jueves. 25.04.2024

Trenes con colesterol

Los trenes no cabían por el túnel y tampoco se adaptaban al ancho de vía, porque, además de las patologías anteriores, nadie contó con la artrosis, la artritis y la celulitis.

Los trenes, pobrecitos, tenían colesterol, muy altos los triglicéridos y el ácido úrico disparado. Los trenes llegaron a la boca del túnel y les sucedió como a Don Bollo, que se levantó una mañana y no cabía por la puerta del baño. Orinó contra el marco y regresó a la cama, el estado natural de tantos políticos y políticas de la política actual (redundo a propósito), convertidos por sí mismos en funcionarísimos de la administración: mando en plaza, ni puñetera idea de gestión, mucha palabrería y cero hechos. Los trenes no cabían por el túnel y tampoco se adaptaban al ancho de vía, porque, además de las patologías anteriores, nadie contó con la artrosis, la artritis y la celulitis, que hace imposible la vida a cualquier convoy que se precie.

De todos éstos, ¡nadie! ha sido cesado; bueno sí: a la hora de escribir este artículo dos que pasaban por allí

Nadie sanó a los trenes, nadie les puso una vía de suero en el rodamiento principal, nadie expidió una receta para que los vagones adelgazaran y pudieran franquear los horacos de la red de ferrocarriles. ¡Nadie! Y de todos éstos, ¡nadie! ha sido cesado; bueno sí: a la hora de escribir este artículo dos que pasaban por allí. Pero se espera que la pléyade de farsantes que manda en el ministerio (léase Gobierno) decapite también al albañil, al que pintó los túneles y al que llevaba el morapio a los currelas. Pues menudos son éstos cesando gente: a todos menos a ellos. (No se ha visto a tantos riéndose en los bares desde que Gila contó en televisión el chiste del Indalecio cuando se encaramó a los cables de la luz. -Política para la mofa-).

¡Tienen que rodar cabezas!, exigió Revilla iracundo, en lo que coincidió con Barbón, el presidente colindante. A la hora de cerrar esta edición (como escribíamos hace treinta años en los periódicos diarios cuando eran informativos) se desconoce si esas testas rodantes que encargó Revilla van a caber en los túneles, para que vaya a recibirlas a Unquera y sacie su venganza, mientras las verdaderas cabezas huecas siguen recostadas sobre sus altos emolumentos y mullidos sillones calefactados del ministerio. Otra a Cantabria por la escuadra, y no será la última.

Trenes con colesterol
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