viernes. 19.04.2024

Los que sepan escribir a máquina, un paso al frente

Cuando hace unos meses el rey pidió voluntarios para intentar formar gobierno, solo uno dio un paso al frente. Unos por astucia, otros por miedo a hacer el ridículo, otros porque necesitan que las cosas se les pongan como se las ponían a Felipe II, el caso es que pasaron palabra. Solo uno dijo sí, uno que se llama Pedro y se apellida Sánchez.

En el Centro de Instrucción de Reclutas de Araca, un primero gritó esta orden a la formación: “Todos los que sepan escribir a máquina, un paso al frente”.

Más de 200 mozos avanzaron un paso. Tenían la esperanza de librarse de la limpieza de retretes y de imaginarias y ser destinados a las oficinas. “¿Sabéis todos escribir a máquina?” “Sí, mi primero”. “Pues ir todos en fila por aquella puerta. Allí cogéis una escoba cada uno. ¡Y a barrer!”.

Más de cuarenta años después, el hombre que lo contaba en el bar no podía aguantar la risa. “Hace falta ser tontos”, repetía. Celebraba la burla urdida por el primero y el chasco de los 200 reclutas. Pero sobre todo se le veía orgulloso de sí mismo. De su astucia. De no haber caído en trampa. ¿Porque él no sabía escribir a máquina? No lo dijo. Presumía solo de madurez y sensatez. “¿Voluntario yo allí? Ni para apañar billetes”.

Cuando hace unos meses el rey pidió aquí voluntarios para intentar formar gobierno, solo uno dio un paso al frente. Y eso que todos decían que sabían gobernar, como los del CIR de Araca sabían escribir a máquina. Para gobernar, precisamente para eso, se habían presentado a las elecciones; que nadie obligaba a nadie. Para que gobernaran, precisamente para eso, la gente votó por ellos. No para que llegado el momento se escaquearan. Ni menos para que acaben riéndose del único voluntario que dio un paso al frente. Ese no engañó. Había pedido que le votaran para gobernar y lo intentó.

Es posible que dentro de cuarenta años, el astuto Rajoy se ría recordando aquella mañana que el rey le llamó a la Zarzuela y le preguntó si sabía hacer gobiernos

La gracia son los otros. Unos por astucia, otros por miedo a hacer el ridículo, otros porque necesitan que las cosas se les pongan como se las ponían a Felipe II, el caso es que pasaron palabra. Solo uno dijo sí, uno que se llama Pedro y se apellida Sánchez.

El que se llama Mariano y se apellida Rajoy es el típico que necesita que las cosas se le pongan como a Felipe II. Está acostumbrado desde que le nombraron lo que es, sin necesidad de peleárselo a nadie. Se lo dieron y ya. Él sabe hacer gobiernos, pero con mayoría absoluta. Con mayoría absoluta hacen gobiernos hasta los tontos, que no es el caso. Donde se miden los tamaños del coraje es, cuando lo intentas aunque lo tengas difícil. Cuando de partida no sabes si lo vas a conseguir, pero te arriesgas.

Es posible que dentro de cuarenta años, el astuto Rajoy se ría recordando aquella mañana que el rey le llamó a la Zarzuela y le preguntó si sabía hacer gobiernos. Sí, señor. Pues da un paso al frente. Vete al Gongreso. Habla con ellos, trata de convencerlos y ponte a formar un gobierno para estos tiempos. Es difícil, señor. Bueno, tú inténtalo. Es posible que cundo sea viejo en un bar de Pontevedra Rajoy se parta de risa con los amigos delante de un vaso de cerveza recordando su respuesta al rey: Por aquí se va a Roma, señor.  

Los que sepan escribir a máquina, un paso al frente
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