jueves. 25.04.2024

La victoria cultural del cantabrismo: de la resignación a la ilusión

El poso cultural está ahí y el instrumento para su articulación política también.

Álvaro García Linera, vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia y uno de los más destacados teóricos marxistas de la actualidad, repite una y otra vez que “toda victoria política está precedida de una victoria cultural” y que es esa “victoria cultural” la que “permite armar una pre­disposición colectiva” que pueda “obtener la victoria política". Linera es un gran conocedor del pensamiento de Antonio Gramsci, quien ya dejó escrito que “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”. Las personas que nos identificamos con la idea y fuerza histórica que denominamos cantabrismo, hace tiempo que nos tomamos en serio y llevamos a la práctica estas afirmaciones. Somos gente que lleva años trabajando desde diferentes ámbitos del tejido social de Cantabria en convertir lo que antes eran nuestras ideas en las ideas de nuestro pueblo y nuestro tiempo. Y, humildemente, creo que estamos en el buen camino. En los últimos años, planteamientos que hace tan solo una década eran considerados como marginales son hoy asumidos por un gran porcentaje de la sociedad cántabra. Y, desde ahí, son objeto de debate y disputa entre los diferentes actores políticos que operan en nuestra Comunidad.

Formaciones del ámbito de la izquierda española que jamás habían prestado atención a elementos que configuran la identidad del pueblo cántabro, sintiéndose obligadas a reclamar y defender públicamente estos elementos por su creciente aceptación social

Lo estamos observando durante los últimos años y durante esta campaña electoral. Un símbolo como el Lábaru, con un potencial de autoafirmación de la identidad cántabra mucho mayor que la rojiblanca, socialmente hegemónico y oficialmente reconocido; formaciones del ámbito de la izquierda española que jamás habían prestado atención a elementos que configuran la identidad del pueblo cántabro, como nuestro patrimonio lingüístico, sintiéndose obligadas a reclamar y defender públicamente estos elementos por su creciente aceptación social; el PRC, viéndose obligado a transformar su discurso del clásico regional-provincialismo revillés a un autonomismo más decidido. Y estos son solo algunos de los ejemplos que demuestran el comienzo de una cierta victoria cultural del cantabrismo. Victoria que, con Linera y Gramsci, creo que es siempre imprescindible antes de dar la batalla política. Y es en este escenario en donde aparece Cantabristas. Una organización política impulsada por quienes hemos participado de esos espacios que han generado las condiciones de posibilidad para la victoria cultural del cantabrismo.

Y Cantabristas aparece con un objetivo fundamental: articular políticamente esa victoria cultural. Porque aquellos –a quienes hice antes referencia– que han tenido que asumir esta victoria tratando de introducir en sus discursos y sus programas estos elementos que se van haciendo mayoritarios en la sociedad, no están en condiciones de ser quienes lo articulen políticamente. Unos, los partidos de la izquierda española, porque su construcción interna les obliga a ser dependientes de Madrid, tanto en lo organizativo, como en lo político e ideológico. Y otros, el PRC, porque la postura hegemónica en su interior continúa siendo la de su líder y factótum, aquella que piensa a Cantabria desde una lógica de relación subordinada con Madrid en clave de obtención de migajas en forma de infraestructuras y obras públicas, a pesar de que en su interior vayan ganando posiciones tímidamente quienes apuestan por un autonomismo consecuente. Con lo que nos encontramos con que la victoria cultural germinada en nuestra sociedad por el trabajo de años y la incapacidad de los demás actores políticos para articular políticamente esa victoria cultural, son dos de los principales motivos por los que pusimos en pie Cantabristas. Desde donde planteamos un cantabrismo que nos piense y nos desarrolle como sujeto político. Para, desde esa perspectiva, plantear nuestra relación con el Estado, con Europa y con el mundo, desde una mirada propia y con un proyecto claro.

La tibia evolución del PRC hacia un autonomismo más firme es una muestra de que, en cierta manera, nuestros planteamientos políticos están ya dirigiendo el debate cultural y social de Cantabria

Hemos nacido en el momento oportuno porque en el Estado español estamos en una fase de disyuntiva entre el avance hacia un modelo de Estado más democrático basado en el pacto entre los pueblos y el retroceso hacia un Estado más autoritario, centralista y uniformador. Y Cantabria necesita participar activamente en este contexto. En este sentido, la tibia evolución del PRC hacia un autonomismo más firme es una muestra de que, en cierta manera, nuestros planteamientos políticos están ya dirigiendo el debate cultural y social de Cantabria. Y abre la posibilidad a que, en el futuro, aquellas bases sociales progresistas que aún ven al PRC como la formación que mejor defiende los intereses de Cantabria y sus gentes, puedan exigir pasos a su partido que su partido no esté en condiciones de dar. Pasos que ya planteamos hoy nosotros. Y que podremos dar, pues no tenemos ninguno de los límites enunciados anteriormente que lastran a la izquierda española y al PRC. Además, la autodestrucción de lo que fue la “nueva” izquierda española en Cantabria durante estos años, también nos abre el camino a medio plazo. Porque esa izquierda, además de haber lapidado toda su ilusión inicial con sus vergonzosos espectáculos internos, nació asumiendo discursivamente buena parte de los elementos ideológicos del cantabrismo social. Y han sido sus limitaciones en cuanto a autonomía política y organizativa con respecto a Madrid los que han dejado huérfanas a muchas personas que cada vez más se van convenciendo de que solo una alternativa política nacida en Cantabria y pensada para Cantabria podrá desarrollar un proyecto que incluya esos elementos hasta sus últimas consecuencias.

Es posible que esa victoria cultural del cantabrismo articulada hoy ya políticamente desde Cantabristas no se traduzca en votos de forma masiva en este 26 de mayo. Sin embargo, el poso cultural está ahí y el instrumento para su articulación política también. Un instrumento desde el que estamos llevando a cabo una campaña que está protagonizando la sorpresa en estas semanas en Cantabria. Por estar construyendo tanto y tan bueno con tan poco. Por la capacidad de generar ilusión en un contexto político de repliegue y desencanto, dando la opción a mucha gente resignada a optar por lo menos malo a acudir a las urnas con una sonrisa y pensando en positivo. Por estar siendo capaces de poner al resto de partidos y a la sociedad a hablar con nuestras palabras. Ya que, cerrando con Gramsci, “la realidad está definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad”.

La victoria cultural del cantabrismo: de la resignación a la ilusión
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