martes. 23.04.2024

Mamá Juana contra el machismo

Juana Rivas es una madre coraje en su lucha contra el peor machismo que supone la violencia de género. La huida con sus dos hijos del mal ambiente donde convivía con su maltratador para luego esconderse, le ha acarreado un grave problema con la justicia, que debe ser precisamente la mayor garantía de protección en estos casos. Muchas voces de la sociedad civil, a las que me sumo, se han alzado en favor de la víctima al grito de “Juana está en mi casa”.

Difícil no encontrar en alguna sesuda historia escrita por Gabriel García Márquez una alusión a la integridad de sus personajes novelescos, convencido como creo que estaba el nobel colombiano, y así se lo ley en cierta  ocasión, que alcanzar la virtud es cuestión de tiempo. Me gustaría poder decir lo mismo con el machismo en España, pero me debo a unos hechos tozudos en los que los casos se suceden, la violencia contra las mujeres no cesa, los grandes acuerdos parlamentarios al respecto se enredan y eternizan, e incluso los veredictos judiciales encuentran rechazo social por eso de que la lógica y la razón deben siempre anteponerse a las grandes declaraciones, aunque puedan quedar recogidas en una enrevesada sentencia. Al fin de cuentas, formamos parte de una sociedad en la que participamos con plena libertad de derechos, y la igualdad de sexos y el respeto deben ser como el preámbulo de este contrato de forma de vida colectiva. Juana Rivas, con dos hijos de 11 y tres años, en huida de un marido italiano que la maltrataba y condenado por ello, es nuevamente una excepción dentro de toda la retahíla que nos traemos a la hora de zanjar, de una vez por todas, que el machismo es letal y hay que exterminarlo sin dar lugar siquiera a interpretaciones, que casi siempre caen en lo mismo: Más machismo.

Huir del maltrato debe contar con garantías totales que apoyen tan arriesgada elección para una mujer

Me da que este es el caso de la valiente madre granadina, en un serio embrollo judicial por el hecho de huir del maltrato, hacerlo con sus hijos a quienes ha parido, y para ponerse todos a salvo busca la pertinente ayuda familiar, aunque ello implique esconderse y desaparecer. ¿Dónde falla o que tiene de inmoral esta dramática historia? Esto hay que vivirlo, nos acostumbramos a decir los simples espectadores del imparable machismo, pero llegada la hora de entender a una mujer en su lucha personal por seguir viva, siempre hay partes de la cadena sociopolítica que se enredan y, con ello, pueden generar injusticia. Juana no es ninguna insensata; es una madre, una mujer maltratada y humillada sistemáticamente dentro de la mala convivencia familiar que le ha tocado vivir. Huir de la mortificación constante en busca de la libertad debe encontrar garantías totales que apoyen tan arriesgada (no me gusta la palabra pero es así) elección para una mujer. Igual que no se quiere ver en los refugiados a quienes no ayudamos, en la propia sociedad que tanto blindamos legalmente para que nadie más la ocupe, entrando así en  la contradicción de señalar con el dedo a la víctima.

Oculta con sus hijos, y declarada en búsqueda y captura hasta hace nada, este caso ha propiciado la solidaridad civil de muchas voces conocidas y anónimas que han coincidido a la hora de proclamar que “Juana está en mi casa”. No es nuevo que los ciudadanos vayamos por un lado y que sean precisamente los poderes establecidos los que, en ocasiones, cogen un camino incomprensible. El caso de Juana Rivas es machismo y violencia de género de libro, pero alucinantemente resulta imposible darle la cobertura y protección legal que esta mujer necesita, porque estamos en lo de siempre con respecto a adecuar la legislación a lo que exige un problema tan humanamente devastador. Dicho en otras palabras: Juana debería de tener a la ley de su parte, con una expareja que tiene sentencias por maltratador, y con dos hijos menores educándose en ese tenebroso ambiente.

Al tiempo que se trata en el Congreso el pacto de Estado contra la violencia de genero tenemos el caso de Juana Rivas

Juana, mamá Juana, no es ninguna heroína ni tampoco la protagonista de hazaña alguna. Su causa destaca porque el miedo dirige su vida, y lo sabemos de sobra por experiencias de otras víctimas que han acabado muy mal. El llamado sistema exige a esta mujer maltratada que retorne a sus hijos con el padre, al en el pueblo italiano de Carloforte, en Cerdeña, de donde huyeron hace 15 meses para no permitir una sola vejación más. No deja de ser irónico que al tiempo que se trata en el Congreso de los Diputados un pacto de Estado contra la violencia de género visionemos en portadas la lucha de Juana Rivas. No tengo ni idea de cómo terminará esta madre coraje, pero lo que vuelve a reiterarse es que nos queda mucho trecho para erradicar la plaga que es la violencia machista. Existe una sentencia firme que le obliga a devolver a sus hijos y que la señala incluso por sustracción de los niños. La historia de Juana abre un tremendo debate sobre si esta es la manera adecuada de proteger a las víctimas de sus acosadores, y qué sucederá cuando surjan más Juanas. El simple hecho de que tantas personas hayan ofrecido su propia casa para acogerla, habla por si solo de la indefensión que reflecta una madre que lucha contra el machismo a la vez que pleitea contra la justicia a la que demanda protección. Que alguien me lo explique.

Mamá Juana contra el machismo
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