sábado. 20.04.2024

Mercadeo electoral

Parece un contrasentido, una iteración, una errata; pero no, consiste precisamente en eso: nos van a enseñar a hacer la o quienes tienen serias dificultades para dibujarla con un canuto

Van a llevar a los puretas al cine y a los imberbes a viajar por los mundos de Narnia. Van a dar queli a precios chulis y bogavantes a los infantes. Zurriaga al poderoso, caldo gordo para el okupa y un libro de recomendaciones para frotarse la entrepierna con criterio, descubrirse sexualmente y saber que lo que hay ahí, ¡ay!, no es sólo para evacuar y reproducirse, sino también una maravilla del goce y el roce. Que nadie confunda como hasta ahora el maná sexual con el sobaco. Hemos sido gilipollas mucho tiempo y han tenido que venir unos gobernantes sesudos y sexudos a darnos noches de mambo, enseñarnos que la raíz cuadrada de 69 existe y que el orgasmo lo define un buen pleonasmo. Nunca se lo agradeceremos lo suficiente: están preparadísimos.

Nos valoramos mucho más desde que cuatro patanes nos han recomendado que dejemos de ser patanes

Éramos ineptos del fornicio. Y más feos que Picio. Nos valoramos mucho más desde que cuatro patanes nos han recomendado que dejemos de ser patanes. Parece un contrasentido, una iteración, una errata; pero no, consiste precisamente en eso: nos van a enseñar a hacer la o quienes tienen serias dificultades para dibujarla con un canuto. Ahora, por el mismo precio, llevaremos incorporado un tacómetro a fin de medir quién hace las labores de casa, cuándo limpiamos el polvo o echamos un polvo, cuándo comemos, lo comemos o nos lo comen. Da gusto, en todos los sentidos, que nos enseñen tanto. Tan conservadores y reservones como éramos.

Pero lo peor no es el mercadeo electoral, que ha existido siempre para luego ser incumplidas (las promesas) de forma reiterada. Lo peor no es la jeta que ponen cuando mienten (que da asco verla), lo peor no es la rifa, el sorteo y la feria abyecta de proyectos, patrañas y ocurrencias banales y anales. Lo peor es que, tras inmiscuirse cada vez más en la vida de las personas, llegará el tiempo en que un comisario político se aposte bajo el fregadero para contar los platos que lavas y debajo del colchón para fisgar, evaluar y poner nota al folleteo. A ver si van a ser voyeristas...

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