viernes. 19.04.2024

Viva la madre superiora

Doña Marta Ferrusola es profundamente religiosa. Si no, nunca hubiese cometido el atrevimiento de investirse madre superiora ni pervertir el lenguaje llamando misales a los millones.

Resulta que no era el Clan de los Pujol, sino el clan de la Ferrusola. Marta Ferrusola Lladós, 82 años, ex primera dama de Cataluña, casada con el ex honorable Jordi y madre de Jordi, Josep, Marta, Pere, Oriol, Mireia y Oleguer. Acaba de saberse que firmaba los ingresos como “madre superiora de la congregación” y llamaba “misales” a los millones de pesetas. Era diciembre de 1995 y Ferrusola despuntaba por su ingenio superior.

Ser madre de siete hijos ya había situado en la categoría indiscutible de las madres de capacidad superior. Nada que ver con las madres sin hijos, las de hijo único o las de dos churumbeles. Familia numerosa exquisitamente numerada. Y remunerada.

La señora Ferrusola acaba de demostrar científicamente que solo hay dos cosas imposibles en la España de 2017

Los papeles judiciales de la madre superiora no son inferiores a los de todas esas operaciones de sugerente nombre: Malaya, Gurtel, Lezo, Púnica, Taula o Pokémon. Debería convocarse un concurso nacional para bautizar la operación de doña Marta. Porque cualquier sustantivo conventual no sirve. “Abadesa” es demasiado obvio. “Hábito” se queda corto. “Clausura” se excede. “Ayuno” no encaja. “Refectorio” es equívoco. “Rosario” se malinterpretaría. “Maitines” recuerda otros ámbitos. “Cilicio” no se corresponde. “Congregación” quizás. Vean, pues,  la dificultad superior para acertar con el nombre de esta gigantesca trama de la madre superiora.

La señora Ferrusola acaba de demostrar científicamente que solo hay dos cosas imposibles en la España de 2017. La primera es que Alonso gane una carrera de Fórmula 1. Y la segunda es que el dinero en B pase a blanquearse en A sin dejar pistas. Por algo el abecedario situó la a por delante de la b: para obstaculizarla el paso.

Doña Marta Ferrusola es profundamente religiosa. Si no, nunca hubiese cometido el atrevimiento de investirse madre superiora ni pervertir el lenguaje llamando misales a los millones. Se puede disimular la cojera, la calvicie incipiente, el tartamudeo e incluso la cleptomanía. Pero jamás se puede disimular el dinero.

Ni siquiera siendo la madre superiora de la Congregación de las Santas Comisiones. Como ha quedado probado.
 

Viva la madre superiora
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