viernes. 29.03.2024

Necesito un trago

Sentado y ebrio de calor, postrado ante el sudor, huero y sin dolor me encontraba, o eso creía, mientras en la radio, en la tele o en el periódico las mismas hienas aullaban.

(“Te dije que a la una y ahora son las tres.
Te espero hace dos horas y bien lo sabéis.
Que no me gusta esperar, estar tirado y pensar todos los días.
Lo que necesito es un trago para poderme estabilizar”.
Tequila 1978)

Nunca había necesitado tanto un trago como estos días de la ola de calor. Un trago largo como la carretera de  ‘El resplandor’, como la soledad del entalegado, como la mentira de un prócer plegado. Si ‘como’ no fuera un adverbio sería la primera del singular del presente del verbo comer (zampabollos por doquier), pero hay quien te convencerá de que se trata de una ciudad italiana, aunque calce una minúscula. Manejan el presupuesto y el boletín oficial, da igual de qué sitio: allí pondrá que comes sin comer, que bebes sin beber y que vives sin vivir.

Manejan el presupuesto y el boletín oficial, da igual de qué sitio: allí pondrá que comes sin comer, que bebes sin beber y que vives sin vivir

Sentado y ebrio de calor, postrado ante el sudor, huero y sin dolor me encontraba, o eso creía, mientras en la radio, en la tele o en el periódico las mismas hienas aullaban. Distintos vampiros con idénticos collares, fantasmas con guadaña tras los telares. Si algunos fueran más satánicos serían invencibles, imprescindibles, imperdibles de punta fina que clavar en el ‘gargüelo’ seco y sediento del harapiento. Cree mi promesa y tendrás también mi alma, sólo tienes que hipotecar todas tus entrañas; el alma se sumió en el carbón de la noche.

El calor me alucinó. Fui Pierce en defensa de su majestad: sentado en una tumbona quemada, con un trago ahora corto; mezclado, no agitado. Como un Brosnan rural disfruté cruzando caras de elevados ineptos, uno tras otro: con la mano franca y con la mano vuelta. Fui Pitt a las órdenes de Tarantino, Statham en Blitz. Tanto me afané que las sirenas policiales llegaron a recogerme para revocarme. Eran, sin embargo, cuatro políticos en un AVE, a 89 km. por hora, los que trataban de apagar un incendio en Extremadura con pistolas de agua.

Vuelto a la vida, tras la pesadilla, sigo necesitando ese trago. Más que antes.

Necesito un trago
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