martes. 23.04.2024

El Teatro "La Rueda" y Moisés Pérez Coterillo, el menicense que se hizo a sí mismo

Luchó por elevar el teatro español a niveles europeos, por la seriedad y el rigor en las relaciones con los demás y no reparó ni un ápice en poner a quien fuese menester en el lugar apropiado, fuese este nombrado, renombrado o desconocido

Uno de los pioneros y alentadores del montaje del Teatro "La Rueda" fue el menicense Moisés Pérez Coterillo del 4º curso de Filosofía en La Magdalena, siendo la decoración y los diferentes planos del movimiento teatral responsabilidad del menés Vicente García de Juan, una de sus almas por lo que corresponde a su versatilidad, definida en la articulación estética, la utilización de la voz, del movimiento y de la idea para imaginar los personajes y hacer un relato creíble de la narración; ambos se complementaban, formando un tándem en el que primaba la ilusión y la vocación por el arte teatral, una dimensión que todos los demás recogimos .

Todos los compañeros de su curso, el de 1965/6, colaboraron, aprendieron y contribuyeron en aquella ilusión, representando las obras trabajadas por todos y dirigidas por Moisés. Al acabar aquel curso académico, este amante del teatro continuará su singladura en Madrid. Y los algo más jóvenes, seguimos pisando las tablas en el Paraninfo de La Magdalena. Se puede decir, con suficiente poder y crédito contrastados que el arte casi inaudito y sensacional de Moisés para el teatro surgió de manera efectiva en La Magdalena. Por su parte, la articulación estética, con amplitud, de Vicente fluía por los decorados, la tramoya, la iluminación. Vicente era todo inspiración. También en la lectura de los artículos de la Revista hablada. En los decorados, también es inolvidable José Ramón Lisaso, un efectivo colaborador.

De manera escueta, quién era Moisés Pérez Coterillo (Miengo - Cantabria-, 1946 - Madrid, 1997). Un enamorado del teatro y del periodismo. La primera vocación -el teatro- le surge en La Magdalena, en el curso académico 1966-1967. Es la 'madre nutricia' del Teatro "La Rueda", que va a perdurar dos años más en el Paraninfo de nuestra residencia, y aún dos más, bajo nuestra responsabilidad, en el Salón de Actos de la calle Rualasal, 5, de Santander y, sin embargo, mi curso no coincidió con Moisés ningún año; cuando él parte a Madrid, nosotros llegábamos a La Magdalena.

Siempre he detestado un poco el teatro, porque el teatro es lo contrario de la vida; pero siempre regreso a él y me gusta, porque es el único lugar donde se dice que aquello no es la vida. 
Bernard-Marie Koltès (1948-1989), dramaturgo, director y escritor teatral.

Es lo que parece ser, para Moisés, el culmen de la vida y de la belleza. Y a pesar de su amor por el teatro y de su vitalismo, su segunda vocación fue el periodismo, el basamento para su teatro. Director del Centro de Documentación Teatral, dependiente del Ministerio de Cultura, fundador y director de las revistas "Pipirijaina" y "El Público", referentes en la mitad de los años setenta en la Historia del teatro, es periodista y crítico, y autor de diversas publicaciones; luchó por elevar el teatro español a niveles europeos, por la seriedad y el rigor en las relaciones con los demás y no reparó ni un ápice en poner a quien fuese menester en el lugar apropiado, fuese este nombrado, renombrado o desconocido.

Ejemplo de ello es la carta "Arrabal miente" en El País, 20 de julio de 1989, en contestación a los lamentos de Fernando Arrabal por verse injustamente tratado por Moisés y tergiversar a sabiendas la realidad. Este va desgranando, con argumentos, todo el tratamiento que han tenido sus obras: en 10 ocasiones publicaron reportajes sobre sus estrenos dentro y fuera de España; y en el 'Anuario Teatral' -en las tres ediciones habidas- se reseñan 11 producciones suyas en España; además, el trato recibido por el melillense Fernando Arrabal, en el 'Inventario iberoamericano, escenarios de dos mundos' es el mismo que el de Antonio Buero Vallejo o Alfonso Sastre.

