles cuentan, y de ahí el país al que representan. ¡Chapó por todos ellos y ellas, y su espíritu olímpico y español!

Apelando en el futuro al deporte, como ejemplo de referencia para todo lo demás, surgirá al instante el nombre de Carolina Marín. El balance de estas Olimpiadas no será un relato único, porque dependerá de quien lo cuente y con la finalidad o intenciones que lo haga. Pero ya hay imágenes para la historia. Hemos contado la de Carolina Marín, pero es justo concluir el artículo con otro grande, el mallorquín Rafael Nadal, recogiendo la antorcha olímpica de manos de Zinedine Zidane en la ceremonia inaugural. Otra muestra de que los grandes deportistas españoles cuentan, y de ahí el país al que representan. Esto, hecho por los franceses, es para nota. Y también motivo de decir que dentro de nuestro país debe prevalecer la misma fuerza y unidad que siempre demuestran nuestros deportistas. ¡Chapó por todos ellos y ellas, y su espíritu olímpico y español!

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