jueves. 28.03.2024

Ayuda (des)humanitaria

Ahora que se acerca la Navidad y relanzaremos nuestros buenos propósitos de un mundo mejor, es el momento adecuado para catapultar una feroz critica en forma de pregunta histórica: “¿Con todos los recursos económicos, públicos y privados, aportados durante los últimos 50 años para erradicar el hambre en el mundo, por qué se ha avanzado tan poco? Más que yo, que como todos los días, los habitantes moribundos del Cuerno de África se merecen una respuesta.

Me pone de los nervios visionar el marketing de la ONU sobre sus objetivos para este milenio, en los que está el hambre, cuando en la última parte del siglo XX, y con todo el dinero que había, se desperdició un tiempo de oro para acabar con uno de los grandes males de la humanidad. En cambio, nos hemos acostumbrado a digerir como si nada la noticia sobre los millones de niños africanos que mueren anualmente por desnutrición total. En la mala geografía que se imparte en los colegios, abunda la enseñanza por localizar en el mapa las grandes capitales del mundo, como Nueva York, Londres, Madrid o París, pasando por alto que existe otra tierra llamada el Cuerno de África, donde sus habitantes mueren antes que las moscas que les tienen acribillados, a falta de otra cosa que chupar.

Con todo el dinero que había en la última parte de siglo XX se desperdició un tiempo de oro para acabar con el hambre

 Por si algún maestro me lee, y tomo como apoyo lo que dice al respecto la  Wikipedia, adelanto la lección geográfica sobre el Cuerno de África. Es una región del África Oriental, ubicada en donde desagua el mar rojo con el océano Índico, en la parte meridional del golfo de Adén, frente a la península arábiga. Añado como actualidad siempre noticiable, aunque ni dios hable de ellos: Es una de las regiones más pobres del mundo, en donde el hambre es una amenaza constante, sobre todo en el sur de Etiopía. ¡Alucino con este último dato!: Se considera el posible lugar donde se originó la humanidad. Aunque lo diga la mismísima enciclopedia de Internet, me cuesta creer que provengamos de un lugar al que hemos abandonado a su total suerte y muerte. ¿Esto va a cambiar alguna vez?; ¿sus habitantes, los que queden en pie, van lograr vivir como se hace en la campiña inglesa o francesa? Con lo mal que lo hemos hecho hasta ahora, creo que no. Y hay que mirar hacia lo que no hacen los países desarrollados, las grandes organizaciones internacionales de labor tan cuestionable, pero también las denominadas Organizaciones No Gubernamentales como son las grandes ONGs.

Solo mediante las críticas constructivas de mayor concienciación, son posibles los cambios necesarios para solucionar de verdad los problemas del Tercer Mundo. Los países ricos cada vez destinan menos recursos para los países pobres; la pobreza parece que se ha convertido en un término que abordar ocasionalmente, en vez de declararla la única guerra que suena bien; la forma de conceder estos fondos no es fiable ni mucho menos fructífera;  ​y tras la última gran crisis, la pobreza ha ido a más y en más países. Hablando de crisis, ¿qué es la crisis de los refugiados sino una forma de no querer reconocer ni asumir los grandes desequilibrios mundiales que van en aumento? Se crean y alientan conflictos bélicos en puntos sensibles del mapamundi, pero luego no se quieren asumir las consecuencias humanitarias de la pésima política internacional que se hace desde Washington, Bruselas, Moscú y Pekín.

Vivimos apegados a nuestros propias circunstancias y no pensamos en el hambre en el mundo porque nos hemos deshumanizado

La crisis económica puso de manifiesto lo que los Estados, incluso aunque se muestren unidos caso de Europa, están dispuestos a hacer cuando escasea el dinero y el crédito. Grecia fue el peor escenario posible, ya nadie habla de los griegos, pero el país heleno estará pagando su deuda hasta después de que hayamos colonizado Marte. Por cierto, hay ONGs que tienen más presupuesto que muchos pequeños países africanos o asiáticos. No se puede negar un largo historial de proyectos humanitarios consumados, pero quizás se atraviesa un momento donde cabe hacer reconsideraciones y replanteamientos para que la ayuda sea también todo lo eficaz posible. El marketing y la publicidad invaden hoy la actividad de muchas ONG, que antaño hacían su labor desde un mayor anonimato, sin necesidad de crear unas macro infraestructuras que parecen haberse contagiado de la misma burocracia que siempre se denunció.  Pero el caso es que el Cuerno de África sigue en su sitio, los Objetivos del Milenio de la ONU son solo una lista enumerada de problemas ya conocidos, y los países antes pudientes se han sumado al riesgo de pobreza de grupos enteros de su población como pueden ser mayores o niños. Fieles a la historia de la humanidad, los gastos en defensa siguen en crecimiento imparable, y los ricos aumentan incluso en años tan malos como los atravesados recientemente. Vivimos tan rápido y apegados a nuestros propios problemas y circunstancias, que ni pensamos en el hambre en el mundo porque nos hemos deshumanizado, sí, deshumanizado,  y lo que sigue es que nuestra ayuda es más des humanitaria que humanitaria.

Ayuda (des)humanitaria
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