MEMORIA HISTÓRICA

Los familiares de las víctimas acogen con rabia la derogación de una ley "que ayuda a completar los círculos de sanación"

Presentación de la Plataforma Memoria y Democracia de Cantabria
Presentación de la Plataforma Memoria y Democracia de Cantabria

Perder la memoria te priva de tu pasado, pero también de tu presente y tu futuro. Quienes hemos convivido con personas afectadas de alzheimer u otras demencias similares hemos presenciado su desesperación ante esos huecos que, de repente, se forman en su mente, en su vida. Se sienten huérfanos, perdidos y asustados, se les arrebata su identidad.

A un país le pasa lo mismo con la memoria. Perder, por tanto, la perspectiva de dónde venimos es un drama. Peor aún es no haber llegado a tenerlo completo, porque tu identidad no está completamente formada. Nos hace huérfanos de nuestro pasado e hijos de una sociedad incompleta.

Las leyes de memoria histórica fueron la única herramienta con las que, tardíamente, tratamos de reconciliarnos con nuestro pasado, conocerlo aprender de él y reconciliarnos con los horrores vividos en dos bandos que nunca han llegado a sanar. En Cantabria, esa herramienta está próxima a eliminarse y, con ella, cualquier avance de conciliación, reparación y compromiso de no repetición.

Los familiares de las víctimas, asociados en varias organizaciones centradas en la recuperación y la memoria, viven con desesperación y enfado este retroceso que va a perpetuar el Gobierno de Partido Popular, por la vía de urgencia y en connivencia con la ultraderecha.

“La ley ofrece los círculos de reparación mediante los cuales las víctimas podemos sanar, y que, en muchos casos, hemos tenido que hacerlo de manera particular, con la ayuda de los voluntarios que se han dejado la piel por puro compromiso social”. Así se refiere Alfredo Osma, miembro de Plataforma Memoria y Democracia y el último protagonista de la historia que ha querido contar el colectivo Desmemoriados. Su abuelo, Mariano Cortés, fue fusilado durante la guerra, el 27 de octubre de 1937, y su viuda guardó en su corazón todo lo ocurrido, incluido a sus propios hijos.

Los círculos de los que habla Alfredo son los de la reparación, los de cerrar el dolor. En el caso de su familia, tuvieron casi suerte, ya que él mismo pudo rehacer la historia de su abuelo, entre la casualidad de encontrar la carta en la que se despedía de la familia, su curiosidad innata y el destino de ser un apasionado de la historia y estar en el momento adecuado y el lugar preciso, al descubrir dónde fue fusilado y enterrado su abuelo gracias a un libro de Antonio Ontañón que descubrió en casa de sus suegros.

“Durante sesenta años, mi madre no tenía padre, solo sabían que le habían matado en la guerra”, cuenta. Y ahí comenzó el primero de los círculos de sanación, “pude llevar a mi madre y mis tías a Ciriego, a visitar las fosas comunes y ver el nombre de su padre honrado. Para ellas, reencontrarse con su padre, saber qué le había pasado, cómo y dónde estaba supuso el principio del cierre del dolor”.

El segundo círculo llegó con una exposición que se hizo en el MUPAC, donde la carta de amor y la historia de su abuelo se hizo pública, expuesta a todos los que sienten su empatía, “porque la suya es la historia de miles y miles de familias de este país, las silenciadas y nunca escuchadas por el miedo”.

Y el tercer círculo lo acaban de hacer ahora, al escribir la historia de Mariano Cortés en Desmemoriados, “asegurarnos de que no se olvide, porque nuestra historia familiar representa la de tantísimas personas en España, y es por eso que estas leyes son necesarias cuando se han vivido un conflicto tan largo, en la que se ha impuesto tanto el silencio y la represión”.

