jueves. 25.04.2024

Lo que viene

El presidente alertó de lo que viene y dejó el balón botando para que la ministra de Economía saliera días después a pintar de negro el cuadro que el paro de junio había blanqueado solo horas atrás

Da la sensación de que el Gobierno teme poco lo que viene porque por el camino se entretiene. Un Falcon aquí, una comisión de seguimiento del pacto allí, una entrevista maravillosa allá. La vida transcurre entre el glamur del cargo, el encantamiento por haberse conocido (todos y todas) y una guerra que no debiera servir para justificarlo todo. Bastante trágica es para usarla de asidero. 

La inflación, su hermana la subyacente, la gran subida de las fuentes de energía y de los servicios en general, teñirán de crisis el otoño-invierno

Da la sensación. Pero, en realidad, la procesión va por dentro. En una de las últimas entrevistas, el presidente alertó de lo que viene y dejó el balón botando para que la ministra de Economía saliera días después a pintar de negro el cuadro que el paro de junio había blanqueado solo horas atrás. La inflación, su hermana la subyacente, la gran subida de las fuentes de energía y, lo que es tanto peor, de los servicios en general, teñirán de crisis (o como quieran llamarlo) el próximo otoño-invierno, como si fuera un negro catálogo de la moda más triste. 

Si la recesión saca los colmillos en el cuarto trimestre, mal asunto. El termómetro para el pronóstico es siempre Alemania: si se acatarra, pulmonía general. Pues bien, la balanza comercial del país germano ha entrado en negativo por primera vez en treinta años, un déficit que avanzará, según los expertos, una senda económica ardua y llena de espinas para los países del viejo continente en los próximos meses. 

Íbamos a salir más fuertes, en lo económico y en lo sanitario. Lo dijo Sánchez en un alarde hiperbólico. Pero lo cierto es que la inflación nos come más que a nadie y España exuda registros en la micro y en la macroeconomía de la máxima preocupación que acabarán perforando el bolsillo de la gente. Habíamos vencido al virus (dijo el presidente, hace dos años) y ya estamos con una nueva ola en el cogote y la mascarilla próxima al morro, otra vez. Para colmo el dólar se acerca al euro: voy a hacerme una foto con los colegotas en Times Square antes de que pinten bastos.
 

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