José Ortega y Gasset. Su pensamiento incluyente. Y II.

Mantiene que el gobierno auténtico de Europa es el que normaliza en su paso a través de la historia el hervidero de pueblos obsequiosos y activos, y también belicosos que aparecieron después en el mundo moderno

Esa sociedad [de los pueblos europeos] manifiesta todos los atributos de tal; hay costumbres europeas, usos europeos, opinión pública europea, derecho europeo, poder público europeo (José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, El País, 2002, 15).

Pero con la convicción de que todos esos fenómenos sociales acontecen adecuadamente a las circunstancias de evolución como se encuentre la sociedad en Europa, no tan avanzadas -como dice Ortega hace un siglo- como las de los miembros que la componen, es decir, las naciones. Y así, este filósofo, al final del libro arriba citado, defiende con valentía la unidad de los Estados de Europa. E invitaba a sus lectores a que supieran ser consecuentes a esa sutil concepción de la sociedad y del Estado que estaba proponiendo entonces la tradición acerca de Europa.

Para él, cualquier cosa que vemos nos parece un inocente antifaz artificial de la fuerza latente, su realidad verdadera que constantemente la está produciendo:

Allí donde la fuerza, la dynamis, actúa unitariamente, hay real unidad, aunque a la vista nos aparezcan como manifestación de ella sólo cosas diversas (Ib., 17).

Mantiene que el gobierno auténtico de Europa es el que normaliza en su paso a través de la historia el hervidero de pueblos obsequiosos y activos, y también belicosos que aparecieron después en el mundo moderno. Entusiasta, tiene fe en la entidad unitaria de Europa, y por eso no cree que ese objetivo sea una fantasía, sino que contrariamente es la pura realidad. La ficción en su discurso es precisamente el asentimiento y el credo de que España, Francia, Italia o Alemania puedan ser realidades fundamentalmente independientes entre sí quiméricamente:

Se comprende, sin embargo, que no todo el mundo perciba con evidencia la realidad de Europa, porque Europa no es una "cosa", sino un equilibrio. Ya en el siglo XVIII el historiador Robertson llamó al equilibrio europeo the great secret of modern politics (Ib., 18).

La multitud de maneras y modos europeos y su radical unidad

La oleada de tonos y maneras europeas siempre y continuamente surgen de su intransigente y fundamental unanimidad y unidad, y la sostiene reconvirtiéndose en ella, que en esencia no deja de ser la superior riqueza y caudal que tiene Occidente:

Los hombres de cabezas toscas no logran pensar una idea tan acrobática como ésta en que es preciso brincar, sin descanso, de la afirmación de la pluralidad al reconocimiento de la unidad y viceversa (Ib., 19).

Tiene la certeza de que toda estructura europea puede y debe ser manifestada de múltiples maneras, pero siempre sin quebranto peligroso de su interna y profunda variedad y pluralidad. El tema exige no dejar nada al azar, a la ventura, porque continuamente hoy debemos ver la necesidad de una integración mayor fiscal y políticamente, reduciendo así las desigualdades; sentir que existimos en el suelo que pisamos para llevar a cabo algo definido, específico y para nada intercambiable. 

Es, en efecto, increíble que en los primeros años del siglo XIX, tiempo retórico y de gran confusión, se haya compuesto un libro como la Histoire de la civilisation en Europe. Todavía el hombre de hoy puede aprender allí cómo ambas constituyen la permanente entraña de Europa (Ib., 21).
 

Comentarios