De hecho, Osma defiende que ese es el verdadero espíritu de la Ley de Memoria Histórica y Democrática. “Claro que en Cantabria quedan unas 100 fosas, pero reducir todo a un problema arqueológico es absurdo, la norma sirve para buscar la verdad, otorgar dignidad y recuperar la memoria de forma global”, porque “si no conocemos el auténtico drama que supuso, es imposible poder garantizar el compromiso de que no vuelva a ocurrir”. “A mi madre nadie le devolverá a mi abuelo, ni toda su vida sin él, pero hablar de ello, sentirse reconocida, compartiendo el dolor, hace que sea más llevadero. Por ello considera que las leyes de memoria histórica son, incluso, mucho más necesarias para quienes no tuvieron represaliados en sus familias, que para los que los tuvimos”.

“PRETENDEN VOLVER A OCULTAR LA HISTORIA QUE ESTUVO TANTO TIEMPO ESCONDIDA”

Tanto la Guerra Civil como la dictadura produjeron víctimas en todas las familias, y en muchos hubo muertos de ambos bandos. Es el caso de María Toca, conocida divulgadora histórica y socia de Asociación de Recuperación de Memoria Histórica y Héroes de la República. Un primo suyo fue asesinado en el Alfonso Pérez, y su memoria sí ha sido honrada y recordada. Sin embargo, su tío abuelo, fusilado en Bilbao con apenas 19 años, no ha tenido, hasta hoy, el mismo reconocimiento. “Tengo el mismo derecho a reivindicar a mi tío, al que mi bisabuela tuvo que llorar dentro de casa, en silencio y con el estigma social siempre cargando durante décadas en su familia porque él defendió la democracia”, ha recordado.

Ella dice que está viviendo el anuncio “con rabia, lo que es muy motivante para movilizarse”. Considera que Vox ha ayudado al PP “a quitarse la careta”, aunque dice que esta estuvo siempre puesta superficialmente. La prueba es que en ciudades como Santander se les ha negado siempre el permiso a colocar placas de memoria, como la de las 69 víctimas de los bombardeos de la Legión Condor. “Es cuestión ideológica, porque la queríamos sufragar nosotros. Mientras, sí se gastan miles de euros en otros homenajes, que están bien, pero se obvia la verdad de una época amplia solo por ideología, porque no quieren tener a todas las víctimas al mismo nivel”, denuncia María. Además, muestra su incomprensión, porque “muchos de ellos tienen fusilados en su familia ¿Por qué ese empeño en ocultarlas?”.

“ES UNA CARRERA PARA VER QUIEN SE SIGNIFICA MÁS EN EL RETROCESO DEMOCRÁTICO”

Experto en sacar a la luz lo que ha estado tanto tiempo oculto es José Luis Pajares, del Colectivo Memoria de Laredo, quien lleva casi diez años recopilando la memoria de la represión en la comarca, junto a su compañera Presen Gómez.

Fue a raíz de la presentación del libro ‘Mujer, República, Guerra Civil y represión en Cantabria’, del historiador José Ramón Sáinz Viadero, que se interesaron, no solo por la historia de las mujeres deportadas, sino por la de muchos otros de sus vecinos. “Nos dimos cuenta de que nos quedaban muy pocos años para recoger sus memorias o se perderían”.

Ellos empezaron cuando no había ley, y seguirán a pesar de todo, pero reconoce el paso atrás. “Creo que es una carrera para ver quien se significa más en el retroceso democrático en los derechos de muchas personas, especialmente de las víctimas de la dictadura”, opina. Además, cuestiona por qué la derogación de esta ley “es su prioridad política, porque en otros temas el Gobierno de Cantabria no ha empezado a trabajar”. “Su excusa es que la ley se aprobó sin consenso, cuando sin consenso la quieren derogar ellos”.

Tiene claro que “vamos a llamar a la movilización, porque no entendemos que esto lo hagan en silencio”. “Nosotros vamos a seguir trabajando para conservar la memoria, por nosotros no va a haber un paso atrás”, insiste, y confía en que toda esta cuestión “sea temporal, porque lucharemos por un Gobierno que se preocupe por este tema y por coordinarse y empatizar con las familias, y cerrar la herida”.

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