viernes. 29.03.2024

La odisea de las jubilaciones

Europa tiene que acometer un nuevo tratado de refundación que recupere garantías para los ciudadanos, permita trabajar dignamente y alcanzar una segura jubilación que no albergue dudas. Sobre los jóvenes en busca de su primer trabajo, más un salario digno y más pensión futura, hay que erradicar la creación de ciudadanos de primera, de segunda y de tercera. Una actuación resulta decisiva: tener coraje político para eliminar los paraísos fiscales y perseguir conjuntamente la evasión fiscal y de capitales en todo el mundo.

Allá por el año 2005, los jóvenes españoles mostraban su preferencia laboral por hacerse con un puesto de funcionario, y hoy se plantean (con más incertidumbre que optimismo) empezar cuanto antes a trabajar para cotizar así lo suficiente para alcanzar una lejana jubilación que es lo más parecido a la obra griega de la Odisea. Efectivamente, la mejor arma del héroe en los poemas de Homero era la astucia y la inteligencia, además de la ayuda provista por Palas Atenea, hija de Zeus, que permite a Ulises escapar de los continuos problemas a los que se enfrenta por designio de los dioses. Su Isla de Ítaca a la que anhela regresar, son hoy las pensiones, la odisea es conseguir un trabajo estable y bien remunerado y la diosa Atenea no deja de ser una ilusión que te lleve al final de una vida laboral con un descanso bien merecido y pagado mes a mes. Los últimos treinta años europeos han tenido como denominador común la unión entre el ciudadano y su bienestar. Pero esto ya es pasado.

El endeudamiento de las economías ha puesto en riesgo el porvenir Ciudadano

Nunca antes como con esta crisis nos habíamos parado a pensar lo que era el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Banco Central Europeo. Son de facto las todo poderosas instituciones financieras donde los denominados hombres de negro marcan el destino económico del mundo. Han establecido para ello, como salida de la crisis, una batería de injustas obligaciones que dañan considerablemente las condiciones laborales de las nuevas generaciones que acceden ahora a su primer trabajo, y que lastran más injustamente si cabe el acceso de estos trabajadores a salarios justos, derechos y garantías que copen en su día unas expectativas razonables de edad de jubilación y cuantía de la misma. El alto endeudamiento de las grandes economías mundiales ha puesto en riesgo el porvenir de sus propios ciudadanos. El resto de la historia es conocido como rebaja del déficit público, ajustes presupuestarios y recortes sociales que volatilizan el bienestar general como esencia irrenunciable dentro de Europa. Aquel lenguaje sobre solidaridad interregional, fondos europeos, planes de empleo y proyectos comunes, está en la UVI, disparado a bocajarro por la crisis, el desempleo, los refugiados y la insolidaridad británica encarnada en el Brexit o marcha de Inglaterra de la Unión Europea.

Hay que dar el paso de acabar con los paraísos fiscales y la evasión fiscal

Lograr una vuelta a cómo se decidía antes se consigue refundando Europa y regresando a los pilares que suscribieron los padres de aquella Comunidad Económica Europea creada en 1957. No tenemos ni mayores ni peores problemas que entonces, años de postguerras y pobreza, de una gran emigración, donde los países supieron salir adelante con inteligencia (como en la Odisea de Ulises) y, sobre todo, con unión. Es cierto que hoy los problemas más serios provienen del mal uso del dinero, la corrupción,  y de un gran desequilibrio localizado en que pagan más impuestos los trabajadores que las grandes fortunas y corporaciones industriales y financieras. Hay que tener decisión con los problemas más serios y darles una urgente salida. Empezando por la eliminación de los paraísos fiscales, mucho más dentro de Europa, y continuando con la erradicación de las cuentas opacas que permiten la evasión de capitales y el impago de impuestos. A lo largo de la historia europea hay unos cuantos tratados que han supuesto la subida de escalones en derechos y deberes colectivos. Pues bien, es momento de un nuevo acuerdo que resuelva los citados desequilibrios, que dé una mejor respuesta a la inmigración, y que responda al futuro de nuestros jóvenes en lo laboral y sus pensiones, como antes otros trabajadores lo alcanzaron. Con las actuales políticas estamos hablando de ciudadanos de primera, de segunda y de tercera. Las desigualdades no son compatibles con los tratados europeos, de ahí la revisión profunda que hay que hacer de los mismos. Vivir, trabajar, costearse una serie de necesidades, para llegar a jubilarse algún día con garantías, no tiene porque ser la odisea actual que supone hablar de todo esto.

 

 

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