“Viva Ayuso”, Revilla, Millán Astray y la libertad

Si la polarización política que actualmente se vive en España continúa o se acrecenta de aquí a 2023, podría volver a darse la situación de un PRC liderado por Revilla capaz de concentrar mucho voto de izquierda.

Esta mañana el Presidente Míguel Ángel Revilla acudió a su centro de salud de Astillero a vacunarse contra el coronavirus. Allí, un grupo de hosteleros (probablemente miembros o simpatizantes de la Asociación de Hostelería) le increpó debido a las medidas anunciadas por el Gobierno de Cantabria ante el repunte de contagios, que incluyen el cierre del interior de los bares.

Entre las voces de los allí presentes se escucharon gritos de “¡Viva Ayuso!” y “¡Más Ayuso!”, como forma de mostrar su rechazo a las políticas del Gobierno de Cantabria en lo concerniente al sector hostelero en este contexto pandémico en oposición a su adhesión a las medidas tomadas por la Presidenta de la Comunidad de Madrid, mucho más flexibles con su sector, a pesar de tener una de las incidencias más altas de España.

Revilla también logra legitimar sus futuras tibias medidas en la gestión de la pandemia con el argumento de la necesidad de rebajar la polarización existente

Esos gritos me resultaron indicadores de varios temas. En primer lugar, me pareció un incidente que benefició al presidente Revilla de cara al futuro político de su persona y su partido. Que la patronal de la hostelería le increpara al grito de “¡Viva Ayuso!” le sitúa, casi sin querer, como figura antagonista de la principal figura de la derecha española en la actualidad, representante de una suerte de trumpismo a la madrileña. Con esto, consigue varios logros de un golpe.

Por un lado, logra seguir siendo percibido como la opción más útil de cara a buena parte del electorado progresista de Cantabria para frenar una hipotética posibilidad de futuro gobierno PP-VOX. Si la polarización política que actualmente se vive en España continúa o se acrecenta de aquí a 2023, podría volver a darse la situación de un PRC liderado por Revilla capaz de concentrar mucho voto de izquierda, desde la percepción de su figura como el mejor antagonista de la derecha y la ultraderecha.

Derivado de esto, también logra legitimar sus futuras tibias medidas en la gestión de la pandemia (posible apertura demasiado temprana, casi seguro llamamiento al turismo...) con el argumento de la necesidad de rebajar la polarización existente (de la que se aprovecha al situarse frente a uno de los dos extremos) en nombre del consenso, el entendimiento entre diferentes y la estabilidad sociopolítica. Valores todos constitutivos de la cultura política de la Transición y a los que lleva años dándoles mucha importancia tanto por ello, como por el pasado político turbulento en Cantabria, del que fue protagonista.

Es el egoísmo de quien antepone sus intereses particulares al bien universal de una sociedad

Y, por último, consigue también que los cántabros olvidemos sus erráticas medidas políticas y declaraciones públicas en lo relativo a la contención del virus que tomó tras el verano pasado. Ya que, situándose como antagonista de Ayuso, el marco mental que se podría instalar en la sociedad cántabra es el de la comparación de la gestión del gobierno de Cantabria con la del de Madrid. Con esto rebajaría un posible efecto desgaste de la gestión de la pandemia que varios gobiernos a lo largo y ancho del mundo están sufriendo.

En segundo lugar, las proclamas lanzadas por los hosteleros a Revilla me hicieron recordar un texto que escribí en este mismo medio hace unos meses sobre los diferentes significados del concepto “libertad” y la necesidad de la izquierda de disputar ese concepto.

La libertad defendida por la derecha ayusista y compartida por estos representantes de la patronal hostelera es la defensa del privilegio de unos pocos de saltarse las normas necesarias en medio de una crisis sanitaria global para arrebatarnos al resto (empezando por sus trabajadores) nuestra libertad de vivir con seguridad y con garantías de preservación de nuestra salud. Es el egoísmo de quien antepone sus intereses particulares al bien universal de una sociedad. 

Desde esa posición, la patronal hostelera no ayuda a su sector. Más bien todo lo contrario. Ya que, erigiéndose en portavoces de el sector en su totalidad con estas proclamas, lo que consiguen es hacerles mucho daño a los pequeños hosteleros que sí se están viendo realmente afectados por la falta de ayudas desde el sector público para cubrir sus pérdidas causadas por la pandemia y que sí viven de su propio trabajo, sin explotar a nadie para obtener beneficios.

El “Viva Ayuso” de hoy es el “viva la muerte” pronunciado por Millán Astray en 1936 en Salamanca

La patronal de la hostelería, a rebufo de la derecha mediática y política española, se convierte así en un agente liberticida en nombre de una libertad que no es más que privilegio de clase.

Y es que el “Viva Ayuso” de hoy es el “viva la muerte” pronunciado por Millán Astray en 1936 en Salamanca. La proclama de quien piensa que el cortijo es suyo y tiene derecho a manejarlo como quiera. El problema es que, jugando con Unamuno (aunque no está claro que realmente pronunciara la frase tan comúnmente atribuida a su persona) estas posiciones están ya primero convenciendo para después vencer. Ya que, aunque no ganen en las urnas (en Madrid es muy posible que sí lo hagan y con un amplio margen) sí lo están haciendo en las mentes. Y esta es una victoria que siempre va antes del triunfo político.