jueves. 28.03.2024

Indignación y repudio por saltarse la cola de la vacuna

Se suceden los casos de aprovechados que han tenido acceso a la vacuna del Covid, sin que fuera su turno y les correspondiera. Creerse importantes es lo que tiene, primero yo, y los demás que se las apañen como puedan. Repugnante e injustificable del todo. Solo cabe pedir a los responsables de los frasquitos que extremen el celo, para evitar que nuevos listillos reciban las dosis que tocan primeramente a nuestros sanitarios, mayores y pacientes de riesgo.

Todo lo contrario a igualdad y equidad, algo que los españoles valoramos mucho, está lo que contempla la ley del embudo, que atenta directamente contra lo anterior, y que a pie de calle explicamos en el plano de que alguien vea normal hacer lo que le venga en gana, ósea incumplir leyes, reglas y normas, al tiempo que critica y hasta denuncia lo mal que lo puedan hacer los demás. 

He de reconocer un desconocimiento previo de la palabra cleptocracia, y echar mano de ella cuando tenemos que denunciar nepotismo y, peor aún, la corrupción. Sin embargo, antes de llegar a términos tan gruesos, cabe valorar que vivimos en una sociedad de favores. Es así, y aunque se señale a los países latinos como los que más explotan esta forma de ser y actuar, lo cierto es que sacar ventaja de todo, por delante de otros, es tan antiguo como nuestra propia civilización. 

“La digitalización de las colas, coger número hasta que aparezca en pantalla, ha ido más rápido que algo tan elemental como tener educación”

Es mucha la tentación que las colas, tener que hacerlas, conlleva. Sucede en todos los ámbitos, además, del día a día. La digitalización de las colas (coger un número hasta que posteriormente tu turno aparezca en una pantalla), ha ido en España más rápido que algo tan elemental como es tener educación. Por eso no es de extrañar, aunque sí totalmente repudiable, que se estén dando tantos casos de cargos en el ámbito de lo público y lo privado, que ya han tenido acceso a la vacuna contra el Covid, cuando no les tocaba, como sí sucede con los sanitarios, las personas mayores, dependientes y los ciudadanos de riesgo, que aún no han sido pinchados. 

Personajes así resquebrajan la solidaridad, al tiempo que dañan tremendamente el sentir de toda una sociedad que anhela pensar que la pandemia tiene solución y fecha de caducidad. Por tantos malos ejemplos, habrá muchos buenos ciudadanos que alberguen aún más temor, cuando ven lo que corren los listillos de turno por conseguir la vacuna, mediante influencias, trampas, subterfugios o directamente la prepotencia de hacer uso del mando, sin importarles un pimiento la situación sanitaria en que estén los demás.

Las excusas que se dan sobre el por qué se han puesto las vacunas cuando no les corresponde son de lo más deleznable. Desde decir que sobraban y se iban a desperdiciar, hasta tener que escuchar que departamentos enteros, con cientos de personas, han tenido un privilegio que nunca debiera de haberse producido, porque, repito, primero están nuestros mayores. Lejos de asumir nuevos comportamientos para cuando pasara el confinamiento que tuvimos, asistimos ahora a los mismos escenarios que hemos tenido siempre en España, que buscan tener ventaja en todo, antes que nadie. Últimamente recapacito acerca de los programas por los que apuestan todas nuestras televisiones nacionales. Son tan solo un reflejo directo de cómo es la sociedad. Por una u otra causa, en diferentes etapas de la España democrática, hemos denunciado el mal ejemplo, como aquella cultura del pelotazo (hacerse rico de un día para otro, como fuera), pero nunca le hemos puesto solución, a través de donde realmente hay que incidir en educación y valores, como es la escuela, los institutos o la universidad. 

“Los caraduras de las vacunas es un episodio más del mundo egoísta y del sálvese quien pueda que hemos construido. Estamos en decadencia”

Los caraduras de las vacunas es, por lo tanto, un episodio más del mundo egoísta y del sálvese quien pueda que hemos construido. Estamos en clara decadencia. Se aprecia mucho en hechos, sucesos y personajes, y solo espero que no sea demasiado tarde, cuando algún día se reconduzca esta caída libre hacia no se sabe dónde. Saldrán más casos de vacunados que se saltan las normas establecidas por el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas. Por eso me parece perfecto que desde el mismo poder se pida la dimisión e incluso cese a los que incurren en semejante actitud insolidaria. La propagación del Covid va en aumento. Las vacunas llegan a cuentagotas, porque son todos los países del mundo los que las reclaman para millones y millones de pobladores como somos. Dar un adecuado ejemplo ha de partir de la mejor custodia posible de los frasquitos con las dosis correspondientes. No lamentaré en absoluto decir a todos los que se han puesto las vacunas sin que les toque, que no tienen disculpa ni excusa alguna para lo que han hecho. Su actitud egoísta solo puede conllevar repudio. 

 


 

Indignación y repudio por saltarse la cola de la vacuna
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