viernes. 19.04.2024

Vivir en el campo

Me preguntaba cómo mis padres podían cambiar esta vida por la estresante y ruidosa ciudad.

Me encontraba perdido en medio de la nada. Tumbado en el suelo, pensativo, triste por la trágica noticia que me dieron mis padres a primera hora de la mañana. Me habían preparado mi desayuno favorito, algo que se me hizo raro, puesto que no era una fecha señalada. La sorpresa me la llevé cuando me dijeron que nos mudaríamos a la ciudad, que a mi madre la habían cambiado de destino, y que nuestra vida en el campo pasaría de página.

No respondí, me quedé callado, esperando despertar de esta pesadilla, encontrarle sentido a la conversación. Me levanté de la mesa del comedor, y salí por la puerta de casa, sin decir nada, buscando una respuesta, algo que hiciese cambiar a mis padres de idea. Por lo que me dispuse a caminar, sin rumbo y con un nudo en el estómago.

Habían pasado varias horas desde que salí por la puerta de casa, ya casi se me había olvidado el motivo por el cual me había marchado, pero llegué a la conclusión de que si iba a ser mi último día en el campo, por lo menos poder disfrutarlo.

Si iba a ser mi último día en el campo, por lo menos poder disfrutarlo

Por la posición del sol supuse que sería mediodía, y me encontraba en un claro del bosque, tumbado, rodeado de árboles, observando las nubes. Cerré los ojos y me quedé dormido. Horas más tarde sentía los rayos del sol calentando mis mejillas, el viento ondear entre mis rizos, el cosquilleo de la hierba entre mis piernas y la paz invadiendo mi alma. No podría ser más feliz en estos momentos. 

Caminaba sin rumbo, con la mente en blanco, disfrutando del momento, dejando la vida pasar, sin ningún tipo de preocupaciones ni problemas, y sobre todo, sin ruido. 

Me encontraba maravillado, como si nunca hubiese visto la belleza de la naturaleza. No me hacía falta ir acompañado de música, pues la vida misma se encargaba de regalarme los oídos. Intenté recordar por qué motivo me dispuse a perderme por el campo, pero la tristeza que invadía mi corazón se había disipado al ver tal espectáculo. El brillo entre las hojas de los árboles no era cegador, apenas hacía daño al mirarlo. Yo seguía caminando, mientras admiraba la variedad de colores que me ofrecía la vida.

Me preguntaba cómo mis padres podían cambiar esta vida por la estresante y ruidosa ciudad

Me preguntaba cómo mis padres podían cambiar esta vida por la estresante y ruidosa ciudad. Me mataba el pensar que nunca más podría levantarme por las mañanas escuchando el mar, o viendo los rayos de sol entrar por mi ventana, oler a césped recién cortado, pasear por el bosque escuchando el canto de los pájaros o beber del agua de un río. Cuanto más pensaba lo que perdía, más me dolía el corazón.

No quería irme, no quería dejar toda mi vida a medio hacer, o hacer mi vida en un sitio donde no me sentía identificado. No quería tener la necesidad de volver años más tarde a un lugar donde permanece sin cambio, y darme cuenta de que yo mismo he cambiado. 

No sabré cómo acabará esta historia, es muy pronto para saberlo, pero lo que sí sé es que prefiero vivir en el campo que no en la ciudad.

Vivir en el campo
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