"Pipirijaina" publicó obras de Jerónimo López Mozo, Joan Brossa, Alfonso Sastre, Fernando Arrabal, Darío Fo, Ángel García Pintado, y de muchos otros. La revista era fundamental al recoger los debates más capitales en el cambio de la dictadura a la democracia. ¿Por qué viene a cuento esta revista que es posterior al período de La Magdalena? Sencillamente porque sus contenidos definían las preocupaciones y las inquietudes que había tenido toda su vida Moisés Pérez Coterillo, quien siempre soñó con el teatro.

Moisés comprendió, desde el tiempo de La Magdalena, que los recuerdos son flojos y tenues tanto en el escenario o entre bambalinas como en la propia vida

Moisés comprendió, desde el tiempo de La Magdalena, que los recuerdos son flojos y tenues tanto en el escenario o entre bambalinas como en la propia vida, pero también que el lenguaje, la expresión, la idea, la imaginación, la imagen y la reflexión, y el juicio y el análisis son los alimentos exclusivos que los equilibran, robustecen y rejuvenecen. De La Magdalena había heredado la curiosidad metódica en lo que hacíamos; un bien, legado de nuestros directores y profesores; y del propio grupo, por simple observación.

Y, cuando alguien tenía -como Moisés y sus compañeros de curso- reconocidos el prestigio y la autoridad por su jaez o por su capacidad, era fácil a los demás aprender de su criterio. Y el ambiente de la residencia era de total renovación y cambio, una isla -como decíamos al principio- de pensamiento y alegato a favor del ingenio y del arte. Moisés, desde su entrada en La Magdalena, siempre mantuvo en este sentido una trayectoria calificable de flexible, de respeto a las opiniones ajenas y agradable.

Dejó huérfanas muchas cosas, muchos puentes, por ejemplo con Hispanoamérica; intensas y panorámicas reuniones con expertos; y muestras, como el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz -FIT-, del que fue su mentor; y un desvelo constante por el recuerdo y la verdad. Eran unas condiciones innatas, susceptibles -como él lo demostró- de encontrar su yacimiento latente de la escena y de la representación desde La Magdalena, que más tarde lo desarrolló mediante unos colosales y extraordinarios aciertos.

La experiencia de La Filosofía en La Magdalena fue el lugar, ambiente y tiempo cuya relevancia nos permitió aceptar y editar los recuerdos e ideas que nos importaban y podían interesar a nuestra sociedad más inmediata, nuestro espacio de actividad. En La Magdalena, toda nuestra presencia y actividades públicas podría decirse que era 'entre bastidores', bastante lejana a la idea que la concurrencia pudiera ver en nuestras circunstancias y contexto. Al final, se montaron creaciones de Beckett, Mrozeck y de García Lorca.

Moisés dejó una provechosa e inestimable herencia cultural no solo en el teatro hispanoamericano y español, sino en el de sus compañeros. Y en el de sus paisanos que no le han olvidado. Entonces, antes de ir a Madrid a licenciarse y a seguir desarrollando algo que ya era su profesión, deja en Santander todo acaldado. Madrid va a ser su atalaya, y desde esa posición sabe que va a apreciar algo mejor la verdad de la dramaturgia, en donde para ello ya está perfectamente preparado.

El menicense le había ido encomendando habitualmente el papel de protagonista a Vicente García de Juan en las obras que se representaban, ni que decir tiene que continuamente en las del teatro leído. Y en cuanto al cine, una de las principales inclinaciones de Vicente -junto con la música, la pintura y las lenguas vivas que mantiene todavía-, Paco Pérez le encargó dirigir el fórum de alguna película que se proyectó. Debo hacer mención asimismo de Antonio Moreno León con el que hicimos en Villa Marcelina, en el Paseo Menéndez Pelayo, 61, teatro leído con "Tartufo o el impostor", que Molière escribió con versos alejandrinos. 
 

El Teatro "La Rueda" y Moisés Pérez Coterillo, el menicense que se hizo a sí mismo
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