jueves. 25.04.2024

Dionne Warwick: Don't Make Me Over

La letra, por fortuna, y por desgracia, sigue vigente en nuestra sociedad, y no es sino un elogio a la independencia de la mujer, que hace que entendamos correctamente las relaciones de pareja

¿A quién no le ha ocurrido que se hayan introducido canciones, unas más que otras, en su sistema límbico, haciendo liberar de tal manera dopamina que le hayan dejado, por miles de veces que las escuche, uno de los mayores placeres, si no el mayor, que haya tenido en su vida? ¿Quién puede negar que ese placer ha sido tan inmenso que, a fuer de resultar impertinente para los demás, ese bendito melómano casi note ni siquiera las miradas cómplices, al tararear indefinidamente esa canción milagrosa para él.

En tiempos en los que la palabra 'redes' solo nos refería al aparejo de los pescadores, en que los idiomas tampoco eran nuestro fuerte -aun reconociendo que hubo algún colegio germanófilo de mi infancia que, demasiado animoso y optimista, ofrecía clases complementarias de alemán, no permitiendo ni por asomo la pregunta '¿e inglés o francés?'-, seguíamos tararendo las canciones de otras lenguas, muchas veces en el caso del inglés, macarrónicamente; y aún así, vislumbrábamos algo de sus mensajes, todo fuera por las melodías y, como decíamos antes, por la manera en que se implantaban en el núcleo caudado, por ejemplo, que inmediatamente preparaba y dirigía las respuestas a todo nuestro organismo. Y todo el mundo era objeto de esa relación música-cerebro. Es verdad que no a todos de la misma forma, pero nadie podía abstraerse a ella. Seguro estoy de que tampoco Napoleón.

En definitiva, algo parecido a todo lo anterior ha podido sucederme a mí. Tanto tiempo escuchando las canciones de Dionne Warwick (East Orange, New Jersey, 1940) y no conocer a su intérprete. Y, sencillamente, he acertado. Lo que he podido sentir en todo este tiempo escuchando sus melodías tiene estrecha relación con la interpretación que hace de ellas esta estadounidense de padres afroamericanos, aunque ella no haya sido la creadora, la que haya escrito sus canciones; quizás fuera porque lo lleva en la sangre: intermedia entre dos hermanos ya fallecidos, su hermana Dee Dee Warwick fue una extraordinaria ejecutante de soul, que logró una fama colosal en los coros de Areta Franklin; su tía Cissy Houston, con dos Grammy en su haber. Y, a su vez, es prima de la hija de esta última, Whitney Houston. También es indudable, en fin, que Dionne Warwick comienza su larga y exitosa carrera musical interpretando góspel con los suyos más próximos, su familia, en la iglesia de la ciudad en la que nació, East Orange.

Que en una entrevista hace seis años en la Gazzetta di Mantova Dionne respondiese a una pregunta que "Mi mejor época está aún por llegar" explica que hemos tenido y tenemos una artista de lujo, cuyo palmarés la relaciona con más de un centenar de millones de grabaciones vendidas en medio siglo de recorrido y estudio musical, cinco Grammys. Una profesional que tocó todos los géneros posibles, el Soul -It's Love That Really Counts, 1963-, -el Quiet storm -I'll Never Fall In Love Again, 1970-, el R&B -Heartbreaker, 1982- el Pop -That What Friends Are For, 1985-, entre otros. Lo importante es que aquella chiquilla que cantaba góspel en la iglesia de su localidad ha merecido tener un sitio considerable en las notas que más oye la mayoría de la gente. Una vida apoyada por una carrera esparcida de logros, porque sus canciones se mantienen en la impresión límbica, como decíamos, del total y de cualquiera que le guste y tenga placer con la música.

Un ejemplo de lo que decimos, cualquiera podría escribir otros, es la canción Don't Make Me Over, 1967, que Miss Dionne Warwick interpretó y compuso para ella Burt Bacharach, con letra de Hal David. El primero, un compositor pop y galardonado pianista estadounidense. El segundo, un letrista también estadounidense que colaboraba con Bacharach y que, juntos, cosecharon una merecida fama musical en los 60's. La letra, por fortuna, y por desgracia, sigue vigente en nuestra sociedad, y no es sino un elogio a la independencia de la mujer, que hace que entendamos correctamente las relaciones de pareja.

Don't Make Me Over - No intentes cambiarme

No intentes cambiarme,

ahora que yo haría cualquier cosa por ti.

No intentes cambiarme,

ahora que sabes cómo te adoro

 

No te metas con las cosas que digo, las cosas que hago

Solo ámame con todos mis defectos

La forma como te amo. Te lo suplico

 

No intentes cambiarme

Ahora que no puedo hacerlo sin ti

No intentes cambiarme

No cambiaría ni una cosa de ti

 

Solo tómame en tus brazos y abrázame fuerte

y quédate siempre a mi lado

Aunque esté equivocada o en lo correcto. Te lo ruego

 

No intentes cambiarme

No intentes cambiarme

Ahora que me tienes a tu disposición

 

Acéptame por lo que soy

Acéptame por las cosas que hago

Acéptame por lo que soy

Acéptame por las cosas que hago

 

Ahora que ya sabes cómo te adoro

No cambiaría ni una cosa de ti

 

Acéptame por lo que soy

Acéptame por las cosas que hago

Acéptame por las cosas que hago

 

Dionne Warwick siempre fue una inspiración para el compositor Burt Bacharach, según sus propias palabras "(...) una cantante de una apabullante personalidad interpretativa, capaz de hacer sencillas las armonías vocales más complejas". Sin embargo, si visionamos los vídeos de la artista, no podemos dejar de admirar su risa abierta, clara y ancha, y conservando completamente ese gusto y delicadeza que la han seguido desde que comenzó sus actuaciones, cuidando su potente y delicada voz que ha ejercitado esta con suma dulzura, incluso sobrepasando la edad de los setenta años, en que proseguía en los escenarios, ya que de otra manera originaría un punto de no retorno desvaneciéndose sus capacidades, y causando su propio final, según sus palabras.

Nos imaginamos ahora arrancando con el soul refinado de esta mujer alta, de belleza peculiar, a la que, cuando sonríe, descubrimos sus dientes tan albugíneos, en What The World neads now is love, 1966, de Bacharach y David. Inicia la canción con su bella expresión, que te va entrando poco menos que por todos los sentidos, de una manera callada y placentera.

Al final, me quedo dormitando con cada estrofa, sonido, vibración, frecuencia. De una forma inmensamente agradable y pausadamente, es una señal muy precisa de que esta colaboración ha llegado a término, con la seguridad cierta de que he conocido algo más a esta afroamericana luchadora, trabajadora y artista.

Dionne Warwick: Don't Make Me Over
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