El sueño de una noche de verano

Poco o nada tiene que ver esa comedia con las cinco tragedias posteriores del mismo autor, en donde no es reducida la acción simplemente a lo inherente, concentrándose por ello en más de un problema, en una trama de problemas que rodean al principal

El amor es caprichoso, a veces nos lleva al cielo y otras nos sumerge en el infierno.
W. Shakespeare, 'El sueño de una noche de verano'.

En El sueño de una noche de verano, 1595, de William Shakespeare (1564-1616), el escritor compone una de sus obras más trascendentales y elogiadas mundialmente. La magia, la fantasía y el amor completan esta obra, presentándonos un escenario en donde la vigilia y el sueño están y son inmediatos. Uno de los personajes en el extremo totalmente opuesto de Afrodita es Ártemis, la permanente virginidad. Armada con arco y flecha, la diosa Diana cazadora, llamada Titania por el autor inglés, la reina de todas las hadas.

Poco o nada tiene que ver esa comedia con las cinco tragedias posteriores del mismo autor, en donde no es reducida la acción simplemente a lo inherente, concentrándose por ello en más de un problema, en una trama de problemas que rodean al principal.

Por ejemplo, conocemos con todo lujo de detalles la caída del invasor y colonizador de todas las Galias, Cayo Julio César, ungido soberano absoluto, finalizando así la República dando comienzo a su vez al Imperio o el cesarismo. Lo demás es conocido debido a la tragedia Julio César, de Shakespeare. César, en una conspiración, es asesinado en el año 44 a. C, en los idus de marzo -el 15 de marzo-. Conocemos también el destino de Bruto y Casio, los magnicidas.

Y Shakespeare nos sigue deleitando con los entresijos de las tragedias de la Historia, con su decir y escritura literarios, con su tragedia de Antonio y Cleopatra. El poeta sigue estando enamorado.

Continúa siendo duro y certero en sus dramas, pero eternamente sensible... y estudioso. Desde Galeno e Hipócrates no se había vuelto a hablar de los cuatro temperamentos o de los cuatro humores descubiertos por aquellos sabios. Galeno -Pérgamo, s. II-, retoma el descubrimiento del griego Hipócrates –Isla de Cos, ss. V y IV a. C.- y es su seguidor más notable entonces. Sin embargo, bastantes siglos más tarde, en el s. XVII, Shakespeare –Stratford-upon-Avon-vuelve a traer la tipología de sus antecesores en dos personajes de sus tragedias. Hamlet no deja de ser el prototipo del melancólico angustiado que tiende a la tristeza, el de la bilis negra, mélaina cholé, y correspondiendo a Lear con el tipo colérico, presto a entrar en cólera, consecuencia de la bilis, cholé. Podríamos hallar sin problema a otros personajes shakespearianos con su correspondiente tipo. Lo que queda claro es que el Bardo sí conocía y aplicó esa caracteriología e hizo uso de su estudio.

El Bardo de Avon era un erudito, 'rascaba' la relación entre los sentimientos y la razón, y viceversa

El Bardo de Avon era un erudito, 'rascaba' la relación entre los sentimientos y la razón, y viceversa. Como decimos, todos sus personajes son 'históricos', sacados de la historia hablada o escrita. Por ejemplo, los aquelarres medievales, aquel tipo de fiestas particulares, en Macbeth encuentran acomodo y eco suficiente. Los "fates", los hados, controlan el destino de la persona. Así, Macbeth no deja de ser un títere en manos de las tres brujas porque cada elección que él cree que es suya no lo es y nunca podrá ejercer control alguno en su destino. El hecho es que, cuando el protagonista comete el magnicidio y sube al trono escocés, también ambiguamente les escucha su posible caída y derrota. Ya sabemos lo que sigue. El nuevo rey, impelido por el mieso, suspicacia y ambición, comenzará una loca sucesión de crímenes que serán también su autodestrucción humana y fatal desaparición.

Más historicidad hallamos en Shakespeare en la medida de que el escenario de El mercader de Venecia es típicamente renacentista. La ciudad de Venecia, el reflejo de sus palacios y cúpulas doradas en el medio acuático que la cubre. Un escenario único y envidiable en el mundo, hoy fatalmente contaminado por el exceso de turismo.

Una bonita y didáctica manera de aprender y perfeccionar el inglés es mediante las obras de este descomunal escritor, porque si Enrique VIII crea el protestantismo en Inglaterra, también se saca de la manga una nueva nobleza 'ilegítima', cuya ausencia de legitimidad intenta compensar con autoelogio, mejorando así su imagen e intentando recuperar un lado bueno. Ejemplo de ello es su función de protección y mecenazgo, previo agradecimiento y 'pago' de los artistas con sus obras y escritos dedicados a la monarquía. Así, florece la literatura y el teatro. Son los finales del siglo XVI... Todos serán ensombrecidos y empañados un siglo más tarde por el que nos ha llevado todo el rato a tener un sueño en una noche de verano.   